lunes, agosto 27, 2018

CULTO A LA MENTIRA HISTÓRICA.




En lo que lleva en el poder, el Gobierno de Chile Vamos,  ha recibido no pocos golpes, y algunos muy duros, por su error de no consensuar antes de resolver.
El heterogéneo tipo de sensibilidades al interior del oficialismo y el abuso de protagonismo por parte de algunos dirigentes, han conducido al Presidente, ministros y partidos a constantes reuniones para "abuenarse".

Históricamente, la derecha ha derrochado infinitas oportunidades de consolidarse en el poder y de salir de su tradicional 'un tercio', precisamente a raíz de disputas internas. Ha carecido, y continúa careciendo, de la generosidad indispensable para priorizar, siempre, el objetivo común: que la izquierda no gobierne.
El 17 de diciembre del 2017, una categoría mayoría le devolvió el poder perdido el 2013, y el entonces Presidente electo advirtió estar "mucho mejor preparado que la vez anterior", aduciendo que "la mejor escuela para un Mandatario es haberlo sido".

No obstante, dicha reflexión parece no estar cumpliéndose, dados los tropiezos propios que han aumentado las abundantes piedras existentes en el camino por la mayoría opositora en el Congreso Nacional.
Meses antes de tomar posesión de La Moneda, Chile Vamos hizo un minucioso harneo de todos los aspirantes a cargos públicos. Fueron chequeados todos sus antecedentes y perfiles para no equivocarse. Pero alguien no fue lo suficientemente minucioso  en los controles: a poco de asumir debió salir el jefe de gabinete del MIINSAL, más tarde un intendente, seguido por tres ministros de Estado -uno, con duración de 48 horas- y la DC le niega la sal y el agua al Presidente mientras mantenga en su puesto al subsecretario de Redes Asistenciales.

Ahora, es inminente otra confrontación interna por el anuncio presidencial de crear un Museo de la Democracia. La iniciativa está en el programa de Gobierno y en el segundo piso de Palacio, una comisión de historiadores ha trabajado desde marzo en el tema.
En un claro error de cálculo, el proyecto fue anunciado días después de que se divulgaran las expresiones de Mauricio Rojas, muy ciertas, desde luego, emitidas el 2016 en cuanto a que "el Museo de la Memoria es un montaje".

Tratándose de una iniciativa en carpeta desde la campaña electoral, no había motivos para hacer el anuncio en esta fecha tan contaminada, siendo que siempre estuvo planificado hacerlo el 5 de octubre, día de conmemoración del plebiscito que puso fin al régimen militar.

Como era de esperar, el anuncio provocó de inmediato la respuesta opositora: "el Gobierno quiere ir al empate" con el Museo de la Memoria. Es un mito hacerse a la idea de que éste, el de la Democracia, será un memorial de todas las víctimas de la izquierda extremista, que es lo que supone el concepto de "empate".

El solo hecho de la fecha pronosticada para su formalización, implica que gran parte del contenido del eventual museo se destinará al período de  "recuperación de la democracia", la que se reestableció a partir de 1990, consecuencia del triunfo plebiscitario. O sea, loas para…¡la Concertación!

Pero, cuidado, porque si se parte de dicha premisa, la futura muestra tendrá que incluir absolutamente todas las "recuperaciones de la democracia", desde que Bernardo O'Higgins se proclamó Director Supremo de la Nación, pasando por los innumerables conatos de golpes y hasta el desbanco  de Presidentes, hechos  -aunque brevísimos algunos- que fueron frecuentes en la primera mitad del siglo XX.

Es antojadizo y arbitrario que una comisión se aboque  a decidir qué o cuántos "períodos de democracia" abarcará la anunciada muestra. Es un crimen parcelar la verdad  histórica.
Se supone que la acción militar del 11 de septiembre de 1973 será totalmente omitida y, tal vez, hasta duramente atacada, pero los patrocinadores del futuro museo no pueden ignorar, ni olvidar, que ella fue consecuencia de un clamor ciudadano que demandó sacarse de encima el yugo marxista. Si bien Salvador Allende fue electo por votación, su Gobierno desde los inicios fue una genuina dictadura.

