miércoles, enero 26, 2022

EL PARTIDO COMUNISTA, DE REGRESO A LA MONEDA.

 



Pocas expectativas pero casi una obsesiva y morbosa curiosidad originaron la nominación del primer gabinete ministerial del pacto Apruebo/Dignidad que, se supone, dirigirá los nubosos destinos del país por los próximos cuatro años.


Desde la misma noche del 21 de noviembre, la población asumió que si bien en los terrenos de esta nueva izquierda, como se le ha dado en llamar, las cosechas no son generosas -es cosa de ver la guía de convencionales constituyentes-, el Presidente Gabriel Boric, si bien los quería cerca, no iba a abrirle la llave a la izquierda conservadora, odiada -así de simple- por el Frente Amplio y el PC.


Era, y es, precisamente en ese sector, el de la izquierda de caviar, donde se hallan los políticos más experimentados, con más competencias y de mejor ‘muñeca’ para conducir a un equipo ministerial por tierras tan fangosas como las que le esperan al pacto extremista.


Prueba de ello es que habiéndose negado Andrea Repetto, economista de la nueva ola, para asumir en Hacienda, la nueva generación gobernante echó mano a uno muy antiguo de la vieja generación, Mario Marcel (PS), con años metido en los números fiscales y –hasta el 20 de enero- cabeza del Banco Central. Su designación, de inmediato puso en verde las cifras de la Bolsa de Comercio.


A juicio del amplismo y, aunque con reservas, del comunismo, fue esta izquierda añeja, trasnochada y conservadora la que impidió el avance revolucionario que era de toda lógica que se plasmara con posterioridad al régimen militar. Los politiquitos treitones y cuarentones de esta intrépida y renovada izquierda, aspiran a “recuperar el tiempo” y avanzar como un rayo hacía lo que le llaman “transformaciones profundas”, esto es, cambiarlo todo porque todo lo hecho anteriormente hecho, está malo, no sirve. Desde esta perspectiva, el mazo de cartas ministeriales se enfocó en quienes están en “la nueva onda”, por su asimetría de pensamientos y de aires revolucionarios.


De este equipo, el que más aporta es el Frente, pero a excepción de la SEGPRESS, sólo en carteras sectoriales.


De esa izquierda polvorienta, ésa “culpable de 30 años de retraso”, el Presidente y su grupo asesor privilegiaron al partido que más cerca estuvo de incorporarse al pacto Apruebo/Dignidad antes de las primarias: el PS. En su oportunidad, Boric y su competidor interno Daniel Jadue, invitaron a Paula Narvaéz a subirse a su carro, a condición de que se olvidase del PPD y de la DC. Antes de la primera vuelta, la diputada Maya Fernández y sus adherentes notificaron a Boric que votarían por él y no por su candidata (Paula Narvaéz ).


Tanta devoción e hinchismo fueron premiados en la designación del gabinete: Maya Fernández y el todavía senador Carlos Montes, al margen de Marcel.


El Mandatario electo fue más allá de su promesa de que su gabinete sería paritario, ya que el número de hombres (10) es inferior al de las mujeres (14), ello dado su fuerte apego al feminismo. Se decidió, incluso, por una antigua y muy querida polola suya por años, Javiera Toro, nieta del comunista Carlos Toro, quien fuera Director de Investigaciones de Allende.


Le dio una privilegiada representación a su Frente Amplio -Revolución Democrática, Convergencia Social, Comunes-, desde donde provienen emergentes personajes como Giorgio Jackson (SEGPRES) y Antonio Ávila (Educación).


Oficialmente, en el gabinete hay 8 “independientes”, pero lógicamente ninguno de ellos, neutral.


Consciente de su debilidad en el Legislativo, a última hora, y con el pesar del PC, afianzó la extensión de la fidelidad parlamentaria con un ministro para el Frente Regional Verde, otro para el PR, un independiente PPD y hasta uno para el diminuto Partido Liberal. Un granito de maíz para cada uno.


Boric es consciente de sus limitaciones y, por lo mismo, es una persona receptiva, que escucha y acepta consejos, toda una novedad en La Moneda a partir del 11 de marzo. Prueba de ello es que eligió como du jefe de gabinete a un abogado de su generación y asesor suyo como diputado en materias de DD.HH. y pueblo indígenas. Fue él, Matías Meza-Lopeandla, quien le sugirió que modigerara su tono y sus mensajes para la segunda vuelta.


