viernes, diciembre 27, 2019

RAZONES POR LA QUE RECHAZO UNA NUEVA CONSTITUCIÓN.



1) Porque la Constitución vigente es legítima: fue plebiscitada en 1989 y modificada sustancialmente entre 1989 y 2005, con acuerdos de congresos democráticamente elegidos. Decir lo contrario es anti democrático.
2) Porque ningún Estado puede hacer acuerdos bajo la presión violentista del terrorismo. El Acuerdo para la Paz y Nueva Constitución nace bajo presión ilegítima y, por lo tanto, ilegítima será cualquier constitución que salga de tal acuerdo.
3) Porque hasta antes del 18 de octubre de 2019 una nueva constitución estaba entre las últimas prioridades del ciudadano chileno. Solo un porcentaje muy menor de fuerzas de izquierda radical, por simples razones ideológicas y de control del poder, ha tenido desde siempre la intención de eliminar la Constitución vigente.
4) Porque una nueva constitución no resolverá los problemas reales de la gente. Todas las demandas sociales que se han hecho claras en las últimas semanas pueden ser resueltas bajo el amparo de la actual Constitución y las Leyes del Estado de Chile. Solo se requiere que el Gobierno y el Congreso sean capaces de hacer su trabajo.
5) Porque, más allá de las legítimas demandas de la gente, que son válidas en casi todos los países del Mundo, a este Gobierno, por amplia mayoría, se le dio un mandato de gobernar, que en ninguna parte incluía una nueva constitución. Si cada vez que un gobierno no de el ancho vamos a tener que cambiar la constitución, el país será un caos permanente.
6) Porque desde el mismo momento de la creación del “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución”, el proceso para avanzar hacia una nueva constitución ha estado siendo manipulado por la extrema izquierda, generando presiones indebidas en procesos asambleístas de dudosa legalidad y nula representatividad.
7) Porque los medios de comunicación audiovisual, mayoritariamente, no son objetivos en el proceso, confundiendo a la gente, aprovechándose de manera indebida del poder que tienen. El proceso se aprovecha de la gente más sencilla y menos educada, dando voz a élites vociferantes y violentas que mienten con descaro al mismo “pueblo” que dicen querer proteger.
8) Porque es injusto e innecesario partir con una “hoja en blanco”. Solo una visión totalitaria de las cosas justifica algo así. No se pueden desechar tradiciones centenarias y normas de convivencia que son intrínsecamente buenas porque hay un grupo de terroristas y políticos extremistas que nos dicen que todo se ha hecho mal de aquí para atrás. Menos cuando esos grupos han mostrado el daño que son capaces de hacer a los países cuando están en el poder.
9) Porque no veo cómo un grupo de políticos que tienen los niveles más bajos de popularidad de la historia de Chile van a ser capaces de producir una “buena constitución”, cuando no han demostrado la capacidad de, siquiera, hacer buenas leyes. Lo mismo digo de potenciales “representantes de la ciudadanía”: ¿qué nos hace pensar que pueden ser mejores que los políticos elegidos para representarnos?. No seamos ilusos o, mejor dicho, estúpidos.
10) Porque detrás de todas las acciones ciudadanas y la violencia terrorista que hemos vivido ha habido una búsqueda del derrumbe de la democracia republicana en Chile, con el inmenso agravante de una posible intervención extranjera. El proceso que estamos viviendo es un golpe de estado, dirigido a destruir la institucionalidad vigente en forma planificada y coordinada. Esto es inaceptable.
Andrés Fuentes Belmar
Diciembre 2019

lunes, diciembre 23, 2019

¿EN QUÉ MUNDO VIVE @gblumel ?



El actual ministro de Interior, Gonzalo Blumel compara la situación actual referida a la nueva constitución con el último gobierno de Michelle Bachelet. Según él: “Posiblemente pudimos tener mayor apertura en ese momento”.

Todavía no se ha enterado de las palabras de la actriz comunista Florencia Lagos, en Venezuela, quien dijo: "Traigo un especial saludo del pueblo chileno que hoy está resistiendo en las calles de Chile contra el dictador Sebastián Piñera". Después agregó: "Chile despertó después de 17 años de dictadura y 30 años de gobiernos aparentemente democráticos".

 Piñera fue elegido democráticamente. La oposición desea sacarlo.

Ahora viene la parte importante de su declaración: “Eso no es verdad, sí estamos organizados, somos más de 100 movimiento articulados en una mesa que se llama la Mesa de Unidad Social que tiene dirigentes con los cuales el tirano Piñera no quiere”. Las manifestaciones no fueron espontáneas, partiendo por la llamada “marcha del millón” en la Alameda, en que participaron los diferentes referentes del Partido Comunista como mostró un youtuber chileno.