Desconoció un paquete de garantías para respetar la Constitución, vulneró las leyes de propiedad privada, negó el derecho universal de acceso a los alimentos, violó la independencia de las FF.AA. al incorporarlas a ministerios como elemento de neutralización, pisoteó el artículo de la Carta Magna que lo obliga a reguardar la soberanía nacional introduciendo clandestinamente a milicianos cubanos, infiltró unidades castrenses para generar una Guerra Civil, desechó las resoluciones legislativas y la Cámara de Diputados declaró "oficialmente inconstitucional" su Gobierno.

¿Fue el suyo un Gobierno democrático? ¿Es democrático un Presidente que en su casa de reposo se entrenaba en el uso de ametralladora? ¿Se considera democrática a una nación con parte de su población en posesión de armas para defender la revolución?
La población actual, en especial la juventud, ha sido mañosa y arbitrariamente manipulada para que no se informe ni conozca en detalles el peor Gobierno de la historia de Chile,  embrión de una sumisión al marxismo y camino a convertirse en una segunda Cuba.

Existe literatura al respecto -aunque poca, por razones obvias- y en la Biblioteca Nacional se hallan ricos archivos que prueban lo funesta, odiosa, violenta y divisoria que fue la administración inconclusa de Allende, cuya "obra sin terminar" prometió continuar, felizmente sin éxito, Michelle Bachelet con su nueva Mayoría.

Si este prometido Museo de la Democracia va a generar más deformaciones históricas como el de la Memoria, es preferible dejarlo tal como está, sólo en proyecto. Nuevamente el Presidente  ha vuelto a decidir sin consensuar previamente, y de ello dan cuenta las fricciones internas que ya está produciendo al interior de Chile Vamos el solo anuncio de su materialización. Los auténticos demócratas de este país están cansados de la entreguista rutina de rendir culto a la mentira.


Voxpress.cl

miércoles, agosto 22, 2018

EL "CASO FREI".