Un rol tan trascendental como determinante jugó para Boric la ex presidenta del COLMED, Izkia Siches, quien diseñó el puerta a puerta para la segunda vuelta, traspasándole su propia y atemorizante imagen de amenaza a su adversario, al cual se le tildó de “hijo activo de la dictadura”. Fue ella quien revivió el comando electoral y ahora maneja el equipo de instalación del Gobierno.


De fuerte personalidad y con ideas claras de cuál debe ser el rumbo del Gobierno, Izkia Siches, la nueva ministra de Interior será la que maneje los hilos, la que imponga los criterios en la Comisión Política y la que se coordine con la retroexcavadora tripulada por los estratégicos Jeanette Jara (Trabajo), Flavio Salazar (Ciencias) y Camila Vallejo (SEGGOB), tres pesos pesados del Comité Central PC.


Siches fue, por años, militante del PC y activa agitadora escolar y universitaria de las JJ.CC-, lo que le da un plus para sintonizar con quienes aspiran a apurar el ritmo, dialogar menos e imponerse sobre el desorden que caracteriza al amplismo.


Entre 1970 y 1073 fue la última vez que el PC fue Gobierno, instalado en La Moneda y con poder, de tal modo que éste se puede considerar un debut después de casi medio siglo. (Marcos Barraza, hoy convencional, fue solitario ministro comunista en el segundo Gobierno de Bachelet). Consciente de la pugna muy pareja que se vine entre Ejecutivo y Legislativo, el PC advirtió que “estaremos con un pie en La Moneda y con el otro en la calle”, sumándose a la primera protesta contra Boric, apedreando su cuartel general en avenida Condell.



Este primer gabinete de Apruebo/Dignidad no hay que observarlo simplemente con curiosidad y casi con un cariño maternal para descubrir a una hilera de desconocidos, sino hay que mirarlo con el recelo propio que origina el hecho que en su interior hay afiebrados portavoces del terrorismo en La Araucanía, que guardan silencio ante la ola de fríos crímenes de inocentes agricultores; que se niegan a firmar cualquier documento que condene la violencia y que respaldan a Corea del Norte, censuran las rebeliones democráticas de los jóvenes hongkoneses, que estimulan con fervor las dictaduras de Venezuela y Nicaragua y que son devotos defensores de la “democracia” -la única para ellos- de la Cuba castrista.
Raúl Pizarro Rivera.

domingo, enero 23, 2022

UN AGENTE CUBANO EN CHILE: LA HISTORIA DEL PADRE DE LA NUEVA MINISTRA DE DEFENSA @Mayafernandeza

 

Maya Fernández Allende es hija de Luis Fernández Oña, el verdadero representante de Fidel Castro en Chile durante el gobierno de Salvador Allende.

La futura ministra de Defensa del gobierno de Gabriel Boric, Maya Fernández Allende, es una declarada simpatizante del régimen cubano y las razones no son solo ideológicas. Junto con vivir en ese país hasta los 21 años, la hasta ahora diputada es hija de quien fuera agente de inteligencia de Fidel Castro, Luis Fernández Oña, su verdadero representante en Chile durante el gobierno de Salvador Allende. 

De familia pobre, Luis Fernández Oña nació y se crió en el barrio Centro Habana. Tenía 15 ó 16 años cuando comenzó a involucrarse en la vida política, participando en las manifestaciones contra la dictadura de Fulgencio Batista. Durante la lucha clandestina adoptó la “chapa” de “Luis Fernández Oña” -no nació con ese nombre-, que posteriormente legalizó. Después del triunfo de la revolución, el 1 de enero de 1959, integró durante unos meses la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), que sustituyó la fuerza represiva de Batista.

En los 60 logró ascender en el aparato diplomático del régimen cubano hasta ingresar al Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, liderado por Manuel “Barbarroja” Piñeirola instancia había sido creada para lograr la colaboración con las agrupaciones revolucionarias de la región.

Fue en este contexto que surge su relación con Chile, particularmente debido a dos eventos que resultaron fundamentales para la izquierda de la época: la organización de la conferencia en La Habana de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL) en 1966, que fue presidida por el escritor chileno Manuel Rojas; y, un año después, la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, liderada por el entonces senador Salvador Allende. Ambas instancias le sirvieron para establecer contacto con los dirigentes de la izquierda chilena, lazos que se mantendrían hasta el Golpe de Estado de 1973. De hecho, hasta antes de la asunción de Allende a la presidencia, la función de Fernández era precisamente recibir a estos dirigentes en la isla.

