sábado, junio 30, 2018

CLEMENCIA DE PUNTA PEUCO.



El Presidente Piñera dictó un decreto indultando a un condenado por violaciones a los derechos humanos y que, en condición terminal, cumplía condena en Punta Peuco; esto generó inmediata polémica, puesto que un sector político sostiene que los llamados “crímenes de lesa humanidad” están sometidos a un régimen punitivo especial, entre cuyas características debiera estar el cumplimiento efectivo de las condenas, sin que los presos puedan acceder a beneficios, ni siquiera los de carácter humanitario.
El punto es discutible. Por más que se reivindique la posición de algunos países y precedentes como el de Rudolf Hess, quien murió encarcelado en la prisión de Spandau a los 93 años de edad, es indudable que bajo ciertas circunstancias la cárcel se convierte en una pena cruel, un castigo de aquellos que el derecho define como inhumanos y degradantes.
Los detractores de la medida la juzgan mirando al beneficiario, a sus delitos atroces y a la señal que se transmite respecto del valor de los derechos humanos al hacer beneficiario de esta gracia a un infractor que, en su momento, no tuvo clemencia e incurrió en conductas de especial crueldad. Entiendo y respeto el punto, pero discrepo de él, por las siguientes razones.
Toda pena cruel, inhumana o degradante, corrompe a la sociedad que la aplica, por ende su prohibición no mira sólo al interés del condenado, sino especialmente al de la sociedad. Así, cuando el Presidente Piñera indulta a un violador de derechos humanos para que pueda morir en su casa en condiciones dignas -aunque en este caso ello no alcanzó a ocurrir- está colocando un estándar de humanidad respecto de nuestra sociedad y no relativizando la gravedad de los delitos cometidos por el condenado.
Tener clemencia con el que ha vulnerado los derechos humanos es la sanción final, una sanción que no es jurídica, pero sí es moral. Es una manera de indicarle que esta sociedad reconoce a todas las personas una dignidad inviolable y que incluso a él, que atropelló esa dignidad respecto de otros, se le reconoce. Tampoco me parece aceptable el argumento de la “señal”, por cuanto los seres humanos y sus derechos fundamentales nunca deben ser un medio supeditado a un fin. Es inaceptable que a alguien se le aplique un trato cruel, con el objetivo de ser una señal para otros.
El proyecto humanitario anunciado por el gobierno es una buena iniciativa, porque busca darle un cauce institucional al ejercicio de la clemencia, sacándolo del ámbito de la arbitrariedad política. El Presidente de la República merece respeto y reconocimiento por el coraje de haber tomado una decisión probablemente impopular y polémica, pero que apunta a que avancemos hacia una sociedad mejor.


Gonzalo Cordero.
Abogado.

sábado, junio 23, 2018

OTRA EFEMÉRIDE TERGIVERSADA.