Un típico ejemplo de cómo se arma un cuento sin base y se lo eleva a la categoría de verdad nacional es el caso Frei. El ex presidente se operó a fines de 1981 de una obstrucción en el esófago con el médico Augusto Larraín. Un error en la operación generó una infección y una peritonitis, la que dio lugar a otra operación. A ésta el ex presidente no pudo sobrevivir.
Nadie entonces dijo nada de “envenenamiento” ni de intervención de terceros ni menos de “asesinato”, porque Frei vivió sus últimos días protegido y rodeado de sus más próximos, especialmente de sus médicos más amigos y ex ministros, Patricio Rojas y Patricio Silva, y del ex senador doctor Osvaldo Olguín, a quien le oí personalmente el relato de los errores cometidos en la operación final, pues ambos éramos directores de Banmédica en esos años.
El doctor de la primera operación de Frei, Augusto Larraín, sufrió el consiguiente desprestigio a raíz del mal resultado, pero durante más de veinte años jamás dijo nada sobre una intervención de terceros en el desenlace. Al contrario, cuando poco después de la muerte del ex presidente tuvo una hija y recibió un ramo de flores de la viuda, señora María Ruiz-Tagle de Frei, se preocupó de mandar una carta a “El Mercurio” haciendo público ese gesto que lo reivindicaba y destacando la nobleza de la señora Maruja al manifestar así su ningún resentimiento por el fatal resultado de la operación de su marido.
Sólo cerca de quince años después del fallecimiento de Frei Montalva la hija de éste, Carmen, empezó a vocear sospechas de que hubiera habido intervención de terceros en la muerte de su padre. Ya se había puesto de moda culpar de todo al régimen de Pinochet sin pruebas. Y ya los totalitarios se habían transformado en “demócratas”, los agresores en  “agredidos” y los victimarios que preparaban el autogolpe de 1973, denunciado por Aylwin en octubre de ese año, se habían transformado en “víctimas”, declaradas e indemnizadas como tales por el mismo Aylwin.
Pero nadie tomaba en serio las sospechas de Carmen Frei, tanto que el entonces director de “El Mercurio”, Juan Pablo Illanes, nos refirió en una reunión de redactores que, tras preguntarle al presidente Frei Ruiz-Tagle por la denuncia de su hermana, le había replicado: “Son cosas de la Carmen”. Nunca su gobierno se hizo parte de ellas ni investigó nada, porque no había nada. Pero en Chile, si usted consigue el apoyo de la izquierda, puede fabricar un caso a partir de nada. Sobre todo si eso hace posible formular alguna acusación contra el Emmanuel Goldstein de esta nación orwelliana (“1984”) creada bajo la “dictadura del “No” que ya dura 28 años: Augusto Pinochet.
A todo esto, en 1997 el doctor Augusto Larraín también operó a la actual senadora Isabel Allende de lo mismo que había afectado a Frei y cuando ella, al igual que éste, estaba a las puertas de la muerte con una infección generalizada, acudió al doctor Arturo Jirón, ex médico de La Moneda bajo Allende, quien procedió a operarla correctamente, limpió y esterilizó y, en parte también gracias a la menor edad de la paciente, la salvó. Isabel Allende no había tenido inconveniente en declarar de manera pública que ella no creía en el “asesinato de Frei” porque había tenido la experiencia con el doctor Augusto Larraín y sabía que sus procedimientos la habían dejado al borde de la muerte. Pero hace pocos días vi en un tuit suyo, en “La Tercera”, que ha cambiado de posición, pues ahora manifestó su apoyo a la familia Frei en su tesis del “magnicidio”. Yo tuitée entonces: “¡Oh, la política!”. Demás está decir que a la misma tesis se había incorporado con entusiasmo Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que ya no dice “son cosas de la Carmen” sino que lanza tonantes acusaciones contra Pinochet por el “magnicidio” de su padre.
A todo esto, “el que se sube a toda las micros”, Sebastián Piñera, ya en su primera presidencia se trepó al carro de los Frei y les prometió ayuda para conseguir un pronunciamiento pericial norteamericano que acreditara el envenenamiento, pero el perito de allá no encontró rastros de veneno.
