SI NICOLÁS EYZAGUIRRE LOS CONOCIERA
"Su continuo hostigamiento a gran parte de los proveedores de educación -eso son los sostenedores, directores, profesores y padres que integran las comunidades educativas de los colegios particulares subvencionados- solo puede deberse a dos razones: una maldad imperada por la ideología estatizante, o una ignorancia que no quiere abrirse al dato real..."
Hoy no existe una actitud política más extraña que la del ministro Eyzaguirre. Su continuo hostigamiento a gran parte de los proveedores de educación -eso son los sostenedores, directores, profesores y padres que integran las comunidades educativas de los colegios particulares subvencionados- solo puede deberse a dos razones: una maldad imperada por la ideología estatizante, o una ignorancia que no quiere abrirse al dato real.
Si la suya fuese una postura razonable, basada en argumentos discutibles, no necesitaría ofender como lo hace en cada intervención. La última, este domingo en TVN.
Por ahora, quedémonos con la ignorancia como explicación de tanto maltrato.
Quizás si el ministro hubiese contado con una subsecretaria con experiencia en la materia... Pero ya se sabe lo que pasó con ese eventual nombramiento: precisamente porque conocía y participaba del sistema, fue vetada y proscrita.
¿Habrá el ministro tenido alguna experiencia directa en la educación particular subvencionada como para hablar tan claramente de ella? ¿Habrá enseñado alguna vez ahí? ¿Cuántos colegios habrá visitado antes de asumir su cargo? ¿Con cuántos sostenedores habrá mantenido conversaciones informativas antes de transformarse en cazador de esas fieras depredadoras? ¿A cuántos padres entrevistó en sus años de Hacienda y posteriores como para tener una convicción tan certera sobre su completa ingenuidad? (Porque a los idiotas de sus compañeros... al menos los conoció por 12 años.) ¿Y cuántos de sus ayudantes directos exhiben mejores antecedentes que los del ministro en esta materia?
Voy a colaborar con Eyzaguirre. Le voy a contar -sin necesidad de cobrar por la asesoría, como el marido de la Camila en salud- mi experiencia directa de los últimos 4 años en dos de esos colegios perversos.
He trabajado en ellos una vez al mes, bien lejos de Santiago, en barrios nada cuicos. Uno de esos colegios tiene más de mil alumnos, provenientes de los sectores medios y bajos de su ciudad. En los últimos tiempos, el colegio recibe cada año más de un centenar de solicitudes de familias que quieren cambiar a sus hijos desde otros establecimientos. El copago es en promedio de $32 mil mensuales.
Los alumnos son atendidos por 60 profesores y 25 auxiliares, en su mayoría jóvenes menores de 35 años, aunque hay una buena docena de maestros experimentados. Los sostenedores son chilenos de trabajo: no hay mejor manera de definirlos. Son personas en una avanzada madurez, que además desarrollan otras notables actividades de bien común. Los edificios están bien construidos, los patios son amplios, las salas y baños están ordenados y limpios, la biblioteca es modesta, pero hay cariño y crecimiento. Y cada año ha habido mejoras.
Un viernes al mes, de 3 a 5 de la tarde, les enseño Humanidades. Asiste todo el cuerpo de profesores, unas docenas de apoderados y a veces el centro de alumnos. Preguntan, comentan. Están cansados por la semana laboral, pero hay un afecto e interés muy grande en su actitud, porque valoran lo que un profesor hace por otros profesores. Por unas horas son niños, para lograr así mejorar en el modo de enseñar a otros niños.
Estoy seguro de que no caí en la copia feliz del Edén, sino solo en una comunidad de personas libres y responsables que quieren formar alumnos libres y responsables. Estoy seguro de que si el ministro pudiera involucrarse en 100 y 500 colegios similares, vería experiencias análogas, enaltecedoras, animantes, que se multiplican por Chile y que potencian la capacidad de casi dos millones de niños.
Y se le caería la cara de vergüenza por el modo en que los ha ofendido y hostigado.
Si la suya fuese una postura razonable, basada en argumentos discutibles, no necesitaría ofender como lo hace en cada intervención. La última, este domingo en TVN.
Por ahora, quedémonos con la ignorancia como explicación de tanto maltrato.
Quizás si el ministro hubiese contado con una subsecretaria con experiencia en la materia... Pero ya se sabe lo que pasó con ese eventual nombramiento: precisamente porque conocía y participaba del sistema, fue vetada y proscrita.
¿Habrá el ministro tenido alguna experiencia directa en la educación particular subvencionada como para hablar tan claramente de ella? ¿Habrá enseñado alguna vez ahí? ¿Cuántos colegios habrá visitado antes de asumir su cargo? ¿Con cuántos sostenedores habrá mantenido conversaciones informativas antes de transformarse en cazador de esas fieras depredadoras? ¿A cuántos padres entrevistó en sus años de Hacienda y posteriores como para tener una convicción tan certera sobre su completa ingenuidad? (Porque a los idiotas de sus compañeros... al menos los conoció por 12 años.) ¿Y cuántos de sus ayudantes directos exhiben mejores antecedentes que los del ministro en esta materia?
Voy a colaborar con Eyzaguirre. Le voy a contar -sin necesidad de cobrar por la asesoría, como el marido de la Camila en salud- mi experiencia directa de los últimos 4 años en dos de esos colegios perversos.
He trabajado en ellos una vez al mes, bien lejos de Santiago, en barrios nada cuicos. Uno de esos colegios tiene más de mil alumnos, provenientes de los sectores medios y bajos de su ciudad. En los últimos tiempos, el colegio recibe cada año más de un centenar de solicitudes de familias que quieren cambiar a sus hijos desde otros establecimientos. El copago es en promedio de $32 mil mensuales.
Los alumnos son atendidos por 60 profesores y 25 auxiliares, en su mayoría jóvenes menores de 35 años, aunque hay una buena docena de maestros experimentados. Los sostenedores son chilenos de trabajo: no hay mejor manera de definirlos. Son personas en una avanzada madurez, que además desarrollan otras notables actividades de bien común. Los edificios están bien construidos, los patios son amplios, las salas y baños están ordenados y limpios, la biblioteca es modesta, pero hay cariño y crecimiento. Y cada año ha habido mejoras.
Un viernes al mes, de 3 a 5 de la tarde, les enseño Humanidades. Asiste todo el cuerpo de profesores, unas docenas de apoderados y a veces el centro de alumnos. Preguntan, comentan. Están cansados por la semana laboral, pero hay un afecto e interés muy grande en su actitud, porque valoran lo que un profesor hace por otros profesores. Por unas horas son niños, para lograr así mejorar en el modo de enseñar a otros niños.
Estoy seguro de que no caí en la copia feliz del Edén, sino solo en una comunidad de personas libres y responsables que quieren formar alumnos libres y responsables. Estoy seguro de que si el ministro pudiera involucrarse en 100 y 500 colegios similares, vería experiencias análogas, enaltecedoras, animantes, que se multiplican por Chile y que potencian la capacidad de casi dos millones de niños.
Y se le caería la cara de vergüenza por el modo en que los ha ofendido y hostigado.
Gonzalo Rojas Sánchez.
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