Nena Ossa, de energía inexhaustible y multidireccional, licenciada y profesora de artes; periodista de prensa escrita, radio y TV; doce años directora del Museo Nacional de Bellas Artes; viajera impenitente, ha evocado en su libro «Allende: Thank you...!», los días tormentosos de la Unidad Popular, contra la cual fue pública y batalladora adversaria. Curiosamente —ventaja o desventaja de ser un alma transhumante—, la victoria de Allende sorprendió a Nena Ossa en Osaka, y su caída y muerte, en Roma. Pero nuestra autora vivió y combatió aquí durante los eufóricos momentos iniciales de la UP, y también fue testigo de su melancólica decadencia última, y de allí estos recuerdos.
No son, por cierto, imparciales, pero todo lo que relata como presenciado personalmente tiene un tono de sinceridad y verdad que alumbra, a veces de manera insuperable, los recovecos del misterioso y suicida frenesí ideológico que fueron los mil días unipopulares.
Hay una pequeña parte autobiográfica, ajena, por supuesto, al motivo central del libro, pero que me ha permitido acercarme una vez más a un tema nunca bien investigado de nuestra historia reciente: el aprovechamiento que hizo el Partido Comunista, los años ’30, de mujeres de la más alta aristocracia convertidas en secretas «camaradas» del comunismo criollo. Aprovechamiento cruel, pues el PC seguía despreciándolas como enemigas de clase, «burguesas», y negándoles cualquier papel relevante... junto con usarlas para sus fines.
Hay rastros de este fenómeno en las memorias de Marta Vergara, la ex mujer de Marcos Chamúdez, parlamentario estrella de nuestro PC, después «renegado», y en las de Eudocio Ravines, organizador peruano del Frente Popular Chileno, e importante agente internacional de la Komintern, quien asimismo posteriormente «renegó».
Nena Ossa es nieta de un ateo y anticatólico famoso, desencantado parlamentario radical, masón, el doctor Francisco Puelma, que algún día se autoproclamó o lo proclamaron «enemigo personal de Dios». La madre de Nena se hizo católica y casó dentro de esta fe, y para remate con un hombre de derecha. Pero la tía y madrina de nuestra escritora llegó a ser comunista, lo fue toda la vida y arrastró hasta el “glorioso partido” a su propia hija junto con muchos jóvenes amigos. Nena, adolescente, era llevada en secreto por su madre (que, sin ser militante, conservaba el sesgo izquierdista del hogar de don Francisco) a una tertulia del PC, los jueves en el Café Santos. Ahí la estrella era Chamúdez. “Yo ponía poca atención. Lo que me atraían eran las paneras... hallullas... mantequilla exquisita... helados de piña”. Y fue reclutada para bailar flamenco, “de española, con manto y peineta...arriba de una larga mesa”, en una kermés del partido. Subida casi por fuerza, no quiso hacer su “número... ante el sartal de miradas libidinosas de los altos jefes del partido... Me bajé furiosa... Adiós a todo lo que fuera comunista”... las tentaciones del Café Santos exceptuadas.
Encontró a su prima pocos días antes de caer Allende. Se abrazaron, pero ella le dijo: “Nena, tú tienes la culpa de que el gobierno mío haya fracasado. Ya no existe, ya no es...”. “Partió sin despedirse”.
Para entonces nuestra memorialista había cumplido una hazaña periodística de que pocos más (si alguno) podrían jactarse: entrevistar al legendario «Comandante Pepe», Gregorio José Liendo, el jefe mirista que se había tallado un imperio —un «territorio libre»— mediante la ocupación por la fuerza de varias decenas de miles de hectáreas madereras en la zona de Liñique... el «Complejo Forestal Panguipulli». Allí entraban y mandaban sólo él y el MIR, y nadie más.
Acompañando al historiador y periodista inglés Alistair Horne —y después de un largo, azaroso y fantástico viaje (cuya descripción no cabe aquí, pero no tiene desperdicio)— lograron hablar largamente con el «Comandante» en el ocupado fundo de montaña y madera Trafún, de la familia Kunstmann, bebiendo el buen vino «expropiado» a los dueños por los «libertadores». Después Horne narraría el encuentro cuando escribiera su libro «Small earthquake in Chile» («Pequeño terremoto en Chile»). Pero —ignorando el castellano: Nena Ossa actuaba de intérprete— transmitió solamente la sustancia de lo que les dijo Liendo. Ahora Nena Ossa lo hace con el detalle que merece, y que el espacio nos impide reproducir. Baste señalar que, según Liendo, ellos se tomarían el sur, y sus compañeros santiaguinos, la capital, para encontrarse luego todos en el centro del país. “Claro que violentamente. Tiene que morir un millón de chilenos para que el pueblo se compenetre de la revolución y ésta se haga realidad. Con menos muertos no va a resultar”.
El Comandante Pepe se despidió mandando saludos a su “gran amigo” el ministro de Agricultura, que Horne y Nena debían entrevistar poco después. “Estuvo por aquí hace dos semanas”, dijo Liendo. Dos o tres días después, el ministro declaraba a Horne y Nena Ossa sobre su «amigo»: “DUDO QUE EXISTA, pero si existiera no tendría ninguna importancia”.
Casi simultáneamente, otro ministro sobrevolaba la zona «liberada», y concluía sosteniendo que el Comandante y sus huestes eran una “leyenda”.
Insisto en que son muchas las viñetas de este libro que reflejan algo convenientemente olvidado: la disolución del país y de su tejido social más primario, ya al borde del 11 de septiembre. Un ejemplo:
"Alrededor del edificio levantado para la UNCTAD, subsisten el ’73 varias casas viejas, expropiadas, abandonadas y devenidas refugio, cuartel y «escuela» de jóvenes extremistas. Nena Ossa vacila en atravesar esta peligrosa tierra de nadie para llegar al Parque Forestal. Se le acerca un niño de unos doce años, que le pide acompañarla, pues habitualmente le pegan los revolucionarios de las casas. Nena accede: “De la mano y conversando íbamos cuando, dos minutos después, seis grandulones arrebatan a tirones a mi compañero y a manotazo limpio se lo llevan”, para meterlo en una de aquellas guaridas. Nena Ossa busca a dos carabineros cercanos, a fin de que lo rescaten. “Pero, señora...”. “Pero nada. No me moveré de aquí hasta que vea que lo sacan y me lo entregan”. Hallándola tan decidida, entran a la casa. Sale luego el niño, “todo aporreado”, y los policías con dos de los agresores presos, “los que al pasar me gritan una insospechada cadena de insultos”.
Más extraordinario aun resulta el golpe militar... vivido en Roma. Nena Ossa ha llegado a París el mes anterior para reunirse con sus hijos, y continuar juntos hasta la capital italiana. Después seguirá viaje a Alemania, donde la debe entrevistar la Deutsche Welle (que le ha pagado el viaje transoceánico). Los acompaña en el periplo París/Roma/Berlín, el periodista alemán que realizará la entrevista, entusiasta de ésta y antiguo amigo de la chilena. Desborda noticias sobre el monumental fracaso e inminente fin del gobierno de Allende y la UP. Por el camino, van comprando revistas y diarios europeos y americanos que remachan el mismo tema (Le Point, Newsweek, Time, Sunday Times, Le Figaro... la escritora reproduce sus sombríos informes y pronósticos).
"Sólo la mañana del 12, llegando a Roma desde Siena, los titulares de los diarios italianos les informan lo sucedido en Chile. Toda la prensa del Viejo Mundo... condena el golpe. “Allende... el marxista-que-no-supo-manejar-el-país... convertido en el heroico paladín de la verdadera democracia, cuyo gobierno ejemplarizó el sueño de tantos. ¿Los militares? Usurpadores y asesinos”. Pasean los chilenos, para distraerse, por el ameno “Campo de Fiori... pintoresca feria de flores, frutas, verduras y todo lo demás... Un agrado, hasta que llegamos al sector peces y carnes, donde colgaban enormes letreros escritos a mano... «Morti ai facisti cileni», «Viva il Mir»... «Il Imperialismo Americano e la D.C. cilena hanno creato un nuovo Vietnam»... Admirable organización del Partido Comunista Italiano. No habían pasado 24 horas... y ya tenían toda Italia plagada de afiches atacando nuestro golpe militar”. Tarde del mismo 12, título gigante del Paese Sera: “ALLENDE ASSASSINATO”. Noticia no sólo falsa, sino inventada en el escritorio, pues aún no había comunicaciones con nuestro país.
Lo más impactante para Nena Ossa fue la manera como su amigo y compañero de viaje, y futuro entrevistador, el periodista alemán de la Deutsche Welle, iría modificando el decidido enfoque anti UP que hemos visto. “Es que, Nena, las cosas han cambiado. No creo que te entreviste. Tu postura está demasiado a la derecha. Y no voy a criticar a Allende ahora que está muerto”. Efectivamente, no la entrevistó. ¿Su reemplazo? Un alemán de izquierda amigo de «Rudy el Rojo»... y que había pasado por el Estadio Nacional.
Es un relato vívido y de primera mano, sobre cómo empezó una de las mayores campañas de publicidad de la Historia: la URSS, sus satélites, los comunistas locales del mundo entero y los infaltables “compañeros de ruta”, contra el régimen militar de Chile.
Son estos recuerdos y visiones de primera mano los que hacen no sólo interesante sino importante el libro de Nena Ossa.
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PREMIO : A LIBERAR EL TOCORORO.
Angélica, mil gracias por concederme este Premio y por creer en este sitio.
Debo destacar que el Tocororo es el Ave Nacional de Cuba y sorprende una característica :
No puede vivir en cautiverio.
Sus colores vivos son representativos. El plumaje del verde del dorso recuerda los campos cubanos, en tanto el blanco del pecho, el rojo en el vientre y el azul en la cabeza, coinciden con el tricolor de la Bandera Nacional.
Disfruta el Premio, Pandora.