Con cada solsticio de invierno, los pueblos originarios precolombinos celebran su año nuevo. Como es lógico, a esta celebración se suman desde curiosos que desean presenciar un “evento peculiar” hasta quienes se aprovechan de ésta con fines políticos, muy bajos por lo demás.  Sin embargo, saber cuál es el real significado de este año nuevo y cuán importante es, no se trataría de un hecho anecdótico, sino de uno que vale la pena abordar en momentos en que el mal llamado “conflicto mapuche” alcanza niveles dantescos.
Lo primero que debemos considerar es que, por ser Chile una sociedad pluralista, puede haber tantas festividades de año nuevo como personas dispuestas a celebrarlas; todas legítimas, pero no todas con fundamento.
Otro punto importante es que este año nuevo consiste en una festividad de los pueblos originarios precolombinos, no originarios a secas.  Nuestros pueblos originarios no son sólo indígenas de la América precolombina, sino también indígenas de Europa.  Indígena significa “originario”, nada que ver con “indio”, que también sería un término mal usado, pues, “indio” originariamente se refería al Indostán.  Dicho esto, se debe diferenciar entre el Año Nuevo de origen europeo y el Año Nuevo precolombino.
Para nada debe sorprender la tendenciosa utilización propagandística que el neomarxismo hace de esta efeméride.  Es una gran oportunidad para poner una cuña entre los integrantes de nuestra sociedad y para realizar peticiones cada vez más impracticables, cosa de mantener vigente el mal llamado “conflicto mapuche” -su rentabilidad política y económica así lo exigen-.
No obstante lo antes dicho, también se puede usar esta festividad para desarmar la postura neomarxista sobre el indigenismo, creada con un fin específico.  De partida, los mapuches, en su inmensa mayoría, se sienten mapuches y a la vez chilenos, lo que no es contradictorio en lo absoluto, ya que se puede tener dividido el corazón: por ejemplo, si alguien proviene del norte, se puede sentir nortino y chileno sin que por ello cometa un error.  Además, correspondería a una complementación y no a una contradicción; las personas se pueden relacionar con las entidades sociales de mayor magnitud a través de entidades más pequeñas, es decir, el sentirse mapuche, nortino o lo que sea representaría una forma de vincularse con nuestro Chile, sería simplemente el punto de partida de sentires que convergen en una entidad superior que sirve de ente aglutinante.  Es en el entorno diario donde se crean los lazos afectivos y culturales y el sentimiento de pertenencia.  Debemos considerar este fenómeno para entender correctamente el motivo por el cual el indigenismo neomarxista insiste en levantar como bandera de lucha la mal llamada “causa mapuche”, que a su vez es el sustento del “conflicto mapuche” y de todo el daño que éste causa. De no ser así, podemos inclusive terminar viendo nuestra patria literalmente fracturada.
Este fenómeno del sentimiento de pertenencia al Estado de Chile está tan en contradicción con la “causa mapuche” que la casi totalidad de los mapuches se ve perjudicada con el terrorismo de los activistas de ésta.  Signos de dicha realidad son que la mayoría de los mapuches vive en Santiago -el doble que en La Araucanía- y que, en la zona del conflicto, el sector político más votado sea precisamente el que más rechaza a la mencionada “causa” y sus métodos.
El peligroso avance del indigenismo neomarxista queda de manifiesto en un hecho descaradamente contradictorio: muchas personas izan el Pabellón Nacional junto con la bandera supuestamente del pueblo mapuche.  Esto es una contradicción absoluta porque ambas representan significados distintos y abiertamente contrapuestos.  La bandera de la mal llamada “causa mapuche” simboliza el desmembramiento de nuestra patria, la división de los chilenos, mientras que el Pabellón Nacional nos une.  Con esto, presenciamos un gran logro del neomarxismo, a saber, legitimar un símbolo que divide; tal ha sido su legitimización que, en 1993, fue reconocida por el Estado chileno mediante la Ley Indígena.  Luego ha sido adoptada por varias comunas que la izan junto a nuestro pabellón y a la bandera de la localidad respectiva.
La bandera antes mencionada es muy cuestionable como tal por su origen y por su diseño.  En 1991, el Consejo de Todas las Tierras llamó a un concurso para diseñar la bandera de la nación mapuche; la bandera en cuestión es fruto de dicho concurso.  Al respecto cabe preguntarse cuán representativa es esta bandera si sólo responde al punto de vista de una organización, considerando que hay 3.213 comunidades y 1.843 asociaciones indígenas, siendo mapuches la inmensa mayoría.  También hay que considerar que los mapuches han tenido varias banderas anteriores a ésta, es decir, quién determina y por qué que esta nueva bandera sea la más representativa.
La primera mención a un emblema mapuche la hace Ercilla en 1569, lo describe con los colores blanco, azul y rojo.  Durante el siglo XVIII, hay crónicas que hablan de dos banderas, ambas con la estrella de ocho puntas como elemento central y sin el kultrún, o sea, nada más alejado del pabellón de la denominada “causa mapuche”.  Todos estos emblemas, por su antigüedad y su origen no manipulado, son per se más representativos que el usado hoy en día.
En cuanto a su diseño, la bandera “actual” tiene un punto muy débil: el kultrún que está en su centro no tiene la Guñelve.  La Guñelve es la estrella de ocho puntas, un símbolo sagrado, se le reemplaza por una de cinco puntas; tampoco tiene los soles de cuatro rayos gamados.  Si se busca en cualquier publicación anterior al surgimiento de la “causa mapuche”, se puede constatar que el kultrún tiene los símbolos mencionados, los dos o, al menos, uno.  Esta estrella representa a Venus, muy importante en la cosmogonía mapuche, al igual que el Sol.  No deja de ser “curioso” cómo este diseño de bandera tergiversa la tradición y creencias mapuches.
También cabe referirse a la cuestión de la “nación mapuche”.  ¿Existe verdaderamente esta entidad?  Los mapuches nunca han formado una entidad unitaria propiamente tal -aun cuando culturalmente, sí-, de hecho, ni siquiera su nombre ha permanecido en el tiempo.  El término “mapuche” es de alrededor de 1.760, es decir, en un comienzo se veían a sí mismos de una forma distinta a la actual.  Antes usaban otros nombres, el más importante fue “reche”, este término significa “gente verdadera” y pretendía marcar la diferencia entre los habitantes auténticos y los extranjeros.  Con la llegada de los españoles, los reches empezaron paulatinamente a autodenominarse “mapuches”, es decir, “gente de la tierra”, así denotaban su pertenencia a la tierra que habitaban.
Resulta importante reflexionar sobre estas cuatro dimensiones de la “cuestión mapuche”: la forma en que los mapuches se integran a la sociedad chilena; cómo les afecta un conflicto artificial inventado con fines destructivos; cómo demostrar que los activistas de izquierda están tergiversando la historia y la cultura mapuches, y definir qué significa o significaría la “nación mapuche”.  Si no podemos sacar conclusiones correctas y actuar en consecuencia, la unidad de nuestra patria corre un grave peligro, pues, la escalada de violencia podría aumentar, dejando muchos damnificados; ejemplo de esto son las escuelas, empresas e iglesias quemadas, también los asesinados.  No es casualidad que, mientras el resto del país mejora sus condiciones de vida, La Araucanía esté más pobre cada día.
Joaquín Muñoz L.