Antes de eso el país había sido remecido cuando, bajo el gobierno de Bachelet 1.0, el abogado de los Frei anunció que había un informe de la Universidad de Gante, en Bélgica, confirmatorio del envenenamiento. Entonces la inefable presidenta convocó a la prensa nacional e internacional a La Moneda para denunciar el magnicidio de Frei Montalva, ocasión en que su ministra Vivianne Blanlot lanzó una frase que hizo titulares: “El horror no termina”. Lo malo fue que “La Segunda” llamó a la Universidad de Gante y allá le contestaron que no existía tal informe sobre el envenenamiento de Frei. Pero el abogado de la familia replicó: “¡Hay un informe, hay un informe!”. Sin embargo, nunca lo mostró. Finalmente, renunció al patrocinio de la causa.
Casi un cuarto de siglo después de la malhadada operación el doctor Augusto Larraín, que nunca había dicho nada, apareció en Chilevisión y al día siguiente, 19 de agosto de 2006, en “El Mercurio”, diciendo haber sido citado por el juez Madrid a declarar en la causa abierta a iniciativa de Carmen Frei:
“Guardé por 25 años el secreto de mis impresiones respecto de las razones que habían complicado la salud del ex presidente Eduardo Frei Montalva”, señaló. Pregunto yo: ¿qué médico al cual le han envenenado a un paciente se queda callado por 25 años y no lo denuncia? Bueno, el doctor Larraín le dijo a “El Mercurio” que había guardado en secreto sus dudas y sólo se las había manifestado a su primo y senador DC, Andrés Zaldívar, que tampoco dijo nada.
En esa versión de “El Mercurio” del 19 de agosto de 2006 aparece el doctor Larraín añadiendo que el juez Madrid le planteó “si pudo existir alguna contaminación externa”, a lo que Larraín respondió afirmativamente. “También dijo que Madrid le dio a conocer antecedentes que no conocía”. Y sigue diciendo el diario: “Sobre la forma en que se pudo producir esta contaminación externa, Larraín admitió que pudo no haber intencionalidad, ya que se podría haber causado por una mala esterilización”.
Hoy el caso Frei cobra actualidad porque la DC ha cerrado filas tras su “familia insignia” en la dudosa cruzada que ésta ha emprendido, pretendiendo que el gobierno de Sebastián Piñera se haga parte, pues es conocido por ceder a todas las presiones y se caracteriza, tal como su primera presidencia, por que los columnistas y opinólogos le cambian los ministros. Ahora la DC le exige pedir la renuncia a su subsecretario de Redes Asistenciales, doctor Luis Castillo, que desempeñó igual cargo durante su primera administración, pero entonces la familia Frei no se había dado cuenta de que había tenido bajo su cargo en la UC las muestras de anatomía patológica de Frei Montalva. Ahora al saberlo decidió acusarlo de haberlas ocultado y, por tanto, de ser “encubridor” del magnicidio, todo lo cual es falso, porque esas muestras se tomaron a petición del equipo médico del ex presidente (existe documento), los resultados fueron entregados a dicho equipo médico (existe documento) y hasta octubre de 2002 (veinte años después de la operación) nadie de la familia ni del equipo médico requirió esa información, según expresó en carta al diario el ex decano de Medicina UC, doctor Gonzalo Grebe. Añadió que cuando la señora Carmen Frei la pidió, se le entregó (“existe documento que puede ser público”, afirma). Es decir, cero encubrimiento y cero culpa del doctor Castillo, pero la DC sigue presionando a Piñera para que lo defenestre, cosa que nadie, conociendo a Piñera, puede desechar.
A todo esto, uno de los médicos más amigos de Frei Montalva, su ex ministro Patricio Silva Garín, que quiso ayudarlo en la secuela infecciosa de la operación de Augusto Larraín, aparece procesado como autor del “asesinato”; y otro, Patricio Rojas, ex ministro del Interior, que también manifestó no creer en la tesis del “magnicidio”, sufrió tal embate de injurias desde el seno de la DC que don Patricio Aylwin tuvo que salir en defensa de su buen nombre.
Todo lo cual prueba que usted en Chile, si quiere culpar a Pinochet, puede armar cualquier cuento y transformarlo en proceso judicial en manos de un juez de izquierda, con buenas perspectivas. Pues, según asegura el columnista sabatino de “El Mercurio”, Francisco Covarrubias, “en octubre el juez Madrid probablemente fallará que a Frei Montalva lo mataron”. Ahí tendrá usted la guinda de la torta de la decadencia moral de la “dictadura del ‘No’” que ya cumplió 28 años.
Hermógenes Pérez de Arce

