jueves, abril 02, 2015

DOLOR EN CHILE.


Me duele España”, fue la notable frase que pronunció don Miguel de Unamuno ante la situación política de la España que le tocó vivir. Una frase que podría ser perfectamente aplicable a la situación actual de Chile, en que se respira un dolor y desencanto generalizados. De los políticos. De las autoridades. De las instituciones. Dolor que también permite una reacción profunda. Ya lo decía Jaime Eyzaguirre “Yo no rehúyo el dolor, ni siquiera la afrenta que nos puede sobrevenir y ya nos sobrevienen. Porque para nosotros se ha escrito un porvenir abierto. Se nos debe en justicia la luz por el dolor. Y el dolor se hará estrella”.
Vicente Huidobro, en su famoso “Balance Patriótico”, publicado en 1925 en “Acción, diario de purificación nacional”, pregonaba una suerte de regeneración nacional y criticaba duramente el actuar de las autoridades y de los políticos de la época. Para Huidobro, Chile era “un país que apenas a los cien años de vida está viejo y carcomido, lleno de tumores y de supuraciones de cáncer … Chile es un gran panizo. A la chuña, señores, corred todos, que todavía quedan migajas sobre la mesa”. Para Huidobro, el problema no eran las instituciones y leyes, sino que “los hombres”. “Las instituciones, las leyes, acaso no sean malas, pero nunca hemos tenido hombres, nunca hemos tenido un alma, nos ha faltado el Hombre …. Por eso es que toda nuestra insignificancia se resuelve en una sola palabra: Falta de alma. ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de hombres! ¡Crisis de Hombre! ¡Que mueran ellos, pero que no muera el país!”. La solución para Huidobro pasaba al parecer por el famoso “recambio generacional”: “Que los viejos se vayan a sus casas, no quieran que un día los jóvenes los echen al cementerio. Todo lo grande que se ha hecho en América y sobre todo en Chile, lo han hecho los jóvenes. Así es que pueden reírse de la juventud. Bolívar actuó a los 29 años. Carrera, a los 22; O’Higgins, a los 34, y Portales, a los 36. Que se vayan los viejos y que venga juventud limpia y fuerte, con los ojos iluminados de entusiasmo y de esperanza”.
¿Y qué pasa con el Chile del 2015? Ante el dolor de la situación política actual, no faltarán algunos que como nuevos Huidobros proclamarán en forma alarmista y amplificada todos los males del país y la necesidad de jubilar a todo el mundo, en palabras del poeta-político “Que los viejos se vayan a sus casas” y de romper con todas las estructuras del pasado. Peligroso caldo de cultivo para el populismo.
Pero no es un problema de juventud. Tampoco de alma. Sino que de un alma que no ha sido respetada y bien representada. No sacamos nada si se sigue desprestigiando la política como actividad, solo tendremos como resultado que nadie ya se interese por ella. Hay que volver a modernizar al Estado – uno ya pierde la cuenta la cantidad de “reformas al Estado” que se han implementado –. Mejorar la  Alta Dirección Pública. Que las superintendencias y servicios claves del Estado tengan real autonomía (por ejemplo, que sus jefes de servicio no puedan ser removidos sino por causales taxativas y con ratificación de otro poder del Estado). Tratar sabiamente el tema del financiamiento de la política. Que no exista instrumