lunes, septiembre 30, 2019

PARA LA JUSTICIA ES PECADO SER CARABINERO.



La Justicia chilena, con cierta frecuencia,  desnuda ante el país sus más aberrantes contradicciones,  que se han enraizado en los tribunales tras la puesta en marcha de la garantista reforma al sistema procesal penal. La población ha asumido como cruel realidad que, hoy,  se prioriza la presunción de inocencia por sobre el delito en sí, esto es, mientras no haya pruebas irrefutables y convincentes, el delincuente no puede ser imputado, ni menos condenado.

A la simple vista de hechos cotidianos, el 98% de los autores de delitos, son reincidentes, independiente de su edad. Recientemente, un malhechor capturado tenía ocho órdenes de detención pendientes, dos de ellas por homicidio: andaba libremente por las calles. Si bien el nuevo sistema contribuye a este desmadre de la delincuencia, la gran responsabilidad la tienen los jueces a quienes, en términos generales, se les define como prevaricadores –dictan sentencia a sabiendas de  que no hacen justicia-, pero, en rigor, son individuos prejuiciados por motivaciones ideológicas. Si el acusado sintoniza con los ‘valores’ del magistrado, hasta puede irse libre de polvo y paja, aunque haya protagonizado una muerte por atropello.

El generalizado sentimiento de injusticia de la Justicia entre la población tiene al Poder Judicial en el penúltimo lugar de evaluación de las instituciones, apenas un puesto más arriba que los peores de los peores, los políticos y, desde luego, el Poder Legislativo.

Un juez de garantía condenó a 22 años de cárcel a un suboficial de Carabineros por agredir a una comerciante ambulante. La única prueba en su contra fueron testimonios de vendedores informales callejeros, respecto a quienes la Municipalidad de Estación Central solicitó a la policía que los sacara de la vía pública por ser competencia ilegal al comercio establecido, por originar disturbios, por acosar a transeúntes, por participar en delitos y por increpar y agredir a los guardias de la comuna que los fiscalizan.

El país conoció -por imágenes de la televisión-  enfrentamientos con cuchillos de ambulantes en pleno centro de Concepción, a piedrazos y puñetes en calles de Viña del Mar y de protestas violentísimas en avenidas de Temuco. Las municipalidades de las principales ciudades del país están desde hace años dando una lucha franca a los vendedores ambulantes y hasta existen ordenanzas que multan a quienes adquieren su mercancía ilegal. En la diversidad de quienes se instalan en las veredas, y se pelean por el mejor derecho de un lugar, se guarecen delincuentes comunes buscados por la policía.

El sargento Francisco Arzola Ruiz, a pedido de la Municipalidad de la Estación Central, dirigió una patrulla para  fiscalizar a los comerciantes ambulantes y sólo permitir el trabajo de quienes cuentan con el permiso respectivo. Durante uno de estos controles fue increpado por una comerciante, ante lo cual el suboficial ordenó a sus subalternos llevarla al bus para trasladarla a la comisaría y proceder a citarla al Tribunal de Policía Local.

Al interior del vehículo, y todo fruto exclusivo de la versión de la ambulante, ella dijo haber sido maltratada por Arzola y tomada de su cuello para tranquilizarla. Este testimonio fue avalado por otros tres comerciantes que también fueron introducidos al bus policial. Las denuncias de los detenidos fueron las únicas pruebas que tuvo a la vista el juez de garantía para condenar al sargento Arzola… ¡por  torturador!

Es oportuno recordar que el presidente del Senado, el profesor de Castellano Jaime Quintana (PPD) atropelló y dio muerte a un carabinero que intentó controlar la velocidad de su automóvil en la ruta que une Vilcún con Temuco. Se negó al alcotest, no pisó una comisaría y la Justicia ni siquiera ha fallado acerca de una indemnización para el fallecido policía.