lunes, agosto 20, 2018

EL MUSEO DE LA MALA MEMORIA.

(Pinche sobre la imagen para leer más claramente)


Si cualquier individuo con mediano interés consultase la definición de las palabras antes de exteriorizar su fobia ideológica, se hubiese ahorrado su rabia por las expresiones vertidas por el historiador y escritor Mauricio Rojas el 2016 sobre el mal llamado Museo de la Memoria.
En esa oportunidad, sin detentar cargo alguno, siendo un ciudadano común y corriente con derecho a la libre expresión, como se lo garantiza la Constitución, Rojas comentó que dicho museo “es un montaje”, porque -a su juicio- encapsula mañosamente una sola parte de la historia política del país.
Tiene razón Rojas. La primerísima definición de museo que hace la Real Academia Española de la Lengua (RAE) consigna que es “un lugar en que se conservan y exponen colecciones de objetos artísticos”. En una especificación complementaria, la RAE aclara que es “sin fines de lucro”.
El Museo de la Memoria fue una creación del comunismo para exhibir fotos y documentación de las peores prácticas del régimen militar. No se trata de arte ni, menos, de interés general, por ser una exposición antojadiza y parcial de la historia política del país, con más características de propaganda que de exposición.
Es una entidad privada, con directiva propia y autogestionada, sin vínculo alguno con la DIBAM (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), pero se financia con recursos públicos, incluso con los impuestos pagados por quienes son denostados y agraviados en dicha muestra. Los ingresos del personal son superiores a los funcionarios de museos públicos.
Si efectivamente se tratase de un museo de “la memoria de terrorismo político”, en sus muros debieran aparecer las víctimas de los crímenes cometidos por la izquierda, y sin represión de por medio, esto es, en plena democracia.
Recordemos a algunos a quienes la izquierda omite, pese a haber sido asesinados a sangre fría en democracia: (1971) ex ministro del Interior, Edmundo Pérez Zujovic, y cuyos autores del VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo) fueron indultados por Salvador Allende; (1973) Edecán Naval Arturo Araya; (1996) sindicalista Simón Yévenes; (1991) senador Jaime Guzmán, sin ninguno de sus asesinos preso en Chile; (1971/1973) cabos de Carabineros Luis Fuentes, Armando Cofré, Exequiel Aroca, detective Gabriel Rodríguez y subteniente de Ejército Héctor Lacrampette, y (2007) cabo Héctor Moyano, uno de cuyos asesinos del Grupo Lautaro acaba de ser dejado en libertad.
Si los deudos de las víctimas del extremismo quisieran levantar su propio museo para recordarlas, no tendrían financiamiento fiscal, no podría ser ostentoso como el de los comunistas y, de seguro, a las horas de inaugurarse sería apedreado, saqueado o incendiado.
Éste, el de los marxistas, es fruto del más satánico de los dogmas de la izquierda: borrar de su memoria los crímenes propios y, en lo posible, elevar a héroes y próceres a sus promotores del odio y, lo que es peor, a autores de genocidios y asesinatos. Con sus propias manos, el ícono de la libertad, Ernesto “Che” Guevara, ejecutó a 109 cubanos por disentir de la dictadura castrista.
Este archivo que criminaliza al régimen militar se instaló para esconder los mil días de la Unidad Popular, el gran germen del odio entre hermanos, el que, lamentablemente, hasta hoy continúa vigente.
La izquierda eliminó de su lenguaje la arenga de Salvador Allende en cuanto a que “si el pueblo quiere armas, ¡armas tendrá el pueblo!” o su obsecuente reconocimiento de que la Unión Soviética -feto del más cruel genocida que recuerde la historia, Stalin- “es nuestro hermano mayor”.
Es increíble la soberbia con que actúa la izquierda, y no sólo la chilena, sino es también asombroso cómo los demócratas del planeta aceptan que continúe imponiendo la ley del garrote, como si estuviese en su hábitat natural de la Cortina de Hierro.
Amenaza al Estado de Derecho chileno con una acusación constitucional contra ministros de la Corte Suprema porque no le agradó un fallo, pero se soba las manos con los centenares de encarcelaciones decretadas por el mismo tribunal contra sus adversarios políticos. Ahora, con una desvergüenza descomunal, consiguió que el Gobierno se deshiciera del recién asumido ministro de la Cultura, Mauricio Rojas, por su ‘delito’ de haber dicho el 2016, cuando no lo conocía nadie, que el Museo de la Memoria “es un montaje”, una verdad del porte de un buque.
¿Qué esperaban que dijera un exiliado extremista arrepentido que vivió en carne propia la sordidez y oscuros métodos de la izquierda? Obviamente, para sus cabecillas y ‘tontos útiles’ que la escoltan, había que eliminarlo de la faz de la tierra por “traidor”..
El historiador, escritor y ministro por 48 horas, como cualquier otro ciudadano hizo uso de su libertad de expresión dos años antes de serlo. Pero ésta, la izquierda nunca la ha respetado cuando sale de la boca que no sea la de uno de los suyos.
La izquierda logró voltear a un converso y ahora irá por el otro. El Gobierno tendrá que cruzarse de dedos para que al arrepentido, ex guerrillero castrista, el ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero, no se le ocurra hablar…
Voxpress.cl

miércoles, agosto 15, 2018

LA IZQUIERDA, EL PODER DETRÁS DEL PRESIDENTE.



