lunes, agosto 27, 2018

CULTO A LA MENTIRA HISTÓRICA.




En lo que lleva en el poder, el Gobierno de Chile Vamos,  ha recibido no pocos golpes, y algunos muy duros, por su error de no consensuar antes de resolver.
El heterogéneo tipo de sensibilidades al interior del oficialismo y el abuso de protagonismo por parte de algunos dirigentes, han conducido al Presidente, ministros y partidos a constantes reuniones para "abuenarse".

Históricamente, la derecha ha derrochado infinitas oportunidades de consolidarse en el poder y de salir de su tradicional 'un tercio', precisamente a raíz de disputas internas. Ha carecido, y continúa careciendo, de la generosidad indispensable para priorizar, siempre, el objetivo común: que la izquierda no gobierne.
El 17 de diciembre del 2017, una categoría mayoría le devolvió el poder perdido el 2013, y el entonces Presidente electo advirtió estar "mucho mejor preparado que la vez anterior", aduciendo que "la mejor escuela para un Mandatario es haberlo sido".

No obstante, dicha reflexión parece no estar cumpliéndose, dados los tropiezos propios que han aumentado las abundantes piedras existentes en el camino por la mayoría opositora en el Congreso Nacional.
Meses antes de tomar posesión de La Moneda, Chile Vamos hizo un minucioso harneo de todos los aspirantes a cargos públicos. Fueron chequeados todos sus antecedentes y perfiles para no equivocarse. Pero alguien no fue lo suficientemente minucioso  en los controles: a poco de asumir debió salir el jefe de gabinete del MIINSAL, más tarde un intendente, seguido por tres ministros de Estado -uno, con duración de 48 horas- y la DC le niega la sal y el agua al Presidente mientras mantenga en su puesto al subsecretario de Redes Asistenciales.

Ahora, es inminente otra confrontación interna por el anuncio presidencial de crear un Museo de la Democracia. La iniciativa está en el programa de Gobierno y en el segundo piso de Palacio, una comisión de historiadores ha trabajado desde marzo en el tema.
En un claro error de cálculo, el proyecto fue anunciado días después de que se divulgaran las expresiones de Mauricio Rojas, muy ciertas, desde luego, emitidas el 2016 en cuanto a que "el Museo de la Memoria es un montaje".

Tratándose de una iniciativa en carpeta desde la campaña electoral, no había motivos para hacer el anuncio en esta fecha tan contaminada, siendo que siempre estuvo planificado hacerlo el 5 de octubre, día de conmemoración del plebiscito que puso fin al régimen militar.

Como era de esperar, el anuncio provocó de inmediato la respuesta opositora: "el Gobierno quiere ir al empate" con el Museo de la Memoria. Es un mito hacerse a la idea de que éste, el de la Democracia, será un memorial de todas las víctimas de la izquierda extremista, que es lo que supone el concepto de "empate".

El solo hecho de la fecha pronosticada para su formalización, implica que gran parte del contenido del eventual museo se destinará al período de  "recuperación de la democracia", la que se reestableció a partir de 1990, consecuencia del triunfo plebiscitario. O sea, loas para…¡la Concertación!

Pero, cuidado, porque si se parte de dicha premisa, la futura muestra tendrá que incluir absolutamente todas las "recuperaciones de la democracia", desde que Bernardo O'Higgins se proclamó Director Supremo de la Nación, pasando por los innumerables conatos de golpes y hasta el desbanco  de Presidentes, hechos  -aunque brevísimos algunos- que fueron frecuentes en la primera mitad del siglo XX.

Es antojadizo y arbitrario que una comisión se aboque  a decidir qué o cuántos "períodos de democracia" abarcará la anunciada muestra. Es un crimen parcelar la verdad  histórica.
Se supone que la acción militar del 11 de septiembre de 1973 será totalmente omitida y, tal vez, hasta duramente atacada, pero los patrocinadores del futuro museo no pueden ignorar, ni olvidar, que ella fue consecuencia de un clamor ciudadano que demandó sacarse de encima el yugo marxista. Si bien Salvador Allende fue electo por votación, su Gobierno desde los inicios fue una genuina dictadura.

Desconoció un paquete de garantías para respetar la Constitución, vulneró las leyes de propiedad privada, negó el derecho universal de acceso a los alimentos, violó la independencia de las FF.AA. al incorporarlas a ministerios como elemento de neutralización, pisoteó el artículo de la Carta Magna que lo obliga a reguardar la soberanía nacional introduciendo clandestinamente a milicianos cubanos, infiltró unidades castrenses para generar una Guerra Civil, desechó las resoluciones legislativas y la Cámara de Diputados declaró "oficialmente inconstitucional" su Gobierno.

¿Fue el suyo un Gobierno democrático? ¿Es democrático un Presidente que en su casa de reposo se entrenaba en el uso de ametralladora? ¿Se considera democrática a una nación con parte de su población en posesión de armas para defender la revolución?
La población actual, en especial la juventud, ha sido mañosa y arbitrariamente manipulada para que no se informe ni conozca en detalles el peor Gobierno de la historia de Chile,  embrión de una sumisión al marxismo y camino a convertirse en una segunda Cuba.

Existe literatura al respecto -aunque poca, por razones obvias- y en la Biblioteca Nacional se hallan ricos archivos que prueban lo funesta, odiosa, violenta y divisoria que fue la administración inconclusa de Allende, cuya "obra sin terminar" prometió continuar, felizmente sin éxito, Michelle Bachelet con su nueva Mayoría.

Si este prometido Museo de la Democracia va a generar más deformaciones históricas como el de la Memoria, es preferible dejarlo tal como está, sólo en proyecto. Nuevamente el Presidente  ha vuelto a decidir sin consensuar previamente, y de ello dan cuenta las fricciones internas que ya está produciendo al interior de Chile Vamos el solo anuncio de su materialización. Los auténticos demócratas de este país están cansados de la entreguista rutina de rendir culto a la mentira.


Voxpress.cl

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio