LAS IZQUIERDAS SE COMBATEN.
El primer muerto por violencia política y violaciones a los derechos humanos durante la Unidad Popular fue un mirista, Arnoldo Ríos, quien falleció el 3 de diciembre de 1970, a consecuencia de una balacera entre comunistas y el MIR, en la Universidad de Concepción.
Vaya comienzo.
Casi 45 años después, una de las izquierdas extremas del país, la representada por Enríquez-Ominami, vuelve a desafiar a los comunistas. El gen MIR-Enríquez se ha hecho presente en el ex candidato presidencial.
¿Cómo? El díscolo Marco le ha pedido a los comunistas que sean más audaces, que “empujen los límites” en las reformas impulsadas por el gobierno Bachelet. Seguramente las otras izquierdas asistémicas o pseudosistémicas comparten esa sugerencia. Autónomos, anarquistas, revolucionariodemocráticos, probablemente consideran que el PC se está comportando de modo aburguesado y formalista.
La respuesta comunista ha sido, como siempre, perfecta: Teillier calificó el progresismo de Marco como “un progresismo inocuo, poco constructivo y con pocas expectativas de ser contribuyente a un programa de cambios profundos en el país, que menospreció la adhesión a un programa, que es lo que efectivamente puede facilitar que fuerzas diversas se junten para producir esos cambios”.
Ahí están las claves: Los comunistas construyen lentamente (destruyendo, por cierto); su mirada es de cambios a largo plazo (por ahora); vinculan sus afanes a textos consensuados (mientras no son hegemónicos); y se suman a toda fuerza que los acoja (para desecharlas una vez en el poder).
Edgardo Boeninger escribió poco antes de morir en el 2009: “La Alianza por Chile será minoría en el parlamento ante una mayoría opositora de sesgo confrontacional, al menos en su ala izquierda, y con mayor razón si esta es empujada a posiciones más radicales por la posible llegada al Congreso Nacional de algunos diputados comunistas”.
Llegaron tres el 2010; y ahora tienen seis. Y tienen la ministra del Sernam; e influyen decisivamente en las coordenadas de la reforma educacional; y priman en la CUT y en el Colegio de profesores; y se han molestado públicamente por el acuerdo tributario, por lo que todos sus socios tiemblan.
Las izquierdas extremas carecen de la paciencia y del rigor comunista. Su único mérito está en obligar al PC a ratificar públicamente su esquema de revolución programada (tan leninista o gramsciano según los casos y, a su vez, tan contrario a Marx).
A ver si nos damos cuenta.
Gonzalo Rojas Sánchez.
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