Finalmente puso como ejemplos a Cuba y Venezuela con sus procesos constituyente: "sí han hecho procesos constituyentes con absoluta soberanía popular real". Recuerden que Camila Vallejo y Karol Cariola viajaron a la isla cárcel a visitar y tomarse una foto con el dictador Fidel Castro antes que muriese.

La guinda de la torta para la izquierda es tener una nueva constitución. No les interesa en lo más mínimo las demandas de la clase media, a la cual el segundo gobierno de Bachelet quiso proletarizar con sus reformas.

Él se olvida que Bachelet obtuvo apenas un 26% de los votos conforme al padrón electoral. O sea, saco menos del 50% de los votos. La mayoría de los chilenos no quisieron el programa de la Nueva Mayoría, el cual incluía entre otras cosas una nueva constitución. Con todo, a la coalición que agrupaba a la democracia cristiana, el Partido por la Democracia, el Partido Socialista, los comunistas disfrazados del Frente Amplio y, por último, al Partido Comunista le importó un pepino lo que pensaba la mayoría de los chilenos. Éstos últimos estaba en otra.

Blumel ha sido antes que asumiera el cargo de ministerio de Interior el responsable de la agenda progresista o de la ONU, desde la ley que permite a los mayores de 14 años cambiarse de sexo sin el consentimiento de los padres, el matrimonio igualitario o homosexual, hasta la ley de autonomía progresiva que no es otra cosa que quitarles la patria potestad a los padres.  Es militante de Evolución Política o de Involución Política de Felipe Kast y de Hernán Larraín hijo.

Según una encuesta realizada en mayo, la última prioridad de los chilenos era tener una nueva constitución.

  Para la elección presidencial de hace dos años, Sebastián Piñera no ofreció a sus electores una nueva constitución tal como proponía la candidata del Frente Amplio, Beatriz Sánchez y el sucesor de Bachelet, el periodista y senador, Alejandro Guillier.

 Pues la nueva constitución nos iba a traer a “Chilezuela” o la Unidad Popular 2.0.

 Por último, cuando comenzó el golpe de Estado dado por el Partido Comunista y el Frente Amplio con el ataque a las 40 estaciones del Metro y al día siguiente a los supermercados, con la posterior salida de los militares a la calle, las personas comunes no le interesaban la constitución.

 Luego, cuando salieron a la calle las personas a reclamar por diversas razones, les importaba asuntos que se podían solucionar sin cambiar la constitución.

Los únicos que querían cambiar el actual texto estaba en la extrema izquierda que, valido la violencia, el saqueo y los incendios, exigiendo a través de rayados una nueva constitución. Hay que ver los grafitis las diversas ciudades.

 A los intelectuales como a políticos de la ex derecha, salvo al historiador y profesor Gonzalo Rojas Sánchez, les gusta repetir el mantra que la Constitución de 1980 nació con un pecado original. La Constitución de 1925 nos trajo el gobierno marxista. Se olvidan que fueron los políticos opositores a la Unidad Popular que pidieron la intervención militar para restaurar el Estado de Derecho, entre otras cosas. Naturalmente, los militares si intervenían no saldría gratis.

 El próximo plebiscito de abril del 2020 es tramposo y nació producto de los ataques terroristas al Metro y los supermercados más los saqueos que vinieron después. Nació de la violencia. Es producto de una extorsión, esto es, de la Paz Social. Por eso, el acuerdo que firmaron los políticos, entre ellos Gabriel Boric -el cual fue acusado de sedición por un grupo de parlamentarios de la ex derecha-, que fue llamado "Acuerdo por la paz social, los derechos humanos y el orden público."

¿Por qué es tramposo? Cuando escuché la primera vez las opciones que se van a formular, me pareció extraño que, si se opta por la opción ‘NO’, luego en la segunda pregunta, hay que elegir la opción Comisión Mixta. En dicha comisión habría 50% de cada lado más otras personas. Y así se debatirá sobre la nueva constitución. ¿Ven la trampa?

 

 En otras palabras, no importa qué gane la opción ‘SI’ o ‘NO’, Pues, de todas maneras, habrá una asamblea constituyente o “Chilezuela”.


  Además, las condiciones del país no están para efectuar el plebiscito, pues la violencia, el vandalismo y las marchas ilegales que realiza la izquierda en La Alameda, Plaza Italia y otros sectores de la capital como en otras ciudades con sus diversos grupos reunidos en ‘Unidad Social’, que es una fachada del Partido Comunista. Ahora importa el que grita más fuerte para imponer su agenda, no la razón, ni menos los votos.


En otras palabras, no importa qué gane la opción ‘SI’ o ‘NO’, Pues, de todas maneras, habrá una asamblea constituyente o “Chilezuela”.

  Además, las condiciones del país no están para efectuar el plebiscito, pues la violencia, el vandalismo y las marchas ilegales que realiza la izquierda en La Alameda, Plaza Italia y otros sectores de la capital como en otras ciudades con sus diversos grupos reunidos en ‘Unidad Social’, que es una fachada del Partido Comunista. Ahora importa el que grita más fuerte para imponer su agenda, no la razón, ni menos los votos.


