NUESTRO TESORO REPUBLICANO.
Tiempos enrarecidos estos. Caso Penta. Juicios televisados y “cuñas televisivas” por parte de fiscales. Periodistas de punto fijo en la cárcel reporteando las visitas a los formalizados con un sensacionalismo digno de “reality”. Fabulosos negocios inmobiliarios y ganancias “express” difíciles de explicar. Abusos. Cuestionamientos a políticos, autoridades y empresarios. En síntesis, instituciones fundamentales para el buen funcionamiento republicano y democrático, en tela de juicio. Y todo, con una amplificación periodística importante. Que las instituciones funcionen, dirán por ahí. Pero claro, el problema es que son justamente las instituciones las que están en entredicho. Política y políticos, cuesta abajo.
La solución mágica: una Comisión Asesora Presidencial para “resolver” la relación entre política y negocios. Seguramente esta Comisión va a proponer medidas que fomenten la trasparencia, incentivos y desincentivos para no caer en conductas abusivas. Leyes, reglamentos y códigos de conducta. Cultura legalista ¿Estará ahí la respuesta? Se menciona y se remarca las conductas abusivas por parte de políticos y autoridades. Pero ¿qué ocurre con las conductas abusivas en la vida diaria de la comunidad? Lo menciona una columna de la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC) publicada en El Mercurio: evasión en el Transantiago, uso fraudulento o abusivo de licencias médicas, morosidad y deudas impagas de instituciones públicas y de empresas con sus proveedores, etc. ¿Crearemos una Comisión Asesora Presidencia que vele para que los chilenos no cometamos injusticias y abusos?
El juicio a la clase política y al empresariado ya está hecho ¿es un juicio justo? ¿caen todos las empresas y los políticos en el mismo saco? ¿estamos en presencia de una corrupción desatada y generalizada? ¿caeremos bajo el mote de “país corrupto”? Tiendo a pensar que no. Chile tiene una honda tradición republicana y de servicio público fundados en grandes ejemplos y liderazgos de políticos y empresarios que han servido desinteresadamente al país. Ese es nuestro “tesoro republicano” que no podemos abandonar producto de casos como los relatados al inicio de esta columna. Habrá que corregir situaciones y dictar leyes y reglamentos. Ya lo hemos hecho en el pasado y se tendrá que volver a legislar. Trabajo para la Comisión Asesora. Pero lo que realmente necesitamos son liderazgos políticos y empresariales que den un ejemplo de servicio a la sociedad y de respeto a la dignidad humana. Del que está por nacer. Del nacido. Del niño, adulto y anciano. De las generaciones presentes y futuras. Liderazgos que no estén haciendo permanentes zancadillas a sus contrincantes políticos y menos a sus aliados políticos. Liderazgos que sepan reconocer y alabar las buenas obras ejecutadas por gobiernos anteriores, aunque sean de signo contrario. Liderazgos que si se equivocan, sean humildes y pidan disculpas y perdón. Son justamente esas pequeñeces y mezquindades las que contaminan la clase política y generan recelo por parte de la ciudadanía.
Un gran político del antiguo Partido Conservador, que fue candidato presidencial, el doctor Eduardo Cruz-Coke, decía que era conservador, entre otras cosas “porque es el partido donde he encontrado los más puros ejemplos que imitar, lo mejores elementos para construir y la mayor libertad para pensar”. Puros ejemplos que imitar ¿los tenemos? ¿Existen almas generosas en política? Sin duda que las hay, pero muchas veces no están en primera línea. El país requiere que esos liderazgos emerjan, ellos han de constituir la auténtica renovación de la política. Lo contrario, podría significar el progresivo abandono de la política por parte de aquellos con real vocación de servicio público. Experiencias internacionales al respecto existen y todos las conocemos. Y eso puede ser nefasto.
Diego Portales, en carta a Diego José Benavente, ya lo advertía: “Todos, todos, temen que cansados Uds. de oposición e ingratitudes, abandonen sus propósitos de sacrificarse al bien público, y solo traten de prepararse y de prevenir cada uno en particular…”. Estamos a tiempo de evitar el “abandono o fuga de la política”. Lacordaire decía que “es propio de los grandes corazones el descubrir la principal necesidad de los tiempos en que se vive y consagrarse a ella”. Es por esto que debemos reaccionar y entender que la principal necesidad de este tiempo radica justamente en no abandonar la política. Todo lo contrario, que ésta recobre su sentido de servicio y de bien común. Desenterremos y mostremos nuestro tesoro republicano. Que emerjan los liderazgos y buenos ejemplos a nivel político y empresarial. Que entre brisa fresca para no perder este tesoro que constituye nuestro principal orgullo republicano y al cual nos debemos.
Ricardo Irarrázabal
Abogado y Académico UC
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