LA INDOLENCIA DE BACHELET: UNA BOFETADA A LOS CHILOTES.
Desde hace ya unas semanas en la Décima Región en general y en las islas de Chiloé se vive una crisis que no tenía precedentes, al menos desde la vuelta a la democracia. Dicha crisis fue provocada por un desastre natural medianamente conocido en nuestro país, la llamada “marea roja”.
En un principio algunos, de manera oportunista a mi juicio, culparon a las salmoneras de ser las causantes de las consecuencias ambientales que habían provocado la crisis. Sin embargo, diversos especialistas han señalado que la “marea roja” es un fenómeno completamente distinto. De hecho, en estos momentos el mismo problema se está presentando en Argentina, donde no tuvieron el problema puntual de los desechos de las salmoneras, lo que en principio nos permite descartar esa tesis.
Sin perjuicio de la discusión sobre biología marina en particular, hay elementos políticos que son preocupantes. El profundo centralismo de Chile y la falta de planificación han provocado que las autoridades locales, en diversas oportunidades, no sean capaces de enfrentar de manera efectiva estas crisis, lo que finalmente desemboca en un problema nacional. Llegó el momento de cuestionarnos por qué cada conflicto local debe necesariamente llegar a la Moneda para que se haga algo al respecto.
Lo anterior se produce también por una tardía respuesta del Estado, tanto en la planificación como en la nula prevención de los organismos técnicos especializados para paliar el problema. Además, hay una demora en las soluciones concretas para los chilotes. No se explican frases como “no vamos a soltar la billetera” cuando se tratan de problemas reales, y en cambio sí lo hacen al momento de contratar 100.000 nuevos empleados en el Estado, o al aumentar el gasto público.
El conflicto en Chiloé se produce por un problema real y que requiere soluciones complejas. El gobierno debiera ser capaz de prescindir del cálculo político y planificar medidas en corto, mediano y largo plazo. El riesgo de caer solo en la entrega de bonos, es que al próximo problema la solución no podrá ser otra que más bonos, ya que nunca se hizo nada para que los chilotes vivan mejor. Me ha tocado ir a Chiloé en diversas oportunidades, me consta que son gente de trabajo, que el asistencialismo está lejos de ser la salida, y que se deben entregar las herramientas necesarias para que por sus propios medios salgan adelante. La ausencia de hospitales, la falta de servicios y los problemas de transporte son algunos de aquellos temas que se siguen postergando y al parecer no hay voluntad de cambio por parte de las autoridades.
Por último, no deja de impresionar la falta de empatía de nuestras autoridades, especialmente debido al viaje de la presidenta Bachelet a Europa. Es evidente que un eventual viaje de la Presidenta a la zona no solucionará el problema, al menos la experiencia nos permite afirmar eso. Sin embargo, en una catástrofe de tal envergadura, lo mínimo es demostrar una preocupación real y mayor diligencia para solucionar el conflicto. Los carruajes en Suecia y las reuniones con la realeza europea, en las actuales condiciones, constituyen una bofetada para los chilotes.
José Francisco Lagos.
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