sábado, abril 28, 2018

EL DICTADOR HA MUERTO, VIVA EL DICTADOR.



El traspaso de mando ocurrido esta semana pasada en Cuba, nos trae a la memoria la fórmula de la monarquía francesa: “le roi est mort, vive le roi”.
La diferencia es que en Francia nadie ponía en duda la legitimidad de la transmisión, pues era un régimen monárquico, basado en la continuidad familiar de una dinastía, que por siglos había gobernado esa gloriosa nación, y en la que todos se reconocían haciendo parte.
En Cuba no existe nada de eso. Fidel Castro se tomó el gobierno por un golpe de Estado, instauró un sistema marxista, controlado por él hasta en sus mínimos detalles, mató o hizo desaparecer a más de 7.000 opositores,  huyeron, o murieron, otros 150.000, prohibió la salida del País y controló la economía como su propia billetera. Después de 50 años pasó el poder a su hermano, quien continuó el mismo sistema hasta que cumplió 86 años. Entonces designó a su “sucesor”, de nombre Díaz Canel, que, esta semana pasada, garantizó que todo seguirá igual y que la última palabra la tendrá siempre el “compañero Raúl”.
¿Qué es esto? ¿Democracia, monarquía o tiranía?
Es obviamente una tiranía. Pues la diferencia entre las tres formas legítimas de gobierno, (democracia, aristocracia y monarquía) consiste en que ellas se orienten al bien común de la nación y cuenten con el asentimiento general. Mientras que, lo propio de la tiranía, es que ella se mantiene sólo por el ejercicio del terror y de la represión sistemática.
Es el miedo, impuesto por el poder político, el que mantuvo a los dos Castros y hará lo propio con el designado Díaz Canel. Nada cambió en el ejercicio del poder por la represión, desde Fidel hasta hoy.
Dos ejemplos, entre miles. La semana pasada las “Damas de Blanco” fueron premiadas por su valiente actitud de resistencia, enfrentando permanente acoso y vejación, con el prestigioso Premio Milton Friedman que otorga el Cato Institute,  de los Estados Unidos. Sin embargo, hasta ahora no se sabe si podrán salir a buscar el premio en Nueva York. Pocas semanas atrás un diputado chileno no pudo entrar a la Isla a participar de una ceremonia en recuerdo del disidente asesinado Payá y fue humillantemente interrogado y puesto de regreso en el aeropuerto de la Habana.
En todo esto no hay novedad. No es sino lo mismo de siempre, con cambio de nombres.
Lo que sí constituye una afrenta a la democracia que nos rige, es que los parlamentarios del Partido Comunista y del Frente Amplio que ocupan escaños en el Poder Legislativo chileno, no manifiesten su total repudio a esta situación. Y que, al contrario, se muestren enteramente solidarios con el terror impuesto por sus “correligionarios” de la infeliz Isla-prisión.
De acuerdo con información de prensa, “en el partido aseguran que ya fueron convocados por la isla para ‘despedir’ a Castro y ‘recibir’ a Díaz-Canel en una fecha aún por definir”. Nótese el verbo empleado: “convocados” y no “invitados”, lo que muestra que el Partido funciona con órdenes perentorias. Y que hasta aquí llega el temor a la disidencia.
¿Qué será entonces en Cuba con los verdaderos disidentes?
Lo más triste de todo, es que, sobre estos verdaderos mártires de la persecución comunista, ha caído el manto del olvido. Ni el Papa Francisco se acordó de ellos en visita a la Isla. Mientras tanto, en Chile le cae el mundo encima al Diputado Urrutia por manifestar su concordancia con el retiro del decreto de ley que pretende dar más dinero a los exilados.
¿Cómo entender que delante de unas declaraciones, que tienen mucho de verdad, los comunistas y frente amplistas “rompan vestiduras”? ¿Y, al mismo tiempo, delante de un régimen que hace 60 años, impone el terror y la represión sistemática de sus habitantes, ellos no digan una sola palabra de repudio?
La respuesta es simple y corta: complicidad ideológica.
Es decir, si ellos pudieran hacer lo mismo aquí, estarían en su paraíso. O sea, su acción política nos acerca a ese destino.
Hasta aquí todo claro.
Lo que no cuadra es que un Gobierno de centro derecha, como el que nos Gobierna, no haya manifestado ni la más leve señal de rechazo a esta situación, ni que se piense romper las relaciones diplomáticas con ese gobierno que a todas luces viola sistemáticamente los DDHH.
Coherencias de los comunistas con su ideología, bien llamada por el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congragación para la doctrina de la fe, como la “vergüenza de nuestro tiempo”.
Incoherencia de un Gobierno que se dice de Centro Derecha, y cuyo Canciller ha sido un conocedor en primera mano de esa persecución y se convirtió, al punto de escribir: “Mis verdes años olivos”.
CredoChile.cl

miércoles, abril 25, 2018

JOSÉ ANTONIO KAST - ACCIÓN REPUBLICANA (VIDEO).