La Corte ratificó la libertad para quienes, en Las Cruces, fueron sorprendidos con su auto lleno de armamento, y los uniformados  que hicieron el hallazgo fueron sumariados, porque el tribunal consideró que excedieron sus funciones… Días atrás, de visita en casa de su padre, un carabinero sorprendió a un delincuente robándole su auto y, al escapar, lo baleó La Fiscalía ordenó su aprehensión y un juez lo dejó en prisión preventiva.

Dada su “violencia innecesaria””, al carabinero Arzola lo condenaron a 22 años de cárcel, en tanto a quien le extrajo los ojos a Nabila Riffo y trató de matarla, en Aysén, lo  sentenciaron a una pena de 18 años de presidio, tras un juicio mediático que duró meses y con una infinidad de pruebas.

Una cosa, muy respetable, es hacer justicia, pero otra, repudiable, es sentarse en ella. Bien lo sabe el ahora ex sargento de Carabineros, dado de baja con especial premura de su institución.

Raúl Pizarro Rivera.

martes, septiembre 24, 2019

(VIDEO) EL SHOW DE GRETA.



“Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y sin embargo, soy de los afortunados. La gente está sufriendo. La gente se está muriendo”. Así empezaba la sueca Greta Thunberg su discurso en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, para luego quebrarse y evidenciar una mezcla de ira y desesperación en su mirada. Una puesta en escena memorable, para una figura que en menos de un año ha logrado concitar la atención mundial y convertirse, rápidamente, en el símbolo planetario de la lucha contra la llamada emergencia climática.
Su actuación en las Naciones Unidas es la antesala de su viaje a Chile para participar en la Conferencia de las Partes (COP25), y donde muchos aspiran a que los países acuerden ambiciosas metas de reducción de emisiones, para ponerle atajo al comienzo de la extinción masiva que augura la joven sueca. Greta viene a Chile y muchos desde ya se frotan las manos para recibirla y hacer propio su discurso anti-extractivista y que busca, en el fondo, cuestionar nuestro insostenible modelo de vida.
Hoy por hoy, oponerse a los postulados transmitidos por Greta Thunberg y a los acuerdos de París o de la ONU es un suicidio político. “Negacionista” dirán algunos, sumándose a la corriente totalitaria que busca imponer un solo modo de pensar y reaccionar en todo orden de cosas. “Inconsciente” dirán los más moderados, buscando cuestionar el derecho que tenemos de tener una visión alternativa de cómo interpretar ciertos datos y, principalmente, de cómo se están abordando las soluciones en muchos de estos casos.
El cambio climático existe y es una realidad, perceptible en nuestro entorno físico pero también una deducción objetiva a partir del análisis de los datos científicos disponibles sobre aumento de la temperatura global, la crecida de los océanos y el derretimiento de los hielos. Pero esta realidad no nos puede obligar a aceptar sin más las obligaciones que nos quiere imponer la jerarquía mundial, especialmente a los países en vías de desarrollo o derechamente subdesarrollados.
¿Por qué Chile debe comprometerse a la par de países desarrollados que, actual e históricamente, han emitido muchas toneladas más de contaminantes a la atmósfera y cuya industrialización y desarrollo lograron a costa del futuro del resto de los habitantes del planeta? ¿Por qué tenemos que renunciar a las bombillas plásticas, a las centrales a carbón, a la carne de vacuno o al gasto de energía propio de una nación que está a las puertas del desarrollo, para cambiarla por soluciones más limpias pero costosas para nuestras economías, y que postergan indefinidamente mejores condiciones de vida para muchos chilenos que no están ni cerca de vivir en las condiciones de sus pares europeos?
Soy afortunada, afirmó Greta. Efectivamente, ella tuvo la fortuna de nacer en Suecia, país que alcanzó velozmente el desarrollo a punta de energía hidroeléctrica, carbonífera y nuclear. Un país que llenó de ácido sus lagos; que contaminó el Océano Báltico a partir de sus desechos agrícolas y humanos; que ha arrasado sus bosques a partir de la explotación forestal de sus tierras. Una nación que, como pocas, exportaba sus desechos más tóxicos y los llevaba a lugares tan lejanos como Chile, para depositarlos en las costas de Arica, condenando a poblaciones enteras -especialmente a niños- a enfermedades producto del tóxico sueco de exportación. Ese el país de Greta, que hoy se pone a la vanguardia del progresismo ambientalista.
“¿Cómo se atreven?”, exclamó Greta enfurecida al emplazar a los líderes mundiales para que reaccionen frente a lo que ella denomina emergencia climática. ‘¿Cómo te atreves?’, le deberíamos responder muchos de nosotros, habitantes de países tercermundistas que no tenemos mayor responsabilidad en la crisis que su país y otras naciones industrializadas ocasionaron ni tenemos deber moral alguno de asumir tanta responsabilidad en las soluciones.
No, Greta, nosotros no hemos robado tus sueños ni tu infancia con palabras vacías. Esos fueron tus padres quienes te han utilizado para vender libros y que hoy hábilmente utilizan tu inocencia para vivir de esta noble causa. También los robaron los líderes de tu país, quienes no tuvieron una Greta que les dijera las verdades a la cara y que no fueron emplazados, para forzarlos a resarcir los daños de cientos de niños chilenos intoxicados por el plomo sueco.
Por eso, cuando venga a Chile, que se cuide Greta de los nuevos veganos y anti-extractivistas de ocasión, que al igual que muchos compatriotas de ella, lucraron con la industrialización y el desarrollo y ahora ven en la causa medioambiental un nuevo instrumento de manipulación política. Que aproveche también, en nombre de Suecia, de pedir perdón por los daños ocasionados a los chilenos y asuma, patrióticamente, su mayor responsabilidad en la cuota de la crisis climática que heredamos el resto de los habitantes de la tierra. Ese sí que sería un verdadero show de Greta.
Christián Valenzuela (Abogado).

