miércoles, mayo 18, 2016

EL EPITAFIO DEL @PPD_Chile


El partido que el ex Presidente Lagos fundó para derrotar a la dictadura terminó financiado por la empresa del ex yerno de Pinochet: sin duda, toda una epifanía del derrumbe ético que un sector relevante de la izquierda chilena ha vivido en estos años. Les pagaban hasta las cuentas de la luz, el agua y los gastos comunes. Como para preguntarse a cambio de qué, si la respuesta no fuera impúdicamente obvia.
Otra vez dicen que nadie sabía y que todos se ‘enteraron por la prensa’. Pero las gestiones para solicitar y recibir esos recursos fueron efectuadas institucionalmente a través del tesorero del partido, es decir, un integrante de la directiva.
Ahora intentan convencer al país que presidentes, vicepresidentes y secretarios generales de la colectividad jamás preguntaron por el origen de esos dineros y, si lo hicieron, fueron todos ‘víctimas’ de un engaño.
Inverosímil e impresentable la manera como mienten, el descaro con que se busca eludir responsabilidades en un tema que, aún si no hubiera ilegalidades de por medio, remece los cimientos éticos de gente que luchó y fue víctima de la dictadura, y que ahora aparece financiada por sus herederos. Los mismos que en la actualidad se presentan como inmaculados progresistas, que no aceptan dejar en pie ni una coma de la constitución impuesta por Pinochet.
Simplemente no tienen cara; sobrepasaron límites que no son políticos, sino que los desnudan en aspectos mucho más fundamentales. Se han vuelto un verdadero símbolo de lo que hoy tiene la confianza de la gente por los suelos; y es muy probable que en el fondo ni les importe, si al final consiguen mantener sus posiciones de poder.
Se volvieron ‘obsecuentes con la corrupción’, señalaba hace unos días el diputado Pepe Auth al cerrar la puerta por fuera. En rigor, es algo todavía peor y más triste.
Ahora su retroexcavadora les está pasando por encima. No tienen más alternativa que seguir mintiendo, y lo van a hacer hasta el cansancio o el olvido. Se aferrarán a lo que puedan, y muchos de sus actuales socios optarán también por el silencio.
Es lo mismo que ya hicieron con la precampaña presidencial, las ‘asesorías verbales’ y tantos otros casos conocidos en estos meses.Abusarán del desprecio o la indiferencia de la gente, sabiendo que a la larga igual habrá alguna posibilidad de zafar.
Sin embargo, lo que están dejando como legado no se salvará del espanto. Escriben el final de su historia con letras manchadas por la indignidad y la desvergüenza, presintiendo, quizás con algo de pudor, que ni cien años de lluvia podrán borrar de su epitafio el nombre de quien pagaba sus cuentas.
Max Colodro.

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