sábado, junio 16, 2018

"TE ESTOY GRABANDO".



Así, con estas palabras, el conductor de Uber intentaba intimidar al carabinero que le ordenaba detenerse y bajar del auto para ser controlado. El joven empujaba al policía y amenazaba con atropellarlo, hasta que dos disparos pusieron fin al incidente; nadie quedó indiferente y las redes sociales se inundaron de comentarios, algunos apoyando al carabinero y otros criticándolo por actuar, supuestamente, con fuerza desmedida.
Sin embargo, hay un ángulo del episodio especialmente interesante de analizar: la convicción absoluta del chofer acerca de que el carabinero no tenía derecho a detenerlo, ordenarle que bajara del auto y controlar su documentación. Por eso lo grababa, con la certeza de que estaba registrando un abuso de autoridad, cuando la realidad es que era él quien se estaba resistiendo a la legítima función policial. Algo ha pasado en la sociedad, particularmente en la nuestra, que ha llevado a las personas a perder conciencia de los deberes que impone la pertenencia a una comunidad, que nadie puede vivir únicamente conforme a sus deseos, a lo que quiere, en una suerte de dimensión especial regida exclusivamente por derechos.
Esto lo vemos en la manera que muchas personas entienden el espacio público, como un lugar del que pueden disponer sin consideración por los demás, en la medida que lo ocupen para defender una causa que ellos mismos califican de justa. O la falta total de respeto al derecho ajeno en universidades que un grupo se toma, porque considera “inaceptable” alguna decisión o procedimiento de sus autoridades. Impedir el legítimo derecho a estudiar de otros alumnos está validado por cualquier votación, basta una escuálida asamblea de manos alzadas para creer que el manto de la legitimidad democrática cubre cualquier tropelía.
La autoridad se ejerce con timidez, el restablecimiento del orden es sinónimo de represión, el carabinero puede ser insultado, golpeado, denigrado, porque su sola presencia es una forma de “provocación”. El desafío a toda forma de orden normativo debe aceptarse, porque “Chile cambió” y ahora “las personas” se expresan sin temor contra los abusos. Se ha perdido la noción de que solo podemos vivir bajo reglas de racionalidad y cualquiera que reivindique esas reglas es rápidamente tildado de fascista.
Se han perdido muchas de las nociones básicas sobre las que se construye un orden social liberal y democrático de derecho. Son las normas y el respeto a ellas las que nos defienden del predominio de la fuerza. Son los procedimientos los que hacen predecible el ejercicio del poder; es el monopolio estatal de la fuerza ejercido por el carabinero lo que asegura la libertad y no la que lo impide.
“Te estoy grabando”, decía el conductor, cuando en realidad se estaba grabando a sí mismo. Así de perdidos estamos.