domingo, septiembre 22, 2019

@realDonaldTrump @jairbolsonaro Y YO.



Somos los tres tipos que vamos quedando en el mundo y que sostenemos que Chile está en deuda  con Pinochet por habernos salvado del comunismo, sin agregar nada, como "pero violó los derechos humanos". Acá muy pocos se atreven a reconocerle eso sin el agregado, que es una falsedad exigida por los comunistas para no lapidar al opinante.

Chile actual es un excelente ejemplo de que Gramsci tenía razón. Él decía que había que apoderarse de los medios y hacer que ellos dijeran lo que uno quiere. Y con eso basta, pues entonces todos empiezan a repetir lo que dicen los medios. Acá sucedió eso. La izquierda se apoderó de ellos y, como consecuencia, he leído en los últimos días que Teresa Marinovic dice que los militares violaron los derechos humanos, José Antonio Kast dice lo mismo y añade que no es pinochetista y "El Mercurio" describe al gobierno 1973-1990 como un período caracterizado por "graves atropellos".

¿Ustedes se imaginarían a la Carmen Hertz reconociendo que Allende violó los derechos humanos o a Camilo Escalona declarando "yo no soy allendista" o a "El Siglo" afirmando que Cuba se caracteriza por "graves atropellos" a las personas? Jamás lo harían. Son ellos los que hacen decir a sus adversarios lo que ellos quieren. En eso consiste el gramscismo.

Esta mañana en "El Mercurio" se destaca que el diario "O Globo" de Sao Paulo consagra a Piñera "como un líder moderado" de la región, por haber criticado declaraciones de Bolsonaro recordando la derrota comunista en Chile el 73 y el pasado comunista del padre de Michelle Bachelet. "O Globo" está digitado por la izquierda y aprovecha así de desacreditar a Bolsonaro valiéndose de la mano e ignorancia histórica de Piñera.

Pues la  verdad de los hechos fue que el padre de Michelle Bachelet estaba comprometido en el complot de la FACH (léase "Itinerario de una Traición", del periodista DC Ricardo Boizard, detallando los procesos de la FACH). Iban a tomarse la base El Bosque en connivencia con el MIR y dar de baja a los oficiales que se les opusieran. Entre los conspiradores estaba el general Bachelet, que siempre lo negó en el proceso, pero fue delatado por personal del Banco del Estado que acreditó su concurrencia a las reuniones, encabezadas por el presidente del Banco, Carlos Lazo, socialista. Eran parte del autogolpe descrito en el Plan Z. En rigor, no eran comunistas, sino socialistas y miristas, pero obviamente actuaban de consuno con aquéllos.

El gramscismo chileno enquistado en los medios ha hecho desaparecer esa parte de la historia. Como también domina los organismos internacionales, llegó al extremo de "anular" las sentencias de los procesos de la FACH, por supuesto que indemnizando a los conspiradores. Michelle Bachelet hasta nombró Subsecretario de Aviación en su primer gobierno a uno de ellos. Porque la izquierda, cuando se hace del poder, lo ejerce.

O sea, lo que dijo Bolsonaro era rigurosamente histórico, salvo que  el general Bachelet (que, entre paréntesis, murió por jugar básquetbol teniendo una afección cardíaca y no asesinado por torturas) no era rigurosamente comunista sino socialista-mirista. Y Piñera, que ignora todo esto y ha comprado completo el paquete propagandístico de la izquierda, le dio respaldo a Bachelet ante el recuerdo de Bolsonaro, comprometiendo nuestra tradicional, firme y continuada alianza con Brasil, que cuando Argentina iba a invadirnos en 1978 movilizó hacia el sur varias divisiones que pusieron de manifiesto la posibilidad de que el conflicto andino fuera una gran conflagración (otro país amigo, Ecuador, también movilizó tropas a la frontera con Perú, que estaba también listo para aprovecharse de la agresión argentina.)

Gramsci le ha permitido a la izquierda conseguirlo todo en Chile. Tiene al país diciendo lo que ella quiere. Maneja la prensa, sometida a todas las consignas rojas.

¿Quiénes quedan en el mundo para consagrar la verdad histórica de que Pinochet y la Junta salvaron a Chile de ser otra Cuba y no sólo lo hicieron bien sino que devolvieron a la civilidad un país mucho mejor que el que recibieron cuando los políticos civiles los llamaron de urgencia bajo el lema de "esto sólo se arregla con fusiles? Trump, Bolsonaro y yo. En ese orden. Acá casi todos los demás han defeccionado, salvo un partido, "Fuerza Nacional", que se ha atrevido --caso único-- en su Declaración de Principios a declararse continuador del legado de la Junta y ha prometido perseguir y condenar a los jueces prevaricadores de izquierda. Partido a cuya existencia contribuiré, espero, mañana, una vez que el Registro Civil me entregue mi "Ficha Única" o "Firma Única", y al cual también adherirían Trump y Bolsonaro, estoy cierto, si fueran chilenos.

Hermógenes Pérez de Arce.

sábado, septiembre 14, 2019

PUNTA PEUCO: "DIOS ESTABA AHÍ".




El sábado pasado, en la Misa de Nuestra Señora de Loreto y durante la prédica, el sacerdote reveló que había ido a visitar a los Presos Políticos Militares de Punta ¨Peuco y había celebrado la Misa con plena asistencia de ellos. Advirtió particular unción en la concurrencia. "Dios estaba ahí", expresó textualmente.

Yo mismo fui a visitarlos el jueves 12, junto a medio centenar de otras personas que les llevaban alimentos y vituallas. Punta Peuco es un penal muy particular, porque no alberga a delincuentes sino a personas decentes que, de acuerdo con la Constitución y la ley, deberían estar libres. Por tanto, el ambiente general es de elevación y respeto, sobre todo porque casi todos los condenados son de avanzada edad y de conducta ejemplar, tanto dentro como fuera del penal. No pude dejar de pensar que, dentro de un debido proceso, los que deberían haber estado presos ahí deberían haber sido los jueces que los condenaron atropellando normas expresas y vigentes. Pues esto último es constitutivo del delito de prevaricación, penado expresamente en el código con años de presidio o reclusión.