En uno de sus viajes a Chile Fernández Oña conoció a Beatriz Allende, hija de Salvador Allende, quien entonces era senador. Iniciaron una relación y se casaron, convirtiéndose en yerno del futuro Presidente y el máximo representante de la línea intervencionista dictada por Castro. En septiembre de 2007, él mismo relató a la revista Punto Final N°647: “Yo había recibido, como encargo del Presidente Allende, cuatro archiveros que contenían documentación reservada. En un par de ocasiones le pregunté si quería que esos archivos se mandaran a Cuba, para protegerlos. Tenían documentos, grabaciones de reuniones de la Unidad Popular, fotografías, en fin. Me dijo: ‘Ud. debe encargarse de que estén seguros y de que nadie los conozca. Y si hay un golpe militar y están en peligro, quémelos’. Así lo hice, quemé todo”.

“Nexo privilegiado” entre el régimen castrista, la familia Allende y la UP

“Castro nunca creyó que una revolución verdadera pudiera hacerse con libertades públicas, elecciones periódicas, pluralidad de partidos, prensa libre, etc. Por eso desconfió del camino legal y pacífico de la izquierda liderada por Allende”, escribe Sergio Muñoz Riveros en su ensayo “Allende y la intromisión cubana”. Fue así como frente a la elección presidencial de 1970 mantuvo una actitud escéptica respecto de la posibilidad de triunfo de la izquierda, pero un mes antes cambió de opinión y dijo que, como cosa excepcional, una victoria electoral podría abrir paso al socialismo. “Producido el triunfo de Allende por mayoría relativa, Castro aprovechó la amistad con él y las simpatías que tenía en el Partido Socialista para maniobrar con vistas a ganar posiciones en el entorno del líder chileno”, continúa Muñoz Riveros. 

Inmediatamente después de ser elegido en el Congreso Pleno, Allende restableció relaciones diplomáticas con Cuba. El encargado de abrir la embajada cubana en Santiago fue Luis Fernández Oña, oficial de la Dirección General de Inteligencia (DGI), quien asumió como encargado de negocios, pero cuya autoridad estaba por encima del embajador. 

“La sede diplomática fue en realidad un enclave político de Castro en Chile para influir en el rumbo del gobierno de Allende”, asegura Muñoz Riveros. Y Luis Fernández Oña ejerció como nexo privilegiado entre el régimen castrista, la familia Allende y la izquierda que conformaría la Unidad Popular. 

Al exilio en Cuba con Maya Fernández de poco más de un año

Fernández Oña fue además testigo directo de la forma en que la izquierda vivió el Golpe de Estado de 1973. “El armamento (en la embajada cubana) estaba compuesto básicamente por fusiles AK y lanzacohetes RPG-7. Nuestras instrucciones eran claras: proteger la embajada y prestar apoyo si el presidente Allende lo pedía. Pronto quedó claro que eso no iba a ocurrir. Allende estaba decidido a permanecer en La Moneda y se había jugado para impedir una guerra civil. No iba a aceptar que cubanos se enfrentaran con chilenos”, recordaría en el año 2007 en la revista Punto Final. “Un poco después, llegó a pedirnos armas Andrés Pascal, con Arturo Villabela y otros dos compañeros del MIR. Venían desarmados y les dimos unas pistolas para su propia defensa. Discutimos. Valoramos lo que hacían, pero decidimos no entregarles armas. Por una razón: no existía un operativo que garantizara que esas armas iban a llegar a destino. Lo más probable es que cayeran en manos golpistas. Así se les dijo. Fue triste. Tuvieron que irse. Trataron de detenerlos a la salida de la embajada y dispararon un par de tiros, para abrirse paso”, agregó.

Las vivencias de Luis Fernández Oña en Chile terminaron la noche del 12 de septiembre de 1973, cuando salió rumbo a Cuba con Beatriz, su hija Maya, que entonces tenía poco más de un año, y una guagua que venía en camino, Alejandro, que nació en La Habana. Tiempo después, Luis y Beatriz se separaron. Beatriz entró en una profunda depresión y en 1977 se suicidó. Sus hijos quedaron a cargo de Mitzi, hermana de Miria “Payita” Contreras, secretaria personal de Allende.

En los últimos años, Fernández Oña cada cierto tiempo viajaba a visitar a su hija Maya, hasta que la diabetes se lo impidió. Falleció en diciembre de 2016.

Ellibero.cl