Mauricio Rojas Mullor, ex integrante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), ex miembro del Parlamento Sueco, ex director de Contenidos y Estrategias de la actual Presidencia y ex ministro de las Culturas, de las Artes y el Patrimonio, último cargo en el que duró solo un fin de semana -hace un tiempo atrás- en el programa de televisión “Camilo” de CNN Español, manifestó lo siguiente: “…tendrían que ver el Chile de hoy donde están renaciendo todas estas tendencias que parecen no haber aprendido nada ni olvidado nada del pasado. En Chile hay que luchar fuertemente para restaurar la memoria y para también crear una esperanza…”
A continuación, al referirse sobre el Museo de la Memoria, expresó, “…. es algo para que la gente no piense, para atontarte. No hay ninguna explicación de cómo se llegó a donde llegamos. Es una forma de crearte un verdadero trauma. Es un museo de la izquierda para contar una versión falsa de la historia de Chile porque oculta esa parte importante, cómo llegamos a odiarnos de tal manera…”.
Finalmente, Rojas manifiesta que a la izquierda chilena le falta un acto de arrepentimiento en el cual se deben desprender de su capital político, reconociendo que propiciaron y crearon el camino por el cual transitaron los tanques. Termina su idea con la siguiente frase, “…decir eso, que bien le haría a Chile, que bien le haría a la juventud chilena que ha nacido con este cuento…”
Palabras y expresiones que no fueron aceptadas por quienes son el mayor grupo de presión del país y además tienen el verdadero poder político, la izquierda de Chile.
Si ser político y ser Presidente de Chile, significa no responder a quienes lo eligieron y menos a sus propios ministros (ni hablar de los ex uniformados de quien se ha burlado varias veces) entonces, no hay nada más que hacer. De seguir así, no cabe ninguna duda que el próximo gobierno será de izquierda.
Hagamos fuerza para que este presidente no siga quemando a sus ministros, donde al final del día, el único que se salva es él. ¿Quién seguirá después? Así como están las confianzas, podría ser el ministro de Hacienda o el flamante ministro de Desarrollo Social o tal vez el Ministro de Relaciones Exteriores. No me extrañaría que algún otro ministro dejara el cargo voluntariamente. Con esa lealtad -que también es exigible, de arriba hacia abajo- es difícil, “entre reto y reto”, mantenerse en La Moneda. Un poco de dignidad, por favor.
Christian Slater Escanilla
Coronel (R) del Ejército de Chile.
Oficial de Estado Mayor.
Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.
Diplomado en Recursos Humanos.
Profesor de Escuela en Inteligencia, Táctica, Ética y Topografía.

lunes, agosto 13, 2018

OTRO SORPRENDIDO DICIENDO LA VERDAD.



Los chilenos sabemos lo peligroso que es, entre nosotros, decir la verdad. Por eso no lo hacemos casi nunca. Y cuando nos sorprenden, damos toda suerte de explicaciones. Es lo que hizo el ministro de Justicia, Hernán Larraín, cuando se filtró que en un recinto de la UDI, donde creyó poder decir lo que pensaba, expresó que la mayoría de los jueces eran de izquierda. Esta verdad del porte de una catedral explica la prevaricación generalizada, la condena o el procesamiento sin base en los hechos ni en el derecho de centenares de militares, hoy presos políticos; y la circunstancia de que Chile no sea hoy, en ese aspecto, un Estado de Derecho.

Otro sorprendido ahora diciendo la verdad, y por tanto sometido a sufrir las peores consecuencias, ha sido Mauricio Rojas, el recién designado ministro de las Culturas y el Patrimonio, cartera que bajo el actual y V Presidente del “No”, Sebastián Piñera, parece maldecida por un sino trágico.  

En efecto, ayer en “La Tercera” aparece citado habiendo dicho que “el Museo de la Memoria es, más que un museo (…) un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es el de impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar. Es un uso desvergonzado y mentiroso de una tragedia nacional que a tantos nos tocó tan dura y directamente”. Y, según “El Mercurio” de hoy, también agregó que se trata de “un museo de la izquierda para contar una versión falsa de la historia de Chile (…) Es algo para que la gente no piense, para atontarte”.

Hasta ahora yo no sabía de nadie, salvo quien esto escribe, que hubiera expresado públicamente esas grandes verdades. Pues fui el único que expresó, bajo el título de “Museo de la Memoria de Hitler” y en “El Mercurio”, cuando se inauguró dicho infausto establecimiento destinado a engañar a los chilenos, que el mismo equivalía a uno que pudiera haber inaugurado Adolfo Hitler para condenar a los Aliados, mostrando las atrocidades provocadas por los bombardeos sobre Dresden y Hamburgo, durante la Segunda Guerra Mundial, en que perecieron hombres, mujeres y niños quemados por las bombas de fósforo, como si él no hubiera tenido la menor responsabilidad en la iniciación del conflicto en que se inscribieron esos bombardeos y en perpetrar similares o peores barbaridades.

El otro día tuve ocasión de repetir esa misma opinión en Radio Agricultura, de donde he sido proscrito (todos sabemos por orden de quién) desde hace ocho años. La emisora me convocó de urgencia ante la necesidad de que apareciera alguna voz de derecha, dado el clamor provocado por la supresión de los programas de Fernando Villegas, cuya censura ha suscitado la ira de auditores y, tengo entendido, también de avisadores. Pero supongo que, de nuevo, como en 2010, habrán recibido un inmediato llamado de La Moneda para que mi voz no se vuelva a oír por esos micrófonos.