Gonzalo Cordero.
Abogado.

lunes, junio 04, 2018

EN DEMOCRACIA (IV).



Conclusión:
 Queda claro que los dos informes en que la Izquierda chilena basa su relato, a saber, el Informe Rettig y el Informe Valech ponen como fecha arbitrariamente solamente la duración del Gobierno Militar, como si éste fuese el responsable del odio, la violencia, la violación a los derechos humanos. Como si el anterior gobierno depuesto por las armas no hubiera promovido el odio e violado una serie de derechos (Acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973).Olvidándose que hubo un enfrentamiento. Gran parte de la ciudadanía tenía todo el derecho a defenderse de la Izquierda. Por eso, recurrieron a los militares. Fue un gobierno de excepción. Obvio que iban a muertos, mas muchos ya habrían muerto por la violencia de la Izquierda: un millón de chilenos costaría la revolución. Es lo primero. Lo segundo que como sabemos son unilaterales con lo cual atentan contra la Justicia e ilegales. Tercero, es que la Izquierda siempre tiene un pretexto o una justificación para usar la violencia. Cuarto, la Izquierda siempre tiene licencia para matar al mejor estilo del agente 007, sin importar el contexto. 
 ¿Alguien se va tomar en serio el Informe Valech que tiene como subtítulo ‘Prisión Política y Tortura’? Primero que nada la expresión ‘prisión política’ es de una falsedad, pues no cayeron presos por pensar de distinto, sino porque eran del bando perdedor, y otros porque eran realmente malos. Además del gobierno de la Unidad Popular, también torturaron grupos de Izquierda de esa coalición. No eran blancas palomas. Algo peor hubiese ocurrido si la Izquierda hubiese ganado. Basta ver como tratan a los ancianos Presos Políticos Militares de Punta Peuco, donde les niega todos los derechos. ¿Alguien les cree nos hubieran tratado con guantes de seda si hubiese instalado una dictadura comunista? ¿Alguien les cree que ellos nunca hubieran con las característica malas que le atribuyen a los militares? Así, por ejemplo, un tal Santiago Escobar  escribió el artículo titulado La locura moral de las FF.AA. y la urgente degradación de Pinochet y Contreras que apareció en El Mostrador del 17 de septiembre de 2013, para el 40 aniversario del 11 de septiembre chileno, en el que afirma: 
 “¿Qué fue lo que impulsó a que militares violaran a mujeres indefensas, asesinaran niños, torturaran a miles de personas o simplemente las ejecutaran y las hicieran desaparecer? ¿Cuál formación ética o doctrinaria permite que tales actos pasen a ser considerados operaciones militares, se transformen en hechos habituales, y den paso a una pedagogía del terror en contra de los ciudadanos de un país? Peor aún, ¿bajo cuáles circunstancias un mando militar olvida lo más esencial de su profesión, que es proteger a la población y se dedica a exterminar adversarios políticos?” 
 El señor Escobar dice puras falsedades partiendo de que violaron a mujeres y asesinaran niños. El Mir cantaba: “Los momios al paredón y las momias al colchón”. O sea, ejecutar y violaran a las mujeres de derecha. Como vimos anteriormente, la Izquierda en democracia asesino a niños que eran del otro bando. En democracia, unos seguidores del comandante ‘Pepe’ del Mir, violaron a una dueña de un fundo, que luego que se quitó la vida. Más bien, los grupos terroristas de Izquierda hicieron “una pedagogía del terror en contra de los ciudadanos de un país”. El 70% de la población o de los ciudadanos pidió la intervención militar para protegerse de los sociópatas de la Unidad Popular que nos querían llevar una guerra civil y de paso una dictadura comunista. Cuando los militares se tomaron el poder, se creó a DINA y luego la CNI para proteger a los ciudadanos de los terroristas, que no trepidaban en asesinar civiles y militares, indiscriminadamente. Por lo tanto, a la Izquierda se le pueda acusar de crímenes de lesa humanidad. Los militares actuaron contra grupos armados de la Izquierda. No eran ciudadanos comunes y corrientes.
  Además, que extraño que el señor Escobar no relacione la locura, el crimen con el terrorismo. Éste último no existió para él. De ahí que diga que los militare se fueron en “contra de los ciudadanos de un país”. Si se trata de relacionar el crimen con la locura, en la Izquierda chilena sobran. 