José Antonio Kast presenta su movimiento político Social
ACCIÓN REPUBLICANA.




#RecuperemosChile

#AccionRepublicana.




domingo, abril 22, 2018

| #DiputadoIgnacioUrrutia | CONTRADICCIONES VITALES.



El hecho de que las mayores condenas a los dichos del más valiente y veraz diputado de derecha, Ignacio Urrutia, en apoyo al retiro del proyecto de entregar una nueva bonificación extraordinaria de 90 mil millones de pesos a los beneficiarios de la escandalosa prebenda de una pensión vitalicia consagrada por el gobierno de Lagos, para treinta mil personas de extrema izquierda sospechosas de terrorismo, por el solo hecho de haber sido interrogadas bajo el régimen militar, ha puesto de manifiesto las “contradicciones vitales” que afligen al VI Gobierno de la Concertación de, por y para Sebastián Piñera que, como prueba de esto último, acaba de nombrar a su hermano no-diplomático embajador en Buenos Aires.

La escandalosa “Comisión Valech” formada por Lagos en 2004 sobre “Prisión Política y Tortura” interrogó a más de 35 mil personas que se presentaron como “víctimas”, lo que supuso el absurdo de haber “investigado” más de 130 casos diarios, ello criticado por el historiador Gonzalo Vial en su tiempo como una imposibilidad de hecho. La sola declaración de haber sido interrogado bastaba la mayor parte de las veces para conseguir una pensión vitalicia. Por supuesto, Lagos se olvidó de que él había firmado en 1970 las 71 páginas de denuncias ante la Corte Suprema de torturas infligidas por Frei Montalva a los miristas y de que el Acuerdo de la Cámara de Diputados de 1973 acusó a Allende de torturar a meros opositores. Pero esas torturas eran “no investigables”.

El diputado Urrutia tuvo toda la razón al aludir a “terroristas” premiados, porque las policías en los 70 y 80 apresaban e interrogaban, no a los peluqueros, abogados o boticarios, sino a quienes aparecían vinculados a las oleadas de atentados que sufría el país en esas décadas y de las que los militares nos defendieron exitosamente, con el resultado de que hoy los jueces de izquierda los mandan presos mientras políticos de todos los colores forran a la ex guerrilla con centenares de millones de dólares anuales en compensación por haber sido privada de su “derecho” a tomarse el poder por las armas.

Que el joven cerebro lavado y ministro Blumel haya aparecido en el “punto de prensa” gubernativo condenando los dichos del diputado Urrutia se explica por su edad, que lo pone automáticamente entre los que no vivieron la verdad histórica de que en Chile, si no hubiéramos tenido un gobierno enérgico como el Militar, el poder habría sido capturado por nuestro equivalente a la FARC colombianas, las “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Chile”, las “FARCH”. Si no hubiera habido Estado de Sitio en los años 70 y 80, que permitía detener e interrogar a los sospechosos del terrorismo mirista y comunista, que contaban con enorme apoyo soviético y cubano y no pocas veces con la complicidad norteamericana representada por el senador Edward Kennedy (autor de la Enmienda Kennedy que puso en la indefensión armada a Chile cuando sus fronteras eran amenazadas) el propósito de las FARCH pudo haberse logrado.


Que ayer haya estado el ministro Hernán Larraín al lado de Blumel para crucificar e insultar al valiente Urrutia, acusándole de “descriterio” y de “odioso y contumaz”, no le debe haber extrañado a nadie, ni siquiera a su correligionario Urrutia, porque por décadas Larraín ha sido el protagonista de la más espectacular “vuelta de chaqueta” política que registran los anales chilenos, desde ser el autor del más entusiasta panegírico al Presidente Pinochet en su vida, al peor cuchillo de su gobierno y de los militares que nos salvaron del triunfo del terrorismo marxista. Estos últimos son los actuales centenares de presos y miles de procesados políticos.

Y que se haya levantado de nuevo la voz condenatoria contra su colega Urrutia del inefable diputado UDI Jaime Bellolio, que en los 80 colaboraba con la Vicaría de la Solidaridad presidida por Valech, virtual “brazo logístico” judicial y hospitalario del grupo terrorista FPMR y del MIR, tampoco ha sorprendido a nadie, porque ya antes ha abandonado la sala de la Cámara cuando Urrutia ha rendido homenaje a la memoria del 11 de septiembre y del Presidente Pinochet, en medio de tuiteos de repudio a los “atropelladores de derechos humanos”.

En mi libro en prensa “Historia de la Revolución Militar Chilena” describo en detalle la gesta librada contra decenas de miles de terroristas poderosamente armados, que gozaban de protección propagandística soviético-norteamericana, en cuyo curso se registró el mayor desembarco clandestino de armas que recuerda la historia de América Latina, en 1986.

El hecho de que hoy se haya olvidado todo eso, se pretenda añadir 90 mil millones de pesos sin financiamiento en favor de quienes fueron interrogados alguna vez hace décadas como sospechosos de terrorismo y se universalice la condena pública a la única voz que se levanta en defensa de la verdad histórica, pone de manifiesto las contradicciones vitales que afligen a la sociedad chilena y al gobierno actuales.

Otra de ellas es la que ha llevado a convertirse en blanco favorito de la izquierda –y del propio gobierno— al ministro de Educación, que en sus escritos de columnista distinguido siempre destacó la inconsecuencia de la condena al lucro y ha vuelto a hacerlo como titular del cargo. Pero la verdad es que ha sido otra “contradicción vital” de Piñera haberlo designado precisamente a él, cuando la política declarada de este último es, como lo ha reiterado ayer, la persecución contra el lucro en la educación superior. “Gerardo Varela ministro de Educación del VI Gobierno de la Concertación” es, simplemente, un oxímoron”, una “contradicción en los términos” y nadie pude prever hoy día en qué va a terminar: o convertido en un émulo de Hernán Larraín, dándose vuelta la chaqueta al modo chileno habitual y pasando a engrosar el “Hall of Fame” que ya integran, con famosas declaraciones de condena a lo que antes profesaron culto, personajes como Andrés Chadwick o Joaquín Lavín y el mismo Larraín, o manteniendo su bandera en alto como crónicamente lo hace el valiente Urrutia. Claro que, en este caso, arriesgándose a que le pidan la renuncia.


Quepan unas últimas líneas para hacer notar la impunidad de la agresión física de la diputada Pamela Jiles contra Ignacio Urrutia, degradación que no se registraba en el hemiciclo desde que la diputada comunista Mireya Baltra nos lanzaba a los diputados de derecha pesados tinteros de cristal en plena sesión en 1973, por suerte con muy mala puntería.

Así, los votantes de derecha que cometieron el imperdonable error de llevar al poder al VI Gobierno de la Concertación recién están comenzando a ver las nefastas consecuencias de su inexplicable decisión electoral.

Hermógenes Pérez de Arce.

martes, abril 17, 2018

¡¡GOOD MORNING, PUNTA PEUCO!!.