Entre los penados había un sobrino mío, Carlos Blanco Plummer, hijo de mi prima en segundo grado Isabel Plummer, ya fallecida; y de Eugenio Blanco, también ya fallecido y que fuera por muchos años presidente de la Bolsa de Comercio de Santiago.

Pensé que el destino les había ahorrado la desgracia de ver a un buen hijo suyo injustamente condenado. Pues Carlos, en 1981 y recién egresado como alférez de la Escuela Militar, había sido asignado a estar de guardia a las puertas del regimiento de Lautaro, en el sur, junto a un soldado. Este último le pidió, en un momento dado, su revólver de servicio, que Carlos le pasó y con el cual el soldado procedió a suicidarse.

El caso fue conocido y juzgado por la justicia militar hace treinta y ocho años, la cual determinó la completa inocencia del alférez. Pero pasaron treinta años y la justicia roja se enseñoreó de los tribunales en nuestro país y un ministro sumariante Mesa, de esa tendencia, sin ninguna prueba y pasando por sobre la cosa juzgada, la prescripción, la verdad de los hechos y la presunción de inocencia, condenó a Carlos Blanco a cinco años y un día de presidio por el homicidio del soldado.

Lleva cumplidos tres y la Ley de Libertad Condicional, a la cual tenía derecho tras cumplir la mitad de la pena, fue modificada en perjuicio de los militares por parlamentarios de izquierda, que les aumentaron a éstos a dos tercios del plazo el necesario para alcanzar la libertad. A él lo beneficiaba el principio constitucional pro reo, según el cual se le debería aplicar la ley anterior más favorable, pero la dictadura judicial de izquierda no le reconoce este derecho.

Le dejé a mi sobrino un ejemplar de mi último libro, "Miserias Morales de la Chilenidad Actual", que detalla precisamente los renunciamientos a normas básicas del buen comportamiento humano que caracterizan al país de hoy.

Los restantes presos políticos me expresaron su aprecio por haber sido uno de los firmantes del inserto, publicado a gran costo en "El Mercurio", titulado "El 11/09/73 Chile se salvó de ser como es hoy Venezuela", con testimonios irrefutables probando eso.

Una parte no pequeña del personal del diario se manifestó públicamente contra el inserto, revelando su completa sorpresa ante el hecho de que se hubiera dado a conocer a toda página una parte de la verdad histórica que metódicamente se ha ocultado a los chilenos.

Me retiré del penal apesadumbrado tras haber oído tantas historias de injusticia y arbitrariedad e invadido de un sentimiento que me asalta cada vez con mayor frecuencia: la vergüenza de ser chileno.

Hermógenes Pérez de Arce.

miércoles, septiembre 11, 2019

EL NEGACIONISMO DEL 11 DE SEPTIEMBRE.



Desde que hace quince años Juan Emilio Cheyre declaraba que el 11, que caía en sábado, era "como cualquier otro sábado", hasta la máxima canallada de Piñera para los 40 años de la efeméride, cuando declaró "cómplices pasivos" de supuesto delito a los mismos que lo habían elegido presidente a él, como si salvar al país del comunismo hubiera sido una afrenta nacional, hasta hoy mismo, en que la mayoría de los chilenos ("todos, pero todos, son traidores", me dijo un gigante canoso al salir del Sport Francais hace unas semanas) no halla qué hacer con la histórica fecha. Es que, con el tiempo, la miseria moral colectiva se ha venido acentuando.

La primera puñalada en la espalda de los uniformados la propinó Aylwin apenas asumido en 1990, creando un tribunal de facto, sesgado e ilegal, la "Comisión Rettig", ante el cual pudo sentar a los uniformados en el banquillo de los acusados. Era Aylwin II, muy distinto de Aylwin I, que en 1973 se negaba a criticar la represión militar "desde detrás de un escritorio, cuando ellos están recibiendo el fuego". Cosa que veinte años después aseguraba nunca haber dicho ni tampoco que los militares habían salvado al país de una dictadura comunista y de un "golpe de Praga", frases suyas que, para su mala suerte, habían quedado perpetuadas en YouTube.