   En realidad, el señor Escobar describe a la Izquierda, pues si trata de locura, en ese sector sobran locos. Hace más de diez años escuché un audio del fundador del Mir, Miguel Enríquez. Vivía fuera de la realidad. Otro loco es, pues, el presidente de la República, Salvador Allende con su último discurso creyendo que la mayoría del país o el pueblo lo apoyaba. Otro que vivía en bunker mental. Y qué decir de la loca Michelle Bachelet que cree que su segundo gobierno fue de maravillas y que gobernó a espaldas de la ciudadanía. Y los locos del Frente Amplio.
   En democracia, jamás esperaría escuchar o mejor dicho leer las palabras que dijo por su cuenta twitter el economista Manuel Riesco , fundador del Centro de Estudios Nacionales de Estudios Alternativos (Cenda), cuando el ex candidato de la derecha, José Antonio Kast fue golpeado en la Universidad Arturo Prat por estudiantes: “Me parece muy bien prohibir a Kast en UDEC. Quienes apoyan abiertamente a represores deben ser reprimidos. El fascismo no se combate con argumentos, se lo aísla y reprime, ojalá legalmente, a palos si es necesario”. La ex presidente Bachelet no dijo nada por su cuenta twitter. O sea, apoya la violencia. El silencio otorga.
   Igual que el señor Escobar, el economista Riesco retrata a la Izquierda. Una palabra clásica de la Izquierda a Latinoamericana para justificar el fracaso de los grupos guerrilleros marxistas es acusar a los militares de represores, lo que supone que aquéllos no esperaban una reacción. El Instituto Nacional de los Derechos Humanos condenó la agresión que sufrió José Antonio Kast en la Universidad Arturo Prat, en la que manifiesta: “La intangibilidad de los derechos humanos supone el absoluto respeto a la integridad física y psíquica de la persona”. Con esa declaración queda más claro que el agua que los grupos terroristas chilenos Mir, Frente Lautaro y el FPMR le violaron los derechos a civiles y militares que salieron muertas o heridas, ya sea por bombas, ya sea asesinato y secuestro Podemos decir aún más, que la famosa frase que dijo Michelle Bachelet en su primer mandato: “Cuando la Izquierda sale a la calle, la derecha tiembla”. Es una afirmación que induce a que grupo humano a provocar temor a otro. Por eso tiembla. Y por tanto, esa declaración atenta contra la integridad “psíquica de la persona”. Las personas que se identifican la derecha. Con todo, sigo contrario al INDH. También caería como una violación de los derechos humanos sería, pues, el deporte favorito de la Izquierda y del Movimiento homosexual, a saber, las funas. 
  En democracia, el dirigente del Mir junto con otros de ese grupo, Luciano Cruz asaltó el National City Bank, la firma Wagner Stein y el diario la Patria de Concepción. Dos civiles quedan heridos. 20 de Mayo de 1969.
  En democracia, un artefacto explosivo denota en la Caja de Empleados Públicos en Santiago. Dos transeúntes quedan con trauma acústico. 23 de abril de 1968.
  En democracia, un artefacto explosivo denota en el Consulado norteamericano frente al Parque Forestal. Tres transeúntes quedan con trauma acústico. 12 de marzo de 1968.
 En democracia, un artefacto explosivo de alto poder detono en el edificio de El Mercurio, que hizo daño considerable y tres personas resultaron heridas con esquirlas y dos contusos con daños serios auditivos. 20 de febrero de 1968.
  En democracia todavía liberal, el Partido Socialista en Congreso de Chillan decidió odiar al resto de los chilenos hasta el presente, desechar la democracia liberal y optar por la vía armada: 
“1. El Partido Socialista, como organización marxista-leninista, plantea la toma del poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un Estado Revolucionario que libere a Chile de la dependencia y del retraso económico y cultural e inicie la construcción del Socialismo. 2. La violencia revolucionaria es inevitable y legitima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y, a su ulterior defensa y fortalecimiento. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista. 