¡Quisiéramos tener fe!
Quisiéramos tener fe, queremos confiar que este Gobierno tomará una actitud distinta a la del Gobierno de Sebastián Piñera anterior.
Quisiéramos olvidar el mediático traslado de internos desde Cordillera a Punta Peuco, en el cual la amplia difusión fue un tremendo error y que alimentó a la vengativa izquierda marxista a intentar el cierre del otro recinto carcelario.  Si el Presidente Piñera entonces pretendió establecer una mejor relación con estos extremistas con este movimiento, se equivocó medio a medio.
Quisiéramos pensar que este Gobierno, por el cual se la jugó nuestra Familia Militar apoyando con casi un millón de votos, va a hacer los cambios necesarios para que se cumpla con la Ley y los Reglamentos que se desprenden.
Quisiéramos creer que nuestros ancianos y los enfermos terminales puedan vivir lo poco que les queda de vida en sus hogares, aunque sea con un cumplimiento con reclusión total, pero acompañados de sus familias y seres queridos.
Quisiéramos ver que nuestros prisioneros políticos puedan obtener sus beneficios intrapenitenciarios en los tiempos y requisitos existentes, sin la presión de un articulo 109, bis y ter del Reglamento de Gendarmería de Chile que es discriminatorio, ilegal y político al exigir reconocimiento de sus culpas a pesar de la ausencia de ellas y la entrega de información, sólo evaluada por un Juez generalmente prevaricador, quién la califica.  Ningún otro interno en Chile tiene estas exigencias y los beneficios los reciben sólo considerando los tiempos y su conducta carcelaria.
Quisiéramos ver la aplicación de los Tratados Internacionales que inciden en los cumplimientos de condenas de los adultos mayores con la alternativa de reclusión total en domicilio, medida humanitaria que estaría afectando a la mayoría de los internos y actuales procesados, todos en su gran porcentaje adultos muy mayores.
Estos Tratados consideran adultos mayores a personas entre 60 y 65 años como límite de edad, teniendo en cuenta la casi nula posibilidad de reincidir en los delitos cometidos.  Se podrá esgrimir que los Ministros Supremos extienden su carrera hasta los 75 años, lo que es excepcional y se respeta, en éstos y otros contados casos, la sabiduría de la edad y experiencia, sin embargo se debe considerar que la real edad para jubilar (término de funciones laborales) se dispuso, hace muchos años, 60 años para las mujeres y 65 años para los hombres.
Quisiéramos ansiar todas estas decisiones de parte de nuestras autoridades.  Autoridades que, en su época y hasta hoy, gozan de libertad y poder nuevamente.
Es tanto lo que quisiéramos lograr para salir de una vez por todas de este vengativo infierno al cual nos tienen sumido y que existe una impaciencia que agita nuestros corazones.
Los ancianos de Punta Peuco y todos los otros internos de éste y otros Recintos se preguntaron ¿Cuándo tendremos verdadera justicia?
¡¡Quisiéramos tener fe que luego así será!!
TORIBIO
Santiago, Abril de 2018.
DespiertaChile.

sábado, abril 14, 2018

SINVERGÜENZAS BUENOS, SINVERGÜENZAS MALOS.



Al parecer se arrepintió el Papa.Ya no son “zurdos” los que pretenden sacar de circulación al Obispo Barros. Los curas rojos, que tienen tantos problemas de abusos como sus pares conservadores, volvieron a salir de sus cubiles para apuntar con el dedo.

El energúmeno de Berríos, que desapareció de la prensa mientras se ventilaba el caso de abusos en el colegio San Ignacio de su congragación, culpa a Juan Pablo II por sus nombramientos, como si las sinvergüenzuras humanas comenzaran desde su pontificado. Berríos dice que Juan Pablo II “frenó” la modernización de la Iglesia ¡No señores!, Juan Pablo Segundo intentó frenar la toma del poder en la Iglesia, por los seguidores de la Teología de la Liberación (marxista), como el mismo Berrios ¡No señores!, los curas rojos no perdonan a Juan Pablo II, quien combatió el comunismo y sacó a muchos jesuitas del Vaticano reemplazándolos por el Opus Dei. Juan Pablo II no era marxista, eso es todo, y los curas rojos no se lo perdonan.

Hoy aparece Benito Baranda, otro ex ignaciano, y por lo tanto niño símbolo de la buenura y autoridad moral intergaláctica, despotricando contra el nuncio Ángelo Sodano, nombrado obviamente por Juan Pablo II (1977-1988), y figura fundamental en el litigio por el Canal Beagle y la guerra que no fue. Chile debe estar agradecido de Sodano.

Toda esta gentuza que vive con la idea de transformar a la Iglesia Católica –de la que yo no soy seguidor- en una especie de avanzada del marxismo, utilizándola como un medio de evangelización de la palabra de Nuestro Señor y Redentor Carlos Marx, a través de las enseñanzas de su pastor, Antonio Gramsci, está embarcada en una guerra política en contra de sus contrarios dentro de la Iglesia. Aquí no hay buenismo ni autoridad moral alguna (prueba de ellos son, entre otros, los curas rojos como Precht y el jesuita que se bañaba en pelotas con menos de edad)

Una vez más: ¿Sabía Barros sobre lo que pasaba en la Iglesia de El Bosque? Obviamente, tal como todos los curas saben lo que pasa en toda la Iglesia Católica, incluido el ex rector del San Ignacio, Fernando Montes, quien, según ex alumnos del colegio, pasaba a diario camino a su oficina, frente al diario mural donde colgaban las fotos de las degeneraciones en los “paseos” y “retiros” ¿Al cura Montes lo nombró Juan Pablo II? ¡Ja!