Proscripción que, por otra parte, agradezco, porque durante este tiempo me pude concentrar en escribir la “Historia  de la Revolución Militar Chilena 1973-1990”, que ya va en su segunda edición y se está vendiendo bien, según he podido comprobar al firmar ejemplares de ella que me han llevado algunos compradores. Hasta en algún momento pensé dedicar la obra al autor del veto que me dio el tiempo para escribirla. Pero no quise rebajarla al nivel de la pequeña intriga política nacional. En todo caso, se confirma que “no hay mal que por bien no venga”.

Por supuesto, el ministro Mauricio Rojas se ha apresurado a desmentirse a sí mismo, ante el ataque múltiple que ha recibido de los mayores enemigos de la verdad y la democracia, los representantes de la izquierda chilena y que ejercen tan grande influencia sobre el V Presidente del “No”. Y, así, Rojas ha tuiteado en “La Tercera” de hoy el siguiente y vergonzoso mea culpa: “Sobre las declaraciones sobre el Museo de la Memoria quiero puntualizar que es una entrevista antigua que no refleja mi pensamiento actual. Además, nunca he minimizado ni justificado las inaceptables, sistemáticas y gravísimas violaciones de derechos humanos ocurridas en Chile”.

Un converso-desconverso, pero digno ministro de este V Presidente del “No”, que jamás corre el riesgo de ser sorprendido diciendo la verdad ni menos correrá el de mermar el presupuesto de nuestro autóctono equivalente al "Museo de la Memoria de Hitler".

Hermógenes Pérez de Arce.

jueves, agosto 09, 2018

LA "COMANDANTE" Y LOS DERECHOS HUMANOS.



Alta Comisionadade Derechos Humanos, hasta el título es rimbombante. Tal vez la Comandante Claudia se hizo merecedora de tan ilustre distinción gracias a su experiencia en el tema. Recordemos su trayectoria: Apoyó al gobierno marxista de Salvador Allende, donde su padre, el ex General condenado por traición a la patria, fue jefe de las JAP, organismo estatal que racionaba el alimento, ante quien pretendía comer algo, debía humillarse e inscribirse ¡Punto para Michelle!

Fue miembro, simpatizante, cómplice, o ayudista, no lo tengo claro, del MIR y el FMR, grupos terroristas dedicados a matar, secuestrar, colocar bombas, internar armas al país y demás actividades atentatorias en contra de los derechos humanos. Además convivió con el vocero del FMR en la época de mayor actividad del grupo, fulano que murió días antes de prestar declaración ante tribunales, en un extraño accidente automovilístico que pasó sin pena ni gloria por los medios de comunicación chilenos.

Vivió voluntariamente en la ex RDA, idílico lugar donde unos espiaban a los otros, donde se construyó el muro para que nadie arrancara de tan cómodo paraíso, donde su madre asegura no haber visto jamás nada raro ni atentatorio en contra de los derechos humanos. Años después, su partido, el socialista, usó toda su influencia para recibir en Chile al tío Erich y la tía Margot, pareja de criminales que jamás fueron molestados por las autoridades chilenas por cositas de poca importancia para los rojos, como crímenes de lesa humanidad y “pequeñas humillaciones” que solo los derechistas cometen.

¿Recuerdan el día en que la Comandante Claudia visitó La Habana y Fidel Castro accedió a entrevistarse con ella? Salió corriendo, emocionada, tal como un niñito chico en Disneylandia, y por eso casi se sacó la contumelia. Bochorno nacional, aunque poca cosa comparada con la visita ante Dios.

¿Y el SENAME y su respaldo a su “amigui” Javiera Blanco? ¿Y los derechos humanos de todos esos niños? ¿Y el premio a Javierita en el Consejo de Defensa del Estado? Y esto no es todo, podríamos cmocontinuar y continuar. Disculpa Claudia por no seguir tirándote flores oye, pero no tengo mucho tiempo. Te lo quedo debiendo para la próxima vez.

¡Ufff! La Michelle tiene una experiencia en derechos humanos de este porte.

Blog de Máximo.

sábado, agosto 04, 2018

DELINCUENTES VERSUS DELINCUENTES.