Lo correcto es que la boleta no apareciese la expresión ‘Comisión Mixta’, pues la personas que votan por la opción ‘NO’ desean conservar la constitución. Y si la oposición desea cambiar algo, tiene que ceñirse al quórum de la Carta Fundamental. No leído nadie que repárese en ese detalle.

Javier Bazán Aguirre.

viernes, diciembre 13, 2019

CARABINEROS CARENTES DE LIDERAZGO POLÍTICO.



La primera lección de liderazgo que recibí fue muy simple y me quedó grabada a fuego: Mis dos tareas básicas como oficial subalterno de Infantería de Marina eran: “Cumplir la misión y Cuidar a mis soldados. Siempre y en ese orden”. Simple y claro. Sin excusas ni atenuantes.


La segunda lección fue leyendo a Clausewitz. Refiriéndose al Comandante en combate señala: “Cuando surgen las dificultades y las cosas ya no funcionan como una máquina bien aceitada, el jefe debe actuar con gran fuerza de voluntad. … El Comandante debe luchar dentro de si mismo, con la impresión general de disolución de todas las fuerzas físicas y morales y el espectáculo angustioso del sacrificio sangriento; y luego con todos los que lo rodean que directa e indirectamente le trasmiten sus impresiones, sus sentimientos, sus ansiedades y esfuerzos. A medida que los individuos van agotando sus fuerzas, uno tras otro, y cuando la voluntad propia de cada cual ya no basta para alentarlos y mantenerlos, la inercia de toda la masa comienza a descargar su peso sobre los hombros del Comandante … estas son las cargas que debe soportar un jefe que desee realizar grandes proezas”.
Cuando el paisaje se oscurece, las informaciones son alarmantes y contradictorias, cuando el desánimo se hace presente, todas las caras se vuelven hacia el Comandante y él, nadie mas que él, debe dar las órdenes y cargar con todas las responsabilidades.
Es lo que Sebastián Piñera, Presidente de Chile, no hizo.
Desde hace ya años, sucesivos gobiernos de izquierda -muchos de cuyos líderes y simpatizantes se manifestaron en las calles contra el Gobierno Militar-, han mostrado sus simpatías por los que hacen los disturbios, y su desapego hacia los agentes del orden que, de alguna manera, en sus mentes seguían representando al “enemigo”.
La frecuencia, intensidad y violencia de este tipo de manifestaciones sufrieron un aumento constante a partir del año 2011, en que muchos próceres de izquierda abandonaron “la Transición”, tiraron por la borda sus propias historias de vida de los últimos veinte años y entregaron el testimonio revolucionario e inconformista a jóvenes estudiantes adornados de la “frescura” de la novedad de sus caras, aunque repitieran discursos añejos y gastados. Se agudizaron las contradicciones entre las manifestaciones pacíficas y por tanto legítimas y la violencia desatada cuya expresión chocó frontalmente contra las propias autoridades “renovadas”, que no pudieron superar la contradicción de ser, simultáneamente, los responsables del orden y la seguridad pública y simpatizar con los violentos.
No voy a incursionar en la cara oscura de la situación materializada por la promiscuidad, la corrupción, las complicidades personales y otras asociaciones espurias entre altos mandos policiales elegidos con extraños criterios y los funcionarios gubernamentales, agotados, con mucho poder y pocos escrúpulos, en medio de una prensa siempre favorable a los transgresores y un Poder Judicial permisivo, cuando no cómplice, del odio a todo lo que oliera a Gobierno Militar.
Carabineros de Chile quedó en medio.
Luego vino la larga saga del Instituto Nacional, a pocas cuadras de La Moneda que, impertérrita, presenció su destrucción. Como se señaló, el movimiento político – estudiantil iniciado en 2011, con las simpatías de los partidos de izquierda, por entonces en el gobierno, se inició con una fuerte campaña en los colegios fiscales de Santiago, con la complicidad benevolente de la Intendente Metropolitana que culminó su mandato con  siete establecimiento “tomados” y en proceso de demolición por parte de las bandas que los capturaron. El Alcalde entrante, logró estabilizar el control municipal sobre las tomas, pero no lo consiguió en el Instituto Nacional.
El año 2019 la situación se tornó imposible. La violencia se agudizó y se hizo inmanejable, Carabineros fue más y más constreñido en el uso de la fuerza legítima y las acusaciones sistemáticas contra Carabineros de Chile, -apoyadas por los medios de comunicaciones, los partidos de gobierno y parte del Centro de Padres del Instituto- con acusaciones de violación de DDHH a los estudiantes, hicieron imposible su accionar.
Redujeron su trabajo a mirar y tratar de contener la expansión de la destrucción y lanzamiento de bombas incendiarias.
La situación quedó fuera de control, ante la resignada ausencia del Gobierno de Piñera. La falta de reacción policial llevó a los estudiantes a trasladar la violencia fuera del Instituto, inaugurándose las acciones de “Evasión”, en que comenzaron a saltar los torniquetes de ingreso a las estaciones del Ferrocarril Metropolitano a vista y paciencia de todo tipo de autoridades, esto se consolidó y recibió el apoyo de terroristas jubilados del FMR que incluso hicieron instrucción de combate callejero en las aulas mismas del Instituto.