La segunda puñalada fue la del antes mentado Cheyre, que culpó al Ejército de "TODOS los hechos punibles y moralmente reprochables del pasado", seguro de que la venganza marxista contra sus camaradas nunca lo iba a alcanzar a él, en lo cual se equivocó medio a medio. Porque la sed de lucro de los rojos no agradece nada ni perdona nada.

La tercera puñalada trapera a los que fueron llamados de urgencia por la mayoría política a salvar al país fue la de Piñera que, como candidato en 2009, prometía a los militares debido proceso para ganar sus votos y, ya electo a partir de 2010, triplicaba por la mano de Ubilla el número de querellas ilegales, inconstitucionales y arbitrarias en su contra y se convertía en coautor de la prevaricación de los jueces de izquierda que ha repletado Punta Peuco y ya va llenando Colina II, penales regionales y hasta el Centro de Detención Femenino.

Y así una fecha nacional señera va quedando entregada a la violencia de la izquierda, que predomina en prácticamente todos los medios de comunicación, cuyos dueños "se ponen a temblar" y permiten que en ellos se mienta a discreción sobre esta fecha. No en vano Michelle Bachelet decía, recién electa en 2006, "cuando la izquierda sale a la calle, la derecha se pone a temblar". 

Unos pocos leales a la verdad histórica se reúnen en la "Corporación 11 de Septiembre" y procuran impulsar la formación del partido "Fuerza Nacional", el único que se proclama de derecha y reconoce sus raíces en el legado del Gobierno Militar, denunciando como un grave problema chileno la dictadura judicial roja. Ésta condena a cadena perpetua de hecho, sin pruebas y atropellando las bases fundamentales del Derecho Penal ancestral, a los militares que combatieron el terrorismo extremista financiado y pertrechado por la URSS, Cuba y Alemania Oriental. 

El ministro de "Justicia y DD. HH.", hasta 1995 documentadamente devoto de Pinochet, Hernán Larraín, y su subsecretaria Lorena Recabarren, reconocen que ya el fisco ha dado 6.200 millones de dólares a la nueva clase dorada marxista de los guerrilleros litigantes y su abogados "nouveau riches"; y que se les ha reservado otros dos mil millones en los presupuestos de los próximos cinco años. Sí, efectivamente el comunismo y la guerrilla están recibiendo "el pago de Chile".

Entretanto, los periodistas de izquierda del canal norteamericano CNN denuncian desesperadamente que algunos suboficiales de Ejército osaron rendir homenaje a cinco uniformados asesinados por el FPMR rojo en la cuesta de Achupallas un 7 de septiembre de 1986, siguiendo las órdenes del hasta hoy impune diputado comunista Guillermo Teillier, en cuyo favor la judicatura ha declarado la prescripción que niega a los uniformados, la misma que Piñera les prometió a éstos como candidato (y no cumplió como Presidente) hacerles valer. CNN, al parecer, espera que el Ejército los dé de baja, como lo ha hecho en casos anteriores ante el más mínimo indicio de lealtad de miembros suyos. Los demás asesinos de Achupallas fueron convenientemente indultados por Aylwin II.

Chile fue salvado el 11 de septiembre de 1973 y 46 años después la principal preocupación de los chilenos ("todos, todos") en esta fecha parece consistir en negarlo.

Hermógenes Pérez de Arce.

sábado, septiembre 07, 2019

¡FUERZA, JAIR!


¡Dijo "Pinochet"! Y no sólo eso: también lo elogió. No hay ningún político chileno que se atreva a semejante temeridad. Y junto con ello Bolsonaro dijo una gran verdad, la cual está prohibida de facto en el Chile actual: que si no hubiera sido por Pinochet, seriamos otra Cuba. Lo mismo que decían Aylwin y Frei Montalva en octubre de 1973 (cuando ya iban 1.800 del total de 3.197 muertos). Y lo  mismo que el primero, veinte años después, negaba haber dicho alguna vez. Y más encima Jair Bolsonaro todavía dijo otra gran verdad más: que entre los comunistas derrotados el 73 estaba el padre de Michelle Bachelet.