3. Las formas pacíficas o legales de lucha (reivindicativas, ideológicas, electorales, etc.) no conducen por si mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada”. Noviembre de 1967.
 En democracia, el socialista Clodomiro Almeyda dijo para Revista Punto Final: "La forma fundamental que en un país como Chile pueda asumir la fase superior de la lucha política, cuando el proceso vigente llegue a colocar a la orden del día el problema del poder, es impredecible en términos absolutos. Yo me inclino a creer que es más probable que tome la forma de una guerra civil revolucionaria, a la manera española, con intervención extranjera, pero de curso más rápido y agudo" . 22 de noviembre de 1967. 
  En democracia, Salvador Allende siendo presidente del senado en el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile manifestó dos días antes de la conferencia en La Habana: "Afirmo que ante una estrategia internacional de intervención debemos oponer otra fuerza. Oponer la violencia revolucionaria a la violencia reaccionaria". Agosto de 1967. 
  En democracia, Allende no fue solo el representante chileno ante la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) además fue su creador. Y la presidió siendo presidente del Senado. Las OLAS promovían la vía armada para la supuesta liberación: “Propiciar la lucha armada revolucionaria en AMERICA LATINA”.10 Agosto de 1967. 
  En democracia, Salvador Allende siendo presidente de Senado viaja a la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina realizada en La Habana, en el hotel ‘Habana Libre’. En la isla no había democracia. Entre 3 y el 15 de enero de 1966. 
   En democracia, Salvador Allende siendo presidente del Senado ayudo a los guerrilleros que acompañaron al argentino Ernesto ‘Che’ Guevara en su aventura en Bolivia, facilitándole valijas que estaba cargadas de armas procedentes de Argelia como manifestó Dariel Alarcón Ramírez ‘Benigno’ en sus memorias: “Salvador Allende, que en aquel momento era Presidente de la Cámara del Senado chileno, nos ayudó grandemente en el traslado de las armas: en sus valijas trasladamos las armas de la embajada de Argelia. Después se hicieron llegar hasta Chile y posteriormente hasta Bolivia; esto era lo más fácil, pues no había control fronterizo. En conjunto se nos dio una gran cantidad de armas”. Abuso del poder y del cargo que tenía. Noviembre de 1966. 
  En democracia, surgió el grupo terrorista y guerrillero Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), cuyos miembros desecharon la democracia liberal, optar por la vía armada y odiar al resto de los chilenos hasta el presente tal como dice su Declaración de Principios: “El MIR rechaza la teoría de la “vía pacífica” porque desarma políticamente el proletariado y por resultar inaplicable, ya que la propia burguesía es la resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar pacíficamente en régimen capitalista es la insurrección popular armada”. Noviembre de 1965. 
   En democracia, el presidente del senador, Salvador Allende declara el diario italiano Paese Sera: “Si tenemos éxito, y creo que lo tendremos, Cuba y Chile serán dos ejemplos válidos, aunque sean distintos en su fase inicial. Por lo demás, no existen diferencias, nosotros haremos el socialismo como los cubanos”. 1964.
  En democracia, los unabombers y terroristas chilenos, el socialista Jorge Arrate, Ricardo Lagos Escobar y Julio Stuardo ponen varias bombas en la primavera, donde muere uno de los portadores, el Gobierno culpa como autor al dirigente sindical Clotario Blest. Sin embargo, el líder de los trabajadores afirma: “Si no fuera por la ANEF, en especial por Tucapel, mi suerte habría sido terrible. Estaba condenado irresistiblemente a diez años de prisión. A mí se me culpaba de ser autor intelectual del bombazo. Ą Qué paradojal, yo que siempre he abogado por la no-violencia activa!. En cambio, los verdaderos culpables, como Julio Stuardo, Ricardo Lagos y Jorge Arrate, dirigentes del grupo que había colocado la bomba, sólo eran citados a declarar ante el juez instructor." 1962. 
  La personas de derecha y los militares le pueden decir a la Izquierda el título de una canción del cantante Billy Joel con plena seguridad, sin conciencia de culpa: “We Didn’t Start the Fire”.

