SOY DEL SÍ Y VOTARÉ SÓLO POR LOS DEL SÍ.
La derecha está deshecha, valga la consonancia. Yo soy de derecha a secas y ya no tengo partido al cual adherir. ¿Qué es ser de derecha? Ser conservador en lo valórico y liberal en lo socio-económico. Leer “La Fatal Arrogancia”, de Hayek, y estar de acuerdo en todo. Nunca creer que el Estado es la solución, pues casi siempre es el problema. (Mire usted el Sename.) Creer, en cambio, que la libertad de iniciativa es siempre la solución. Claro, como dijo un juez norteamericano en una sentencia, “mi libertad para blandir el puño termina antes de tocar la barbilla de mi vecino”. Es decir, creer en la ley y el orden. Como dice el único pre-candidato presidencial del “Sí” que hay actualmente, José Antonio Kast, lo primero que se debe hacer en la Araucanía es decretar el estado de emergencia y mandar carabineros y militares a restablecer el estado de derecho.
Recuérdese que en marzo de 1990 no existía el “problema mapuche” y tanto era así que en el plebiscito de 1988 el “Sí” ganó en la Araucanía, y la Junta de Caciques le dio un pergamino a Pinochet designándolo “Gran Conductor y Guía” (“Ullmen F’ta Lonko”). El “conflicto mapuche” lo crearon después el Estado y los gobiernos del “No”. Por tanto, ni el uno ni los otros lo van a resolver jamás. Como tampoco el problema del Sename, acerca del cual lo más acertado que se ha escrito en estos días es obra de Luis Larraín en “El Mercurio” del sábado, ya reproducido en este blog y que merece volver a reproducirse: “Porque el Sename es una institución cuyo principal objetivo es satisfacer las expectativas laborales de los más de 4.500 funcionarios que trabajan en él y sus centros de atención directa. Esa es la preocupación esencial del Gobierno en relación a ese servicio y si alguien le dice otra cosa, miente”.
Ser de derecha, junto con implicar no identificarse con ningún partido entre los actuales, todos del “No”, es adherir indubitablemente al “Sí” al Gobierno Militar, que salvó a Chile del peor totalitarismo de nuestro tiempo y lo puso a la cabeza del progreso en América Latina, sacándolo del último lugar en que lo dejó el gobierno marxista. Porque la derecha estuvo con y en aquel gobierno y lo inspiró con sus ideas, gracias a lo cual fue exitoso y pudo proclamar, al final, “Misión Cumplida”.
¿Qué se hizo el 43 por ciento del “Sí” del plebiscito? “Qué se fizo el Rey don Juan?/ Los infantes de Aragón ¿qué se fizieron?” Yo les voy a decir, reproduciendo una pregunta y una respuesta de uno que fue del “Sí”, pero ya no lo es, Harold Mayne-Nicholls, entrevistado por Felipe Bianchi en “La Tercera”:
Pregunta: “¿Es cierto que Ud. Votó por el “Sí” en el plebiscito del 89 (sic)?” Respuesta: “La historia me enrostra a diario ese grave error. Por eso voto en cada elección. Aprendí, con hechos, el valor de preservar la democracia”.
A eso han quedado reducidos casi todos los del “Sí”. Cerebros lavados, tienen que complacer a los del “No”, que a estas alturas son casi todos y que nunca han sabido de lo que están hablando, pero mandan en Chile (léase mi blog precedente, “Han Hecho Lo Que Han Querido”).
Pues votar “Sí” en 1988 y ganar significaba tener la misma democracia que tuvimos a partir del 11 de marzo de 1990, habiendo ganado el “No”, pero un año antes, pues se habría restablecido la plena democracia el 11 de marzo de 1989. En lo demás, habría sido exactamente igual, con Congreso elegido, más seis senadores designados entre personas de larga trayectoria, pero con otro Presidente y otro gobierno, mejor, por cierto, que el de Aylwin: el de Augusto Pinochet y su equipo. Éstos hicieron crecer a la economía chilena en más de diez por ciento en 1989, reduciendo el desempleo a 5 por ciento, materializando lo que el resto del mundo llamaba “el milagro chileno” y, por cierto, habrían seguido dando la felicidad al pueblo mapuche de la Araucanía, donde reinaban la ley y el orden y no existía el “conflicto mapuche”, creado por Aylwin y sus sucesores, incluido Piñera, el del V Gobierno de la Concertación.
¿Qué le ha pasado a Mayne-Nicholls, entonces? Lo mismo que a casi todos los demás chilenos: le han “lavado el cerebro”. La izquierda lo hace repetir todas sus frases hechas. Ahora es un hombre del “No”. Pero por lo menos conserva una virtud: todavía dice la verdad, porque otro no habría reconocido haber votado “Sí”. Como es honesto, yo lo defendí cuando Piñera conspiró contra él, desde la Presidencia, para sacarlo de la ANFP, defendiendo su interés como controlador de Blanco y Negro. Al final logró defenestrarlo, para poner a Jadue. Otro “éxito” de Piñera, rentable para él pero malo para el país.
Ahora, contra todo lo que pueda parecer, el “Sí” no ha muerto. Por algo me llamó el otro día una candidata a concejal por Vitacura, Patricia Alessandri, para que apoyara su postulación desde este blog. Después de cerciorarme de que sigue siendo del ”Sí” y no le han lavado el cerebro, le garanticé que llamaría a nuestras huestes, o lo que quede de ellas, a votar por Patricia Alessandri en Vitacura. Y formulo, entonces, solemnemente, aquí y ahora, ese llamado, que espero se difunda ampliamente entre todos los del ”Sí” de Vitacura, comuna benemérita que fue la única de la Circunscripción Oriente que me honró con el primer lugar en la elección de senadores de 1989.
Ahora ya no vivo ni voto en esa comuna, pero en la mía actual sólo votaré si hay candidatos del “Sí” que no se hayan arrepentido, “dado vuelta la chaqueta” ni convertido en antenas repetidoras de los eslóganes de izquierda como “dictadura”, “violaciones a los derechos humanos” y otros del mismo jaez que vocean los marxistas que se iban a tomar el poder por las armas en 1973. Aunque muchos lo hayan olvidado, no lo lograron, gracias a las Fuerzas Armadas y Carabineros, que acudieron al llamado formulado en la Cámara de Diputados por los representantes del Partido Nacional, la Democracia Cristiana, la Democracia Radical y el Partido de Izquierda Radical de Luis Bossay, quien oportunamente vio la luz en su senectud, tras una vida al servicio de la extrema izquierda.
El lavado cerebral masivo ha convertido a los agresores marxistas en “agredidos”; a los que iban a ser victimarios, en “víctimas”; y a los totalitarios, que luchaban por instalar otra Cuba en América, en “demócratas”, pese a que todavía no pueden abstenerse de emprender un impaciente trotecito ridículo si, de visita en Cuba, les dicen que podrán ser recibidos por Fidel Castro.
Prácticamente caídos en manos del “No” los partidos de derecha, a los del “Sí” se nos ofrecen pocas posibilidades de votar por los nuestros, una de las cuales es Patricia Alessandri, en Vitacura; pero aunque no los haya en nuestra respectiva comuna, siempre conservaremos la prerrogativa de no votar por los del “No” o devenidos del “No”, convirtiendo nuestra abstención o voto en blanco en un poderoso factor de influencia electoral en un medio en que nos hemos quedado sin ningún partido que nos represente.
Hermógenes Pérez de Arce.
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