sábado, febrero 15, 2020

HERMANADOS POR LA ESTUPIDEZ.



Sin conocerse en esa instancia, ambos tuvieron como formación académica la dura Universidad de Concepción en sus movidos tiempos de oposición al régimen militar  y los dos formaron parte de las juventudes socialistas del plantel, punto de partida de sus desenfrenadas carreras políticas. Por coincidencia, ambos son padres de seis hijos.

Uno rápidamente dejó las filas del PS para unirse al Partido Comunista, y el otro militó largo tiempo y fue dirigente regional socialista hasta que lo abandonó para fundar, primero, el MAS y, después, el PAIS, dos movimientos que tuvieron la osadía de proclamarlo precandidato presidencial.

El primero de ellos es el diputado por un distrito oriente de Iquique, Hugo Humberto Gutiérrez Gálvez, y el otro es el senador por Bío Bío costa, Alejandro Navarro Brain.

Tienen en común que son dos odiosos personajillos de la política criolla que, a muy temprana edad, confundieron la fidelidad a una ideología con las bajas pasiones  y con la aversión hacia todo lo que, a título personal, no les resulta de su agrado. Permanentemente se mantienen en la cresta de la ola del enjuiciamiento público por sus desatinadas actuaciones, pero, últimamente, rompieron todos los límites de la siempre frágil convivencia política.

Ambos merecían, de sobra, ser llevados a las respectivas Comisiones de Ética de ambas Cámaras. Pero como ésta no es uno de los bienes del Poder Legislativo, sus gravísimos desaciertos no fueron materia de reconvención o de sanciones por parte de  sus colegas. La única inquietud del mundo político –de izquierda- fue que “sólo contribuyen a reforzar la campaña del terror de la derecha para que la gente tenga más miedo y, así, vote por el rechazo a una nueva Constitución”.

El 21 de enero, el Tribunal Constitucional acogió a  trámite el recurso de destitución de Gutiérrez, debido a la denuncia de  diputados oficialistas que lo acusaron de incitar al odio y alterar el orden público, luego de que en su cuenta de twitter publicara dibujos de niños donde él aparecía matando al Presidente de la República.
El diputado no demoró en ‘ningunear’ al TC, diciendo que carece de facultades legales para juzgarlo y que en la denuncia en su contra “no hay una sola mención a los dibujos”…

Todavía sin salir de esta tormenta, se anotó otro reconocimiento del extremismo izquierdista, al elogiar públicamente una acción terrorista en la capital de la Segunda Región en que se intentó quemar vivos a carabineros al interior de un furgón: “Antofagasta la lleva” escribió en su twitter, recibiendo los elogios de los encapuchados de todo el país.

El diputado (59) es abogado, experto en tributación, fue académico en la extinta universidad comunista ARCIS y pertenece a la reserva del Ejército con el grado de sargento segundo. Siendo aún un lactante fue adoptado por el suboficial de Inteligencia Hugo Gutiérrez Lagos y su esposa Margarita Gálvez, pero bastó que se incorporase a las Juventudes Almeydistas del PS para que los desconociera y olvidara para siempre: ni siquiera asistió al funeral de su padre legal.

Como figura promisoria del PC, fue concejal por Estación Central y perdió la elección de alcalde frente al UDI Rodrigo Delgado.

El ex senador PS por Iquique, Fulvio Rossi, lo acusó de haber estado detrás de la campaña de desprestigio que lo dejó sin representación parlamentaria.

Alejandro Navarro Brain (62) es un incondicional ‘madurista’, habiéndole jurado lealtad al dictador Nicolás Maduro, y que predica que “el chavismo es un movimiento con potente influencia en todo el mundo”… El senador, debe recordarse, estuvo presente en la reunión del Foro de Sao Paulo, en Caracas, donde se tramó el Golpe extremista del 18 de octubre.

Tiempo atrás se graduó de corrupto, al intentar cobrar seguro de accidente laboral un volcamiento que sufrió en una moto de nieve en unas termas de Ñuble. Poseedor de un gran sentido de la desubicación, a una ceremonia oficial por las Fiestas Patrias en Talcahuano asistió con…un gorro de lana de Colo Colo.

Navarro compartió sus estudios de básica y media en Recoleta y Conchalí con el trabajo de barnizador y artesano joyero, hasta que ingresó a la Universidad de Concepción a estudiar pedagogía en Filosofía, tras un fracasado intento en Historia en la U. Católica de Valparaíso.

Apenas llegado a la capital regional del Bío Bío destacó por su caudillaje político entre los universitarios, llegando a ser presidente de la federación de alumnos. Integró el Comité Central del PS, pero por sus relaciones de amor y odio, abandonó sus filas tentado por la ambición de carreras presidenciales, primero en el MAS y luego en el PAIS.

Declarado admirador y ferviente partidario de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, no hay otro político chileno con más invitaciones que él a celebraciones, asambleas y hasta fiestas personales de los tiranos de Venezuela.
Se ha negado de modo terminante a reconocer que en dicho país hay una dictadura: “es una democracia plena, porque sus autoridades son auténticamente electas por el pueblo”. Niega, por lo mismo, “la más mínima posibilidad” de que Maduro viole los derechos humanos, sin embargo, en las ocasiones en que se halla en Chile, es quien lleva la voz en el Senado por los atropellos a las libertades en el país.

Hipócritamente,  en su calidad de presidente de la Comisión de DD.HH. de la Cámara Alta, organizó un Congreso Latinoamericano en el salón de honor de la sede parlamentaria en Santiago, para lo cual invitó a Wilma Rousseff, Evo Morales y Baltasar Garzón, tres insignes corruptos internacionales. Sólo llegó el español.

Para este festín en contra de Carabineros y del Gobierno, hizo ingresar al salón de honor  a una delegación de encapuchados para que los invitados les rindieran homenaje como “héroes de la resistencia a la represión”. En su discurso expresó que “este tipo de encuentros los repetiremos en todos los países donde se violen los derechos humanos”, anunciando que el próximo será en Ecuador, desde donde el socialismo fue desplazado junto con la huida de su corrupto líder Rafael Correa.

Fiel a la conducta de los cobardes, guardó un hermético silencio cuando en plena sala del Senado, su colega de EVOPOLI Felipe Kast lo enfrentó, tratándolo de “caradura”, “por manchar un ícono republicano, homenajeando a extremistas vandálicos, mientras calla sobre las violaciones a todo un país como lo hace el dictador Maduro”.

La política, sea mala como la chilena o buena como la de otras naciones, suele llevar a extremos los debates ideológicos, y ello se entiende porque frente a carencia de contenidos y argumentos, trata de imponerse quien grita más o…quien habla más estupideces, como estos casos específicos del diputado Gutiérrez y del senador Navarro. Con sus odiosidades y fanatismo no le hacen el juego a alguien en particular, como afirman sus colegas en un empeño por defenderlos, sino que se reflejan a sí mismos, como seres despreciables, y cuyo adoctrinamiento ideológico les borró de la cabeza lo poco y nada bueno de lo que les había alcanzado a aportar la vida, antes de optar por el peor de los caminos.

Raúl Pizarro Rivera.

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