EL PRIMER AÑO DE LA RETROEXCAVADORA.
Y se nos fue el primer año de gobierno. Atrás quedaron los “multitudinarios” aplausos de bienvenida a la segunda administración de la Presidenta Bachelet. Atrás quedó ese 52% de aprobación, con el que se dio el “vamos” a esta nueva administración.
Hoy, el panorama es completamente distinto. Un acto de sensatez, exige reconocer que una parte importante de la actual desaprobación que tiene el gobierno viene dado por el Caso Dávalos, marcando un antes y un después en la confianza hacia esta administración. Pero no menos importantes fueron las seguidillas de errores que cometió ésta en materia política, económica y educacional.
Si bien es cierto, en materia política hay modos y modos de llevar adelante una agenda reformista, hacer debutar a la Nueva Mayoría con tonos de aplanadora, terminó pasando la cuenta a la forma de relacionarse al interior de la coalición gobernante. Generando más que constantes acuerdos, disensos reiterados respecto a cada proyecto que propuso el Gobierno.
En el plano económico, la tónica estuvo marcada por un pobre crecimiento económico. A la vez, que eso redundó en el aumento de cesantía que hoy tristemente viven cientos de chilenos. Mientras la economía se constreñía, el gobierno enviaba una reforma tributaria la cual recibió más de 270 indicaciones por parte de opositores y oficialistas, y que finalmente terminó gestándose en la cocina de un Senador. A esa altura, cientos de chilenos se daban cuenta del poco peso y mal manejo político, que tuvo el Ministro de Hacienda para sacar adelante dicha reforma, poniendo en su contra a pequeños y medianos empresarios.
En educación, los proyectos estuvieron caracterizados por hablar de fierros y ladrillos, de la calidad y formación de nuestros niños, nada. Atrás quedó esa esperanza, que tenían cientos de familias de ver resurgir la educación pública, pero no. Era más importante, partir sacándole los patines a quienes asisten a la educación subvencionada. Ante ello, vastos sectores de la sociedad comenzaron a sacar la voz ante el pésimo proyecto que perjudica a la gran mayoría de la clase media, generándose un constante malestar por lo que estaba siendo la nueva administración de Bachelet.
En materia regional, la situación no parece tener color de rosas. La designación del Intendente Huenchumilla en la región de la Araucanía no ha traído frutos ni de tranquilidad como tampoco de paz social; al contrario, los conflictos se acrecentaron dando pie a una sensación de abandono y rabia, al ver como éste gobierno no considera el conflicto mapuche como una política prioritaria.
De esta manera, el primer año cierra con una profunda crisis a las instituciones, a la vez que el sentido de la desconfianza comienza a permear muy profundamente en el ambiente. Revertir la situación no es fácil, una visión en retrospectiva exige guardar la retroexcavadora para dar paso a planteamientos y soluciones que nos haga sentir de este gobierno, el gobierno de todos. Pues como dijera Osvaldo Andrade en su momento, “Chile no se merece tener un presidente con este nivel de desaprobación”.
Felipe Mancilla Mejias.
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