martes, julio 08, 2014

JUSTIFICADA OPOSICIÓN A MADURO.


“Un hombre al que sus cinco sentidos le dicen sin cesar que lo es todo, y que los demás no son nada, es naturalmente ignorante, perezoso, voluptuoso”.
Montesquieu.
La oposición al régimen de Nicolás Maduro es el efecto de una causa, ya que cada día se amplía su horizonte y no son únicamente los estudiantes, sino otros sectores de la población quienes desafían, pacíicamente, tan nefasto gobierno. La encarcelación de varios líderes, como Leopoldo López –quien sufre un encierro injustificado y al margen de las más elementales garantías procesales para un enjuiciamiento, puesto que la justicia está en manos de Maduro y no de un poder judicial independiente– constituye un acto arbitrario y ridículo del régimen, porque no existe una conducta punible.
Así las cosas, resulta que dentro de las filas del propio chavismo ha surgido una grieta y varios altos funcionarios han abandonado sus cargos, y ante la reacción de Maduro, endilgándoles haber traicionado su línea política, en respuesta dichos funcionarios han planteado que quien ha devenido en un traidor es el mismo Maduro, por la ingobernabilidad de la nación y a quien le imputan despilfarro y corrupción.
Maduro, por otra parte, sostiene que está en camino un golpe de estado acompañado por un magnicidio. El exministro Giordani dijo: “Resulta doloroso y alarmante ver una Presidencia que no transmite liderazgo”, situación que fuerza entender que el desgobierno campea en Venezuela, a pesar del apuntalamiento que recibe de los hermanos Castro desde Cuba y el asesoramiento ad hoc para mantenerlo en el poder.
Pero lo que es más risible es escuchar a Maduro cuando esgrime que está amenazado de magnicidio, sabiendo que nadie dentro o fuera del país está interesado realmente en privarlo de la vida, pues este remedio es obsoleto, ya que ha sido el pueblo el que ha sufrido la agresión letal de las fuerzas represivas del régimen, incluyendo golpizas y abusos.
Luego la oposición pacífica que viene ofreciendo el pueblo venezolano no es extraña a la tradición política de resistencia, cuando los estados viven en dictaduras y son gobernados mediante el capricho unido a la fuerza, como es el modus operandi de Maduro, desde que le arrebató, mañosamente, la presidencia a Henrique Capriles. Los venezolanos vienen enarbolando esa tradición de lucha pacífica que se ajusta al sagrado principio de que cuando se violan los derechos naturales del hombre, el pueblo tiene el derecho y el deber de suprimir o cambiar de gobierno”, como sentenció John Locke.
El propósito avieso de Maduro de convertir a Venezuela en una república socialista, con sus consecuencias nefastas, es razón suficiente para que ese pueblo haya despertado y se proponga dar al traste con semejante charco de orfandad que sería el futuro de esa otrora rica nación, cuya población también ha fomentado un exilio que acompaña al exilio cubano en esta hora gris que vive Latinoamérica.

Orestes Rodríguez.
Abogado cubano. Reside en Miami.

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