martes, mayo 26, 2020

TODOS ESTAMOS EN PUNTA PEUCO. #IGualdadAnteLaLey



Piñera y la izquierda, que tanto daño han hecho a Chile, han logrado derribar la última barrera que había para defender la supremacía de la Carta de 1980, el Tribunal Constitucional.
Habiendo perpetrado la agente designada de Piñera para presidir dicho Tribunal, asesorada por la periodista de extrema izquierda, Mónica González, una última canallada impune, como ha sido negar a los Presos Políticos Militares el arresto domiciliario que una ley discriminatoria ha dado a cuatro mil delincuentes, lo único que cabe es celebrar la «justicia divina» de haber condenado a todo el pueblo que permite semejante desvarío a estar recluido en parecidos términos a los que soportan esos presos políticos.
Pienso en mi sobrino en segundo grado, Carlos Blanco Plummer, ya cerca de cumplir cinco años y un día por un delito inexistente (haber pasado su revólver, en los años 80, a un camarada de armas que se lo pidió y con el cual imprevistamente se suicidó). Estaban ambos recién egresados de la Escuela Militar, haciendo guardia en un regimiento del sur, cuando lo anterior sucedió. Mi sobrino después se retiró del Ejército y se labró un buen pasar como hombre de negocios, hasta que el perverso incentivo creado por las «leyes Aylwin» indujo a familiares del suicida a querellarse por «crimen de lesa humanidad».
La dictadura roja y prevaricadora imperante lo condenó, pasando por sobre la verdad de los hechos, la cosa juzgada y la prescripción y ordenó al fisco pagar una millonaria indemnización a los querellantes. Últimamente hasta ha desconocido a mi sobrino y a los demás PPM los derechos y beneficios «humanitarios» prodigados por una ley discriminatoria (y por tanto inconstitucional) al común de los demás condenados. 
Entonces este último ex baluarte, hoy ya caído, de la constitucionalidad, ha estimado, por siete votos contra tres, que no constituye discriminación el negársele a los PPM el beneficio concedido a cuatro mil otros reos de variados delitos reales.
¿Merecemos o no, como pueblo que ampara y permite estas injusticias, la condena indefinida que el destino nos ha deparado a vivir un largo período –cuyo término no se avizora– de limitación obligada de nuestra libertad? 
Hermógenes Pérez de Arce.

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