Javier Bazán Aguirre.

sábado, junio 02, 2018

MARGINADO Y KAST... TIGADO.



Sin una metodología rigurosa, he intentado desentrañar los sentimientos y las reacciones del común de los ciudadanos sobre la cuenta pública que entregó el Presidente, llegando a la conclusión de que: fuera de los “señores políticos”, que aprovecharon la ocasión para lucirse con frases descalificadoras o con halagüeños comentarios, y; de los medios de comunicación que con sus elaborados compendios llenaron páginas y páginas, el mensaje presidencial no causó ningún impacto considerable.
Situación que era altamente predecible. Con menos de tres meses de gobierno no es mucho lo que se puede mostrar (excepto algunos errores no forzados) y lo que se señalara para el futuro no serían más que proclamas que a la opinión pública… poco convencen.
Pero así como nada importante se podía esperar de este primer mensaje presidencial, tampoco era esperable que se cometiera un error tan torpe como no invitar al ex candidato presidencial, José Antonio Kast, a un acto republicano como este.
Un detalle, que pudo ser atribuido a un simple error, ha generado gran malestar a un sector importante de la comunidad nacional, especialmente en estos días cuando las encuestas le asignan al “marginado” una adhesión de más del 14 %.
A nadie se le ha olvidado -excepto a las autoridades del gobierno- que en las pasadas elecciones, a minutos de conocidos los resultados de la primera vuelta, el “segregado”, actualmente cabeza del movimiento Acción Republicana (AR), adhirió sin condiciones al hoy en día Presidente de la República.
Se acrecientan la decepción con la política y el desencanto con el actual gobierno, cuando se constata que si algo ha diferenciado a este novel político es: su consecuencia y su estilo de llamar a las cosas por su nombre, ¡diciendo al pan pan y al vino vino!
Fehacientemente esa forma de actuar le permitió, en primera vuelta, obtener un 8% de los votos y ahora al hablar con claridad, sin temores ni complejos y diciendo las cosas por su nombre, sin medias verdades ni dobleces…. le ha permitido un significativo incremento en el apoyo ciudadano.
Queda entonces demostrado que en política, como en la vida: “las cosas (y las cuentas) tienen que ser siempre claras y el chocolate muy espeso”.
Dirá mi prudente lector que: “el gobierno está recién partiendo y que hay que darle tiempo”. Pero lamentablemente (según mis investigaciones) quienes siguen la política desde cerca han percibido, en este corto período, señales inequívocas que alimentan la sospecha de que en esta ocasión se podría repetir un escenario similar al del periodo anterior, donde se incumplieron compromisos formalmente contraídos, por ejemplo, con los uniformados en retiro.
Ahondan las aprensiones lo que está ocurriendo con los evangélicos, quienes fueron determinantes en la elección pasada y que, ahora, al sentirse defraudados por el gobierno, amenazan con pasarse a la oposición.
Por último, surge la duda de si, dada esta tendencia oficial de conducirse en forma “políticamente correcta” y con tendencia reiterada a moverse hacia la izquierda, cuando alguien actúa con consecuencia y habla con la verdad, corre el riego de ser “marginado y Kast… tigado”.

Cristián Labbé Galilea.