Ahora puede venir una purga en la Iglesia Chilena. Los curas rojos ya afilan la cuchilla.

Blog de Máximo.

jueves, abril 12, 2018

LOS JUECES DE IZQUIERDA.



Hernán Larraín, sostuvo en el ámbito de una reunión privada de la UDI que “si miran y analizan, la mayoría de los jueces del país son de izquierda” y que el gobierno buscará que el Poder Judicial tenga modificaciones, tanto en la designación de los magistrados como en el sistema garantista que ha caracterizado al nuevo procedimiento penal.
Tanto la Asociación de Magistrados, como el vocero de la Corte Suprema, rechazaron las apreciaciones del ministro de Justicia. Mientras la agrupación gremial, a través de su presidente Álvaro Flores, sostuvo que el partido de los jueces es la ley y la Constitución -aunque sí comparten que el mecanismo de designación de la judicatura es opaco-, Milton Juica, por su parte, afirmó que las palabras del Ministro Larraín, significarían “un profundo retroceso” con “un dejo de amenazas que va a tener el Ministerio de Justicia para la designación de jueces”.

En la sección Cartas al director de El Mercurio (11-04-18) don Raimundo Almarza Wacquez escribe “Llama la atención que el mismo Juica, en su calidad de presidente de la Corte Suprema,no fue a visitar al Presidente Piñera, una vez elegido el año 2010. Y que en su momento el vocero de la Corte Suprema, justificó el desaire, porque en su opinión se trataba de ‘una opción personal, y sobre opciones personales nadie puede comentarlas, ni menos yo criticarlas ¿Qué le parecería al ministro Juica que el Gobierno hubiera dicho que esa fue una opción personal del ministro Larraín, y que al igual que con ausencia del 2010, nadie está llamado a comentarlas ni criticarlas? Tal vez llegó el momento de la autocrítica del ministro Juica”.

Inesperadamente, en la misma sección de El Mercurio -Cartas al director- Carlos Aránguiz, ministro de la Corte, opinó “no creo que el ministro (Larraín) haya faltado tanto a la verdad (…) me ha llamado la atención la agresividad del vocero de la Corte Suprema Milton Juica en relación a los dichos sobre los jueces en un coloquio privado del ministro de Justicia (también) ha sobrerreacionado el presidente de la Asociación de Magistrados apoyando a Juica. Porque si conociera realmente la historia de su gremio, desde su fundación ha sostenido una permanente pugna entre funcionarios de izquierda, de centro y de derecha…” Clarísimo en su apreciación el ministro Aránguiz. Porque la designación de los jueces siempre depende del Poder Ejecutivo con el acuerdo del Senado; después de casi tres décadas -con el breve paréntesis de la administración de Piñera el 2010-, el asunto es de una obviedad absoluta. Recordemos que el ministro Alfredo Pfeiffer, desde el 2004 espera su ascenso desde la Corte de Apelaciones de Santiago a la Suprema. El Senado, de mayoría de izquierda por supuesto, siempre le ha negado esa promoción, aunque siempre figura en el primer lugar de la quina, por antigüedad y mérito. Llevó el Caso del asesinato del senador Jaime Guzmán y condenó a los FMR que cometieron el crimen. Por lo tanto su posición en “el tema de los DDHH” resultó determinante, frustrando su carrera.
O el caso del destituido ministro de la Corte Suprema Hernán Cereceda Bravo quien no era de izquierda precisamente. Pero la “dispersión” de votos en el Senado permitió su remoción. Tres representantes de Renovación Nacional: Ignacio Pérez Walker, Hugo Ortíz de Phillippi y … Sebastián Piñera se alinearon con la Concertación y Cereceda perdió su puesto en 1993. Desde aquella época, otros ministros, ajenos a la “sensibilidad” de izquierda fueron acusados constitucionalmente pero no se recuerda el caso de magistrados cercanos a la izquierda, así maltratados. De manera que está claro eso de izquierda, centro y de derecha en el Poder Judicial.

En otra situación más cercana en el tiempo, el actuario Francisco Castillo que trabajaba con el ministro Mario Carroza, fue alejado de sus funciones al sostener en redes sociales “porque de primera mano sé que lo que busca no es justicia, es venganza” refiriéndose a las actuaciones del señor Carroza en los juicios contra militares. ¡Para qué seguir!