Asi llegamos a la debacle del 18 de Obtubre.
Con la autoridad política, municipal, judicial y policial completamente depreciada. Insultar y golpear a Carabineros se convirtió en una rutina “normal”, casi una entretención o un juego. Se extendieron los rayados con insultos soeces, las acusaciones por violaciónes a los DDHH de los manifestantes se legitimaron automáticamente, nunca, ningún tribunal encontró que ninguno de ellos fuera excesivo, infundado y directamente falso, que eran la gran mayoría de ellos. Jamás apareció un Fiscal.
Desde el comienzo de la violencia desatada, el Gobierno, a través de su Ministro del Interior y luego desde la boca del mismísimo Presidente adquirió una clara parcialidad en favor de los presuntamente afectados y nunca emitió reclamos por la violencia contra Carabineros ni menos contra la vejación de la autoridad, incluso la propia.
El Gobierno con el Presidente a la cabeza desapareció, se escondió, calló, se acobardó, abandonó su puesto de mando. Su simpatía por los delincuentes presuntamente agredidos aumentó y el respaldo a Carabineros, si fuera posible, disminuyó.
La protección de la reputación internacional del Presidente, particularmente ante los organismo internacionales y tribunales de DDHH, fue considerada merecedora de cualquier sacrificio de la sociedad chilena. Piñera se arrodilló ante Bachelet y fue escupido.
La campaña mediática de la izquierda se puso en marcha a toda velocidad. Un caso emblemático fue la campaña para inculpar a Carabineros de uso excesivo de la fuerza al emplear escopetas de perdigones. No era nada nuevo, son armas en uso desde hace años y las municiones fueron adquirida en el gobierno de Bachelet, pero ahora se descubrió que los perdigones eran dañinos e iban directamente a los ojos de los manifestantes y a veces de a parejas, uno para cada ojo. El inefable INDH acusó que 352 personas sufrieron lesiones oculares que 21 que sufrieron el estallido o pérdida del globo ocular. La misma organización días mas tarde corrigió su información: 5 de ellos sufrieron la pérdida de un ojo, 73 quedaron con lesiones oculares por agua a presión, gas lacrimógeno y golpe entre otros. Todo después de 5 semanas de batallas campales con violencia extrema de las turbas. Violencia que no mereció la atención de la Justicia.
El diario norteamericano The New York Times, asociado con un medio de televisión chileno particularmente odioso contra la policía, publicó un video y un artículo extremadamente tendencioso. Fue solo uno, aparentemente pronto se dio cuenta de la exageración y engaño, pero el daño ya estaba hecho e incrementado el pánico de la autoridades nacionales.
Este ha sido un caso de texto de una falla grave de liderazgo Presidencial y del Gobierno, antes y durante la crisis, un caso de abandono de deberes de primera magnitud y actualmente tenemos lo peor: los culpables de este desastre, el Presidente Piñera y su Ministro del Interior Gonzalo Blumel, designan y ponen en marcha un proceso para “reestructurar por completo a Carabineros de Chile”. 
Con candor explican: “Como parte de los compromisos que tomamos después del informe de Human Rights Watch (HRW), vamos a convocar a un consejo para la reforma a Carabineros”, dijo el Secretario de Estado en conversación con CNN Chile.
Según Blumel “necesitamos una policía del Siglo XXI” y adelantó que la instancia que se realizará esta semana en La Moneda “se va a enfocar en revisar todo lo que veníamos haciendo en la modernización de Carabineros para ver si están a la altura de lo que se requiere; en segundo lugar, para abordar el tema de orden público; y, tercero, tenemos que ver cómo estas actuaciones en materia de orden público se consolidan bien con la protección absoluta de los Derechos Humanos”. “No sólo debemos dejar que las instituciones funcionen (…) sino que hacer que funcionen”.
Si eso es lo que desean, es una gran decisión, pero el orden de las tareas está invertido, es imprescindible “reestructurar y refundar” al Estado en pleno: el Ejecutivo, poniendo a personas capaces y competentes; segundo al Legislativo, reduciendo sus absurdas dimensiones y exigiendo competencia técnica y idoneidad moral y tercero al Poder Judicial despolitizándolo y enfocándolo a las funciones que la Constitución les asigna, apartándolo de otras áreas que han ocupado ante el abandono y cobardía de los otros dos poderes del Estado, y eliminando la corrupción y otros vicios de que adolece.
Un Estado con grandes facultades, con una dotación inmensa y cara, de mala calidad, incompetente y sin control ni supervisión eficaz, es la peor maldición para Chile y resolver eso es prioritario.
El problema no es la Constitución ni Carabineros, es la gestión del Gobierno y la falta de liderazgo Presidencial.
Fernando Thauby.

martes, diciembre 10, 2019

LA DEMOCRACIA SEGÚN LA IZQUIERDA.





