domingo, agosto 03, 2014

UDI: REVISAR LA MIRADA HISTÓRICA.


La UDI anuncia revisiones. Si a va ser sólo una reformulación de su concepción de la Historia reciente de Chile o todo un replanteamiento de sus principios, ya lo veremos.
Al respecto, la reciente declaración del secretario general de ese partido, Javier Macaya, ayuda poco a despejar ese propósito, pero estimula una reflexión. Ha dicho el diputado que la nueva directiva quiere realizar un trabajo propio. “Queremos hacer nuestro aporte, queremos elaborar este documento que se va a trabajar entre muchos, con una mirada fresca, que contribuya a que todos comencemos a sintonizar con los temas de futuro y dejemos de estar anclados en el pasado”, dijo. Y agregó que para la nueva generación, “sería fácil guardar el pasado bajo la alfombra, pero sabemos que tenemos la responsabilidad de aprender y transformar esta fecha en una especie de espejo retrovisor”.
Resulta curioso que en la primera frase el dirigente califique al pasado como un ancla (que inmoviliza, según la concepción habitual de esa palabra) y en la afirmación siguiente lo considere como un buen pedagogo (que enseña, aunque lo del espejo retrovisor no calce mucho…).
Bueno, pero quizás son contradicciones propias de la necesidad de decir algo. Porque este es el problema. La nueva directiva, quiere decir algo nuevo, quiere tener “una mirada fresca”, lo que no puede sino significar que considera a la actual concepción de la UDI sobre la historia reciente como añeja o agria.
No hay ningún inconveniente con el revisionismo histórico. Es parte de nuestro oficio. Pero, sería bueno que la juvenil directiva recordara que esa tarea, para que sea seria, debe encargarse a historiadores profesionales, que trabajen con fuentes, que ordenen, compulsen e interpreten de acuerdo a su oficio y que escriban con el honesto objetivo de mostrar la verdad del pasado.
Cuando se mira la conformación de la comisión que realizaría esa tarea en la UDI, se aprecia que no hay historiadores, que la redacción podría quedar en manos de un actual alcalde (pocas semanas atrás renunciaba a la UDI) y que se trabajará con un propósito distinto: sintonizar con los temas de futuro y transformar la fecha en un espejo retrovisor. O sea, escribir sobre el pasado en función de las próximas elecciones y pensar siempre que lo que se diga sobre el Chile de los 60 en adelante, aunque resulte un texto muy deforme, debe sintonizar con los cerebros lavados de la mayoría de nuestros compatriotas.
Si los historiadores profesionales seremos convocados o no, es cuestión pendiente. Por si no fuera así, que quede constancia de estas coordenadas como las que la honradez histórica no puede eludir, por una razón de fundamentos, porque las fuentes así lo muestran irreversiblemente mientras no aparezcan otras: Que el Once de septiembre fue el ejercicio del derecho de rebelión ante un proyecto totalitario; que Jaime Guzmán y sus seguidores se empeñaron antes y después de ese día en luchar contra el marxismo y en construir una nueva institucionalidad política y económica; que colaboraron con inteligencia y energía en el Gobierno del presidente Pinochet; que formaron a miles de jóvenes que hoy sirven a Chile como adultos maduros; que ayudaron a  llevar a Chile hacia su nueva democracia. Y algo más que pueda olvidárseme en este momento.
De lo demás, hablamos. Si nos dejan.

Gonzalo Rojas Sánchez.

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