"No cometa delitos, ¡combátalos!" debería ser la consigna de todos quienes están encargados de la seguridad pública y de la paz de la población. Debe ser una de las contradicciones más asombrosas el que actúen como delincuentes quienes tienen que perseguir a los delincuentes.
Carabineros manchó para siempre su prestigio a causa del millonario desfalco interno y del discrecional uso de los gastos reservados que, entre muchas otras irregularidades, llevó de vacaciones a China al defenestrado (ex) Director General Bruno Villalobos.  Pero el Gobierno socialista le tenía reservada otra dura sorpresa al país con un modelo similar: la Contraloría General de la República detectó que, al 2017, se extraviaron -robaron, más exactamente- $123   millones…¡en la Subsecretaria de Prevención del Delito! Dichos dineros no están por ninguna parte, pero uno de los dos ex jefes que estuvieron a cargo de ese servicio durante la administración de Michelle Bachelet, dio pistas: "se trató de pagos por favores políticos".  
Entre los destinatarios de ese millonario monto, supuestamente para combatir el delito, hubo enfermeras, ingenieros forestales, técnicos hoteleros, profesores, contadores y muchas otras personas sin oficio conocido que recibían pagos mensuales de $2, 3 o más millones. Sólo en el último mes de la Nueva Mayoría en el poder, la Subsecretaría  contrató a 122 'funcionarios' sin ninguna experiencia en el trabajo contra el delito y que ni siquiera alcanzaron a pisar las oficinas del organismo.
Simultáneo a ello,  escaseaban los recursos para adquirir medios eficaces para la lucha contra la delincuencia.
Al asumir en 2014, Bachelet anunció su  Plan Nacional de Seguridad Pública y Prevención de la Violencia, llamado "Seguridad para Todos", a cargo de la Subsecretaría de  Prevención del Delito.

Naturalmente, este descubrimiento de la Contraloría no está consignado en legado alguno de la ex Presidenta y  calló por un rato a su entorno que la sigue entusiasmando para que vuelva a ser candidata presidencial.
Cuando lanzó el plan, Bachelet proclamó que “sabemos que mejores resultados en seguridad pública también significan más libertad, mejor calidad de vida y un país menos desigual”. Conclusión: al terminar su presidencia, la victimización aumentó a un 60% en vez de disminuir en un 10%, como lo prometió. Y eso que aumentó el presupuesto de la Subsecretaría de $10 mil a $40 mil millones.

Sin un atisbo de rubor, el Subsecretario de Prevención del Delito que más duró en el pasado Gobierno (2014/2016), Antonio Frey, confesó que "los favores políticos se pagan de manera transversal en todo el aparato estatal; yo no puedo hacerme responsable por un sistema político que distribuye los cargos". Su sucesor Óscar Carrasco (2016/2018) prefirió no abrir la boca.
El informe de la Contraloría explica los obstáculos con los que se enfrentó para no dar con el destino del dinero:  ausencia de un instrumento que permita medir el grado de cumplimiento de cada meta y carencia de documentación que diera cuenta del estado de avance detallado del plan. Apenas, una planilla Excel.
O sea, frente al desenfrenado avance de la delincuencia pública, la Subsecretaría oponía inacción. De las 27 metas fijadas, 16 tuvieron impacto cero, no se cumplieron. "No podía saberlo porque carecía de instrumentos de medición" respondió el ex subsecretario Frey.

Si no fuese tan impactante el desmadre delictual para la ciudadanía, estos $123 millones 'perdidos' tendrían que sumarse al tremendo forado fiscal que dejó como legado la administración de Bachelet, y punto Pero lo gravísimo de esta malversación es que se produjo específicamente en la entidad responsable de hacerle frente al principal problema que la población urge que se le solucione.

En cuanta encuesta se hace, y del origen que sea, los ciudadanos ubican en el primer lugar de sus inquietudes su propia inseguridad, por encima de temas históricamente prioritarios, como la salud, la educación y el empleo.
Como nadie del Gobierno socialista ha tenido el coraje de dar la cara ante la comisión de deshonestidades como éstas, habrá que concluir que ellas están en su ADN. De ahí que resulte insólito que sean estos mismos 'manilargas' los que hoy exigen al Gobierno que endurezca  las medidas anti-corrupción.
Parece chiste: el ladrón detrás del juez.

Voxpress.cl