sábado, julio 05, 2014

CODICIA EN LA NUEVA MAYORÍA.


Está quedando la tendalada en la Nueva Alcantarilla. Las encuestas anuncian que el codicioso populacho bárbaro de la llamada clase media que los apoyó gracias a la promesa de gratuidad, hoy se ha dado cuenta de dos cosas: Que la reforma tributaria la pagarán ellos y no Andrónico Luksic, y que así como cada uno de ellos mandató a los políticos de izquierda para confiscar el dinero y la libertad de un “rico”, existen otros compatriotas de menos condición socioeconómica que mandataron a los mismos políticos de izquierda, pero esta vez para confiscar el dinero y la libertad de la clase media. ¿Lindo verdad?.

El oportunista auto declarado de clase media que esperaba terminar con el lucro de “otro” y así obtener universidad gratis para su hijo y futuro abogado o ingeniero que lucrará descaradamente, hoy ve como el gobierno se propone terminar con la educación particular subvencionada. Ingeniería social le llaman, y consiste en mezclar en el mismo colegio y en la misma sala al hijo del que apoya el sablazo a las finanzas del rico, con el hijo del que apoya el sablazo a las finanzas del fulano de la clase media. ¡En eso consiste la igualdad!. ¿O creían que la igualdad consiste en que todos serán ricos?. En algunos libros de cuento puede que sea así.

La maravilla prometida comienza a hacer agua. El gobierno está complicado, y muchos de los que votaron por la izquierda también lo están. La gallá votó por obtener “su” igualdad financiada a costa de “otro”, no votó por la igualdad de “otro” financiada con “su” dinero y la condición social que le costó años de esfuerzo, deudas, un cambio de barrio y miles de giros del cajero automático. ¡Plop!.

¿Qué envidia la gente?: Lo que conoce, ve todos los días y no puede obtener. ¿Qué desprecia la gente?: Lo que ya obtuvo y considera insuficiente para su supuesta condición.


Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
«¿Habrá otro», entre sí decía,
más pobre y triste que yo?»
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.


Cuentan de un sabio que un día
[Fragmento de  La vida es sueño]
Pedro Calderón de la Barca

Máximo.

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