 Para entender el presente, hay que tener conocimiento del pasado. Desde la asonada comunista apoyada por los gobiernos del socialismo del siglo XXI, Venezuela y Cuba, yo no he escuchado a ningún político de oposición pidiendo volver a la situación de normalidad que existió hasta el día jueves 17 de octubre. Al contrario, ve que se muestran complacientes. Derraman de vez en cuando lágrimas de cocodrilo ante violencia desatada por el lumpen, los anarquistas y los agitadores sociales del Partido Comunista y el Frente Amplio. 
   La prensa coludida con la extrema izquierda sigue hablando o usando la expresión ‘estadillo social’, luego de saberse de las declaraciones en Venezuela de la actriz y ex agregada cultural en Cuba, Florencia Lagos, quien dijo que había miles de organizaciones de su sector en la calle. Nada fue espontáneo. Fue un plan siniestro y un acto de guerra organizado por dos países. En el país hay varios traidores.
   Tampoco he escuchado del algún líder de ese sector que proponga una comisión en el parlamento para investigar los responsables del atentado primero a las estaciones del Metro de Santiago y luego los incendios provocados en los supermercados el sábado 18, o bien, pedir a la justicia que investigue o a la fiscalía. Ahora sabemos que el político socialista José Miguel Inzulsa participó en el Grupo de Pueblo, cuyo objetivo era desestabilizar la región. Recuérdese que mientras fue secretario general de la OEA apoyo el régimen chavista. Por tanto, es cómplice los muertos que hay en Venezuela como de las violaciones a los derechos humanos cometidas en ese país. Habría que juzgarlo por traidor, pues conspiró contra el país.
   Los hospitales se están blindando. Una turba de manifestantes “pacíficos” intento entrar a un condominio en Las Condes. 
    Además, los líderes de la oposición condenaron los actos vandálicos y saqueos, luego de quedarse callado por un mes. La violencia se justificada, según ellos, por el estallido social, la rabia, entre otras cosas. No hay tal cosa. El atentado al Metro como a los supermercados fueron actos terroristas. La excusa del alza del valor del pasaje no justifica el daño millonario por la destrucción, porque en el último gobierno de Bachelet el alza fue de ochenta pesos y nadie dijo nada. 
   El ex presidente socialista, Ricardo Lagos condeno los saqueos y vandalismo. Criticó que un sector de la izquierda se ha mostrado complaciente con los hechos delictuales, porque los apoya. Lo que significa para Lagos, que se sector no cree en la democracia. Sin embargo, no ha pedido represión a los violentistas, pues él la agresión que ha sufrido Carabineros con bombas molotov no es una violación a los derechos humanos.
    La democracia chilena actual murió en los días 17 y 18 de octubre, cuando atacaron primero el Metro y al día siguiente los supermercados. Se usó la violencia para conseguir un objetiva, a saber, una nueva constitución. El proyecto de una nueva carta magna formaba parte del programa de gobierno de Bachelet. Y por tanto, formaban parte de la hoja de ruta tanto del candidato, Guille como de Beatriz Sánchez. Luego que los militares abandonan las calles, la gente salió a la calle manifestarse por el efecto de las políticas de estos treinta años, mayoritariamente, por las malas políticas de la izquierda. Fueron conocidas como las demandas de la clase media. Sin embargo, las peticiones justas pasaron a segundo plano, porque la calle se la tomo los anarquistas, el vandalismo y sector al Partido Comunista y Frente Amplio.
    Los así llamados ‘actores sociales’, que son a fin de cuentas los diversos gremios tomadas por la extrema izquierda. El resultado final fue que Piñera abdicó y se sumó a la nueva constitución. A los partidarios de las demandas de la clase media no les interesaba otra carta magna, pues todos los problemas que aquejan a los sectores medios y bajos no requieren de una constitución. La izquierda llamó al mes pasado ‘Octubre Rojo’.
   En el Chile actual no manda el voto, sino la violencia y el temor. Chile está en estado de guerra y los únicos que no quieren reconocerlos son los políticos. Ellos saben cuál es la solución para acabar con la violencia callejera. Con todo, no quieren usar los instrumentos legales porque quedarían como violadores a los derechos humanos. Ayer importaba más el derecho humano del terrorista o guerrillero y hoy día el derecho humano del narco, del anarquista, del encapuchado y del vándalo. La clase política en general le niega a los civiles, carabineros y fuerzas armadas el derecho a la autodefensa o el derecho usar la fuerza. Boris Guerrero, presidente del sindicato de la empresa Subus que opera en las avenidas Vicuña Mackenna, Santa Rosa, Gran Avenida y los sectores norte y sur de Santiago dijo: “Después de las 20.00 es muy difícil circular por las calles. Y no porque la empresa tomara esa decisión, sino porque los mismos trabajadores nos autoimpusimos horarios para resguardar nuestra integridad (…). La inseguridad nos tiene más que superados”. Algo parecido dice una trabajadora de una empresa cerca de Plaza Italia: “Con todo lo que ha pasado, ahora da un poco de miedo salir en la noche. Es mucho más seguro juntarse con los amigos en una casa que en un local. Antes íbamos seguido al barrio Bellavista o Providencia, pero con las marchas y saqueos, dejamos de ir”. 
   Si las marchas fuesen pacíficas y autorizadas, las personas no tendría temor. Cuando empezó la insurrección, comentamos en otro blog, que los restoranes y vida nocturna de las ciudades iban salir perjudicadas. 
    La violencia que ha aparecido en el país, volvió a poner en el tapete una discusión que supuestamente se había zanjado, cuando los militares entregaron el poder a los civiles hace veinte y nueve años. En la portada de El Mercurio de Santiago, apareció una entrevista al señor y abogado Claudio Grossman, quien encabeza el Instituto Interamericano de los Derechos Humanos: “En los 90 se avanzó en condenar la violencia sin importar quién la efectuara; hoy hay un deterioro en eso”. Esa es la narrativa de la izquierda, pues ese señor fue partidario de la Unidad Popular. Los únicos que han pagado el costo de la violencia que desató la izquierda hace más cuarenta años y luego con la subversión son los militares presos, a los cuales todavía les persigue. Esa afirmación del experto supone que las personas no tienen derecho a la autodefensa. Y que las personas que se defienden o usan la fuerza están al mismo nivel del terrorista, guerrilleros o vándalos, anarquistas y lumpen. Son dos cosas totalmente distintas la violencia que la fuerza. Sin embargo, para el experto en derechos humanos son iguales. 