En fin. Hernán Larraín dio por “superado” este desencuentro con la Suprema señalando que “yo siento que las cosas de repente pueden pasar por momentos de tensión, pero las relaciones institucionales son permanentes y nosotros vamos a continuar con ellas con mucho interés” aunque ciertamente, acá lo único permanente es la tensión.

Despierta Chile.

lunes, abril 09, 2018

MINISTRO DE JUSTICIA: PILLADO DICIENDO LA VERDAD.



El ministro de Justicia, Hernán Larraín, ha dicho –con una salvedad-- una gran verdad. Eso en Chile se castiga severamente y todo el mundo se le ha ido encima: “… en los últimos 28 años hemos tenido 4 años de gobiernos de derecha y 24 de izquierda” y “como los ministros de Justicia son los que nombran a los jueces… la mayoría de los jueces son de izquierda”.

          La salvedad es que hayamos tenido cuatro años un gobierno de derecha, porque no fue así: el anterior de Piñera fue el V Gobierno de la Concertación, así como éste es el “VII Gobierno de la Concertación” y el séptimo en línea del “No”.

          Algo que no dijo Larraín es que esos jueces de izquierda han hecho lo que él apoya y de lo cual es cómplice activo: han perpetrado el mayor escándalo moral y judicial de nuestro tiempo al no aplicar las leyes en los juicios contra uniformados, llenando así de Presos Políticos Militares Punta Peuco, ahora Colina II, y otros recintoss de regiones. Y eso con la complicidad de Larraín, famoso por su frase de 2007, tras votar en el Senado la libertad para terroristas que hubieran cumplido diez años de presidio: “No se tome esto como moneda de cambio para aplicar igual medida a los violadores de derechos humanos”, que es como llama a los militares que derrotaron al terrorismo de extrema izquierda, a pedido de la civilidad democrática cuando a ésta todavía no se le había pasado el miedo.

          En esa línea, ahora Larraín se ha distinguido por afirmar: “No somos partidarios de indultar violadores de derechos humanos ni asesinos en serie” (“La Tercera”, 25.03.18).

          Si no pensara así no habría sido ministro del actual séptimo gobierno del “No”. Pues Piñera es coautor de la tarea de encarcelar militares desatendiendo lo que dicen la verdad y las leyes, cosa que han hecho, él como querellante y los jueces como juzgadores, de manera flagrante, inventando hechos (“secuestro permanente”) y leyes (“delitos de lesa humanidad”) que sólo existen desde 2009 y que, si usted lee su tipificación –“ataque generalizado a la población civil”— comprobará que se aplica mucho mejor a los terroristas de extrema izquierda ampliamente indultados que a los militares que los combatieron e impidieron que se tomaran la totalidad del poder para siempre, como en Cuba.

          ¿Cómo se explica que Larraín haya sido pillado en un encuentro de la UDI diciendo la verdad? Él ha señalado que creía encontrarse en una instancia privada, de la cual sus palabras no trascenderían. Eso revela que es un político típico, como Huenchumilla cuando les dijo a los empresarios de la Araucanía que si lo veían activando la violencia contra ellos no le creyeran, porque era para la galería y ése no era el verdadero Huenchumilla. Tampoco éste es el verdadero Larraín, autor de la carta más elogiosa que se le escribiera en vida a Augusto Pinochet para agradecerle todo lo que había hecho por el país. El otro Larraín (sí, como el otro Huenchumilla) es el que quiere lograr sus metas políticas y, desde luego, seguir siendo ministro de Piñera, lo cual ciertamente no habría sido si alguna vez hubiera levantado la voz contra los jueces prevaricadores de izquierda que mandaban a la cárcel a los militares contra todo derecho y los hechos.

          El “equipo de Piñera” en estas materias es estrictamente representativo de éste, con personas como Larraín y Ubilla, que se querelló contra el general Orozco y lo mantienen preso a los noventa años sin saber dónde está y se las arreglan para que Gendarmería dictamine que perfectamente puede seguir cumpliendo su condena, sin jamás derecho a indulto, porque se asomó en 1973 a preguntar el origen de unos disparos hechos por el conscripto Bañados en el exterior de su regimiento, lo que lo erige en “violador de derechos humanos y asesino en serie”.