La propia Michelle fue ayudista del grupo terrorista MIR en los '70 y conviviente del vocero del grupo terrorista del comunismo, el FPMR, en los '80. (Fuente: su biografía de los periodistas de izquierda Andrea Inzunza y Javier Ortega). Después de los '90 todavía era próxima al comunismo y en los primeros comicios adhirió al PAIS, conglomerado formado en torno al PC y que compitió electoralmente a la izquierda de la Concertación en la primeras elecciones convocadas por el Gobierno Militar de acuerdo a la Constitución.

Una de las grandes mentiras nacional y ampliamente compartidas es que su padre, el general Alberto Bachelet, fue muerto por el Gobierno Militar. Falso: según el testimonio del senador socialista Eric Schnake, que estaba preso junto con él, murió por practicar un deporte contraindicado para su condición cardíaca (entrevista a "Qué Pasa" del 26 de noviembre de 2006). La dictadura judicial de izquierda y el jefe mirista del Instituto Médico Legal se confabularon para inventar el "asesinato" de Bachelet mediante torturas. Pero en los procesos de la FACH de 1974 quedó constancia de que éste nunca admitió haber participado en el complot para copar la Base Aérea de El Bosque y asesinar a sus oficiales. Las torturas supuestamente habrían sido para hacerlo confesar eso, pero nunca lo confesó: luego, no fue torturado para obligarlo a declarar. Bachelet pudo ser condenado por los testimonios de terceros, empleados del Banco del Estado que lo identificaron como uno de los conspiradores que concurrían a la oficina del presidente del banco y cabeza del complot, el socialista Carlos Lazo.

El principal coautor y cómplice de la actual prevaricación que consuma en Chile la dictadura judicial de izquierda, Sebastián Piñera, ha salido a atacar a Jair Bolsonaro por su reconocimiento a Pinochet como salvador del país, mintiendo, de paso, sobre la muerte del general Bachelet, lo que probablemente se debe más a su ignorancia sobre los hechos históricos que a su mala fe.

Jair Bolsonaro se ha ganado la admiración de los conocedores de la verdad histórica en Chile, al poner en su lugar a la ex ayudista del MIR y conviviente de vocero del FPMR (cuyos militantes en su momento públicamente la identificaron como una de lo suyos, con el alias de "Claudia").

El mandatario brasileño ha dado así testimonio de tener la virtud de la cual más carecen los políticos chilenos de hoy, de todas las tendencias: el coraje moral. Y acá se le admira por eso.

Hermógenes Pérez de Arce.

domingo, septiembre 01, 2019

LA ARAÑA EN LA UNIDAD POPULAR.



Con gran profusión publicitaria propia y de los medios de comunicación, que han hecho antojadizas interpretaciones temáticas, se ha presentado al público una nueva producción del cineasta chileno Andrés Wood. ‘Araña’ es el título del filme.

Su creador asoció dicho nombre al símbolo (escudo) del movimiento Patria y Libertad, un colectivo compuesto por adultos jóvenes, adolescentes e incluso escolares que, en todos los terrenos posibles, se opusieron al régimen inconstitucional de Salvador Allende. Al margen de las multitudes de mujeres que desfilaban cacerola en mano por las calles de Santiago y provincias, no se recuerda otra expresión valiente y decidida, capaz de gritarle en su rostro al Presidente socialista que renunciase o se marchara “por el bien del país”.

Los cineastas, no sólo los chilenos, son unos oportunistas y ventajeros que utilizan historias manipuladas, con la finalidad de que las nuevas generaciones jamás olviden un pasado que “no puede volverse a repetirse”.
Todas las producciones –teleseries, documentales y películas- tienen, contradictoriamente, como leit motiv “la crueldad del régimen militar”, el mismo que sus directores, guionistas, productores y actores aborrecen. Sin embargo, apuntan intencionalmente a ese período político, conscientes de que les reeditará buenas ganancia gracias a una morbosa taquilla hábilmente inducia y atraída.

‘Araña’ será el primer filme de esta saga políticamente explotadora que tendrá como ‘escenario’ los mil días de la Unidad Popular, pero –atención- no se refiere a la Unidad Popular, a su descomposición, ignorancia e infinita capacidad de despojo, sino a un colectivo valiente que se atrevió a enfrentarla en las calles, para intentar frenar las expropiaciones por la fuerza.

Amenazado de muerte y con brigadas rojas buscándolo para capturarlo,  el líder de Patria y Libertad, Roberto Thieme, se declaró fallecido en un supuesto accidente aéreo y siguió, así, con sus actividades clandestinas de combatir, sin armas, a Allende y la UP.

Este disfrute artístico de estrujar arbitrariamente y exclusivamente el lado malo del régimen militar, obedece a una trasnochada  táctica de concientización ideológica, como lo hicieron sin misericordia los norteamericanos en sus infinitas producciones post Guerra Mundial contra los alemanes.

Ideologizados también los directores chilenos –pero éstos en favor del socialismo- descubrieron una rica veta en ciertos episodios ocurridos durante el régimen militar, pero intencionalmente omiten que sus rodajes, grabaciones y exhibiciones son posibles gracias al sistema neoliberal de plenas libertades y derechos y al mercado abierto que impera en el país.

Es impensable, casi una mitología, creer que alguien, alguna vez, podrá presenciar una producción donde se cuente la autoría del paso de una economía al borde del default, con 102% de inflación, sin reservas en el Banco Central, con un dólar a $10.000 y con los supermercados vacíos, haya pasado a tan opuesta realidad de hoy:  diversidades y  cantidades de ofertas con productos provenientes de todo el mundo; comer, todos pueden donde quieran y lo que quieran; todos se  visten con opciones  para regodearse; el auto dejó de ser un artículo de lujo; ya nadie huye del marxismo y llegan quienes escapan de sus garras en otros países; el 50% de los habitantes tiene acceso a viajar al exterior; existe el cambio libre, y ahora los Presidentes son de todos, no como Allende que se encargó de aclarar que él lo era sólo de los trabajadores.

Entendemos que para ser guionista se precisa inteligencia y creatividad, y por los antecedentes planteados nadie puede pensar, ni menos afirmar, que el régimen militar fue apenas una sucesión de acciones censurables.  Pero quienes se empeñan en seguir en esta campaña descalificadora a través del cine, podrían mostrar un ápice de honestidad y generar alguna producción que, por fin, narre lo que  celosamente esconde la izquierda chilena: su Unidad Popular. Material de información abunda, no sólo como ayuda  a un guión, sino como apoyo fílmico.

Expropiaciones; chilenizaciones; tomas de campos con resultado de muerte; asesinatos; atentados; persecuciones;  devaluaciones record; carencia de combustibles; ocultamiento y tráfico negro de alimentos; tarjetas selectivas de racionamientos; cordones armados en barrios periféricos; paramilitares enfrentando a carabineros;  huelgas interminables y crímenes de un ministro y un edecán, son algunas de las historias dignas de ser contadas en el cine para ampliar la mezquina e impuesta visión que muchos tienen de esa etapa de nuestras vidas.

En ninguna encuesta educacional después de 1990 se ha preguntado a algún joven  si sus profesores le enseñaron que Salvador Allende fue el primer Presidente en la historia en violar la Constitución e ignorar y desechar cualquiera resolución del Congreso Nacional, del Poder Judicial y de la Contraloría de la República, y que fue, también, el primero, y único, en incorporar a su gabinete ministerial a los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, a sabiendas de que éstos no son deliberantes. Nunca nadie, antes, utilizó políticamente a los militares como él.

Cualquier cineasta visionario descubriría en la Unidad Popular un riquísimo material histórico para ser inmortalizado como aberrante ejemplo de mala conducción de un país. Pero ese visionario…tendría que ser de otro planeta.

Raúl Pizarro Rivera.