   Él sabe que el Partido Socialista junto con el grupo terrorismo Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Mir) desecharon la democracia liberal y optaron por la vía armada. La izquierda del cual él formó parte destruyó la democracia. Cuando los militares tomaron el poder, hace tiempo el régimen político había muerto. Luego agrega: “la grave insuficiencia en la defensa de la democracia y los derechos humanos, a favor de narrativas que buscan el quiebre de la democracia”. Por sus palabras se desprende que él no está dispuesto a ocupar la fuerza legal para acabar con los saqueos. Y por tanto, los violentistas tiene más derechos humanos que las personas decentes. Asimismo, para él es normal que las personas hayan sido sacadas su normalidad. He visto varios comentarios por Youtube de personas que piden la intervención de las fuerzas armadas, puesto que los políticos quieren continuar con las marchas no autorizadas y con el desorden. 
   Que el país esté en manos de matones al señor Claudio Grossman parece no importarle. Desde luego, que los miles de pequeños empresarios que fueron saqueados eso no constituye una violación a los derechos humanos. Por cierto, el escritor peruano Jaime Bayly es el único que ha calificado de matón a la extrema izquierda (Frente Amplio y Partido Comunista) y naturalmente a los que marchan, han saqueado, puesto barricadas en las carreteras y avenida. Dudo que un periodista progresista chileno se atreva a calificarlos así. 
   Yo compadezco a las personas que viven en las calles aledañas a La Alameda de Santiago.
    Como vemos la democracia como la plantea la izquierda supone vivir en un estado de anormalidad: miedo, temor, inseguridad. En cambio, las personas decentes desean volver a la normalidad que existió hasta el 16 de octubre. Y esto me lleva a la Unidad Popular.
  Durante el nefasto gobierno de Salvador Allende, hubo dos políticas que enfurecieron a los chilenos. Una fue la Escuela Nacional Unificada, que era simplemente adoctrinar a los estudiantes. Y otra política fueron las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP), que estaba presidida por el padre Michelle Bachelet, el general de la Fuerza Aérea, Bachelet. Lo secundaba el actual presidente del PPD, Heraldo Muñoz. Antes los chilenos podían comprar lo que quisieran y vender lo que ellos quisieran. Con la UP no se podía hacer lo uno ni lo otro. Si vendías, te convertías en especulador. Sólo se podía comprar los productos que el Estado ofrecía a través de su tarjeta. La democracia que defiende los políticos e intelectuales de izquierda, basta recordar el Acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973: “5º Que es un hecho que el actual Gobierno de la República, desde sus inicios, se ha ido empeñando en conquistar el poder total, con el evidente propósito de someter a todas las personas al más estricto control económico y político por parte del Estado y lograr de ese modo la instauración de un sistema totalitario”. Supongo que sabrán que significa totalitario la periodista Mónica González, el escritor Manuel Gumucio, entre otros. 
   El artículo 6° afirma: “Que, para lograr este fin, el Gobierno no ha incurrido en violaciones aisladas de la Constitución y de la ley, sino que ha hecho de ellas un sistema permanente de conducta, llegando a los extremos de desconocer y atropellar sistemáticamente las atribuciones de los demás Poderes del Estado, violando habitualmente las garantías que la Constitución asegura a todos los habitantes de la República, y permitiendo y amparando la creación de poderes paralelos, ilegítimos, que constituyen un gravísimo peligro para la nación, con todo lo cual ha destruido elementos esenciales de la institucionalidad y del Estado de Derecho;”. Ahora tenemos los cabildos todos manejados por el Partido Comunista. Una suerte de soviet. 
   El articulo número 10 relacionado con las garantías y derechos fundamentales garantizados por la Constitución afirma: El punto a) establece que “Ha violado el principio de igualdad ante la ley, mediante discriminaciones sectarias y odiosas en la protección que la autoridad debe prestar a las personas, los derechos y los bienes de todos los habitantes de la República, en el ejercicio de las facultades que dicen relación con la alimentación y subsistencia y en numerosos otros aspectos”.
  La democracia que defiende la izquierda hasta el 11 de septiembre de 1973, el gobierno clausuraba radios y diarios ilegalmente, no respetaba el poder judicial y la Controlaría de la República, violaba la autonomía universitaria, impedía el derecho a reunión y “ha permitido constantemente que grupos a menudo armados, se reúnan sin sujeción a los reglamentos pertinentes y se apoderen de calles y caminos para amedrentar a la población”; se violaba sistemáticamente el derecho de propiedad al permitir ‘tomas ilegales’; se hacían detenciones ilegales contra periodistas a cuales se le torturaba y flagelaba; el gobierno no permitía salir del país; el gobierno permitía organismo sediciosos que no estaban contemplados en la Constitución como los Comandos Populares, los Consejos de Campesinos, los Comité de Vigilancia, las mencionadas JAP con el objetivo de crear ‘Poder Popular’; “12º Que en la quiebra del Estado de Derecho tiene especial gravedad la formación y desarrollo, bajo el amparo del Gobierno, de grupos armados que, además de atentar contra la seguridad de las personas y sus derechos y contra la paz interna de la Nación, están destinados a enfrentarse contra las Fuerzas Armadas; como también tiene especial gravedad el que se impida al Cuerpo de Carabineros ejercer sus importantísimas funciones frente a las asonadas delictuosas perpetradas por grupos violentistas afectos al Gobierno”. ¡Qué gran diferencia entre los políticos de oposición a la UP y los actuales! Tenemos el grupo “Unidad Social” equivalente al “Poder Popular”. Los Carabineros no pueden ejercer sus funciones porque los delincuentes y terroristas son amparados por los políticos. 
   Las palabras de Johannes Kaiser antes de volver a Austria dan cuenta del nuevo Chile, que nos quieren acostumbrar los políticos de izquierda y también el gobierno.