          ¿Ustedes votaron por Piñera? Entonces piensan como Larraín pero hacen lo que manda la izquierda y deben cuidarse de que no los pillen diciendo la verdad.

Hermógenes Pérez de Arce.

lunes, abril 02, 2018

Y LA LEY MIGRATORIA ¿CUÁNDO?



Parto de la premisa que Chile, a lo largo de su historia, siempre ha tenido una política migratoria, a veces selectiva y, en momentos restrictiva. Pero, hoy nos encontramos en una tensa espera ante la promulgación de una Ley que no llega y que debe responder a más de 600 mil migrantes avecindados en el país.
Son distintas las situaciones migratorias de quienes esperanzados golpean la puerta grande de Chile, por lo mismo la tan esperada Ley debe hacerse cargo de ellas, como también debe hacer frente a los desafíos de quienes tendrán la tarea de aplicar la normativa, pues hay mucho que hacer en materia de legislación laboral, pensiones y salud para los migrantes.
La sociedad en su conjunto revela la magnitud del desafío de legislar cuanto antes al respecto. De este modo, se alzan voces desde la academia, la Iglesia, organizaciones humanitarias y hasta la propia Prensa aborda el tema con titulares que dan cuenta de tal urgencia.
No somos pocos quienes nos preguntamos, por qué tanta tardanza, toda vez que Chile ha adherido a pactos y normas internacionales relativas a derechos humanos. Pero, seguimos aún en una tensa espera.
Chile demanda una Ley Migratoria que responda a los desafíos de una sociedad moderna inserta en un mundo globalizado. Datos recientes de la ONU, dan cuenta que a nivel mundial existen 244 millones de migrantes, incluidos los refugiados, que se mueven en distintas direcciones y por razones diversas; no cabe duda de que tales desplazamientos seguirán aumentando a gran velocidad y magnitud, pues esta ha sido la tónica a lo largo de la historia de la humanidad.
Chile, con una población superior a los 17 millones de habitantes y con una tasa anual de crecimiento del 1.06%, cuenta aún con un número reducido de inmigrantes, 600 mil, por lo que es muy es probable que la cantidad se duplique en pocos años. Urge un cambio de paradigma, pues hay que ver estos procesos no como una amenaza, sino como una inyección de capital humano que bien recibido y bien incorporado significan una ganancia para el país.
A nadie le asiste duda que es bueno contar con población migrante en un país que crece a tasas de natalidad mínimas. Un solo dato avala esta perspectiva: durante el año 2017 los nacimientos de hijos de extranjeros alcanzaron el 7.8% del total de inscritos. Esta tendencia podría compensar en parte la exigua tasa criolla.
Siempre en la lógica de no ver un problema, sino una oportunidad, en el plano económico es claro que el país debe dar a conocer aquellas áreas donde efectivamente se requieren de profesionales, técnicos y mano de obra calificada, para que el ingreso de migrantes al país sea un real aporte al desarrollo económico, social y cultural.
Aquello implica, al mismo tiempo, un camino de doble vía, pues se debe  ofrecer  a cada uno de ellos el trato que se merecen por aportar al país. No podemos aislarlos en guetos, con salarios que no se condicen con su expertisse o formación, ni menos aún excluirlos, por el solo hecho de ser migrante o tener un color de piel diferente.
En virtud de lo anterior, dos asuntos deberían estudiarse con mayor detención y abundamiento. El primero, que los migrantes interesados en avecindarse en el país deberían solicitar su visa de trabajo, en los respectivos consulados chilenos en el exterior. Sin embargo, este es un tema que requiere de mayor estudio y análisis, pues las experiencias, no han sido del todo satisfactorias.
En segundo lugar, se debe contar con una política y una normativa consistente de apoyo integral al proceso migratorio. Además de controlar el ingreso del migrante, una vez asentado en el país, hay que contribuir a su inserción reconociendo su experiencia laboral y títulos con presteza, del mismo modo que favorecer su incorporación al sistema de pensiones chileno, pero a la vez y cuando corresponda  transferir sus fondos al momento que desee trasladarse a otro país o regresar al de origen.
La Prensa nos sorprende con casos de abusos impensados en contra de migrantes, de allí que quienes seguimos con expectación las discusiones en torno a una Ley de Migración, nos preguntamos inquietos ¿por qué tanta demora?
Carmen Norambuena.
Académica, Universidad de Chile.