Javier Bazán Aguirre.

jueves, diciembre 05, 2019

LA SOLEDAD DE CARABINEROS, UNA CANALLADA.



 La sociedad chilena en su conjunto tiene que sentir vergüenza de no levantar un solo dedo en protesta por la soledad en que las autoridades dejaron a Carabineros en días tan aciagos para la democracia.  En una repudiable conducta “correctamente política”, el Gobierno, dirigente políticos, congresistas y el periodismo satanizan a la policía uniformada en su desigual lucha contra la barbarie y el odio ideológico que originó la insurrección extremista.

No debe existir en el mundo una policía más reprimida que la de Chile, y reprimida por el temor de sus jefes civiles al “qué dirán” y el pavor a la pertinaz intromisión de decenas de entes de organismos internacionales, todos en manos del socialismo, que no investigan, sino dan fe de falsos testimonios de presuntas “víctimas” de estas adoctrinadas fuerzas que destruyen, saquean, incendian y con tiempo para atacar y herir a quienes deben neutralizarlas por orden de la Constitución.

Tras el retorno de la democracia, en 1990, el comunismo logró el objetivo prioritario que se juró a sí mismo: poner de rodillas al Ejército y enjuiciarlo. Lo consiguió en parte gracias a la generosa colaboración de la dictatorial Justicia izquierdista y al entreguismo de un ex Comandante en Jefe, Emilio Cheyre.

En cambio, y esto configura toda una particularidad, Carabineros, que también se involucró en el régimen militar, no ha sido víctima  del revanchismo de la izquierda por una razón muy simple: representa a la ley en su función pública.

Desde que se tiene registro de protestas públicas –como el alza de dos centavos en el valor del boleto de los tranvías, en 1929-, Carabineros se ganó el repudio de quien sale a la calle a manifestar públicamente su disconformidad por cualquier cosa, alterando el orden.

Al revés de otras instancias armadas, Carabineros es depositario de un mandato constitucional, y por tanto legal, de preservar la paz de la población. Cuando se producen enfrentamientos entre quienes están facultados para reestablecer la paz ciudadana y entre quienes vandálicamente la alborotan, jurídicamente, siempre, la razón está de parte de la policía.

Para trabar su accionar siempre regido por la ley, los alteradores del orden Idearon un concepto destinado a perforar la fidelidad de la ciudadanía, que confía y recurre a Carabineros hasta en las más insólitas situaciones: “el desmedido uso de la fuerza”.

Un paraguas tan amplio y tan vago como éste es el que permitió que, recurriendo a él, hasta las autoridades que deben respaldar a Carabineros se hayan puesto del lado de los vándalos extremistas. Cualquier chileno medianamente pensante debe experimentar un gran bochorno al escuchar las constantes letanías del Presidente de la República y de sus ministros del Interior y de Justicia, quienes no cesan en dar explicaciones a sus adversarios políticos –que intentaron sacarlos a la fuerza del poder- por culpa de  los policías sometidos a sumarios y por otros en manos de los tribunales “por malos tratos, abusos y violaciones”…Esta incalificable postura de la autoridad de situarse al lado de los saqueadores en un lastimoso afán por parecer ecuánime, induce a pensar que este tipo de personajes sí se merecen estar pasándolo mal.

Con la cómplice amplificación del periodismo se ha difundido y entregado a los arbitrarios agentes de derechos humanos - que oficial o clandestinamente pululan por las calles de Santiago- que Carabineros “ha asesinado” a 25 compatriotas, siendo que apenas 5 de estas víctimas están comprobadas que cayeron en enfrentamientos y no sólo con la policía: el resto pereció en incendios, saqueos y ajustes de cuentas; les imputan que por sus disparos de balines de caucho, 200 ‘inocentes’ jóvenes perdieron o quedaron con sus globos oculares dañados, siendo que son sólo 7,  y 43 muchachas fueron violadas en las comisarías, pero a la fecha no hay un solo funcionario imputado ni menos condenado.  Hubo una denuncia al respecto contra la unidad de San Bernardo, y luego de que los fiscales revisaran todas las cámaras de vigilancia del interior del cuartel nada hallaron.

Por tratarse de un contingente que no da abasto a los demandantes requerimientos de una insurrección ideológica, sus funcionarios duermen en promedio, como máximo, cuatro horas y su alimentación es tan distante como precaria, al revés de los sublevados que reciben sus raciones programadas y portadas en vehículos especiales para que su “resistencia” no tenga flaquezas.

En un hecho sin precedentes en la historia de las fuerzas policiales del mundo, a la chilena, el propio Gobierno amagado y tambaleante, le prohibió que utilizara balines de caucho en situaciones extremas y le restringió el uso de gases disuasivos “por contaminantes”. ¿Cómo se defenderán?: 148 comisarías han sido atacadas con bombas y pedradas.

Sin embargo, esa misma  autoridad encargada de la seguridad interior del país, hace vista gorda con el uso de armamento por parte de los subversivos; con el manejo como instrumento de ataque de fuegos artificiales –prohibido su uso por ley- y con la utilización de machetes para atacar y destruir radiopatrullas y carros blindados…obviamente con personal en su interior.

Las pacifistas mozalbetes participantes de las marchas desafían y provocan a los funcionarios con los peores insultos y gestos procaces en sus propias narices, ello con el propósito de hacerlos reaccionar y transformarse, ellas, en heroínas publicitarias. En el colmo de la arrogancia estas muchachitas, en medio de las escaramuzas les exigen a los carabineros que se identifiquen para, luego, denunciarlos endilgándolos cualquier infracción inventada. Dicha solicitud de identidad, por el contrario, sólo les corresponde por ley a ellos, pero las autoridades de Gobierno los obligan a que deben revelar, a quien se los pida, su nombre y apellido…

Aunque parezca una herejía para un Chile al revés, los héroes de esta terrible tragedia no son los insurrectos que no cesan en sus acciones vandálicas, ni tampoco lo son los congresistas que se atribuyen ser los salvadores de la crisis política, ni menos las autoridades del Gobierno, entumecidas por el pánico.  . Esta masa amorfa, descontrolada, pero que obedece a instrucciones ideológicas precias y planificada, no es la heroína de un movimiento falsamente atribuido a demandas sociales. Los reales y auténticos héroes son los carabineros, provenientes del genuino pueblo al que prometieron defender, y lo hacen con valentía, entereza y patriotismo, pese a las canalladas de quienes más cerca deben estar de ellos.


Raúl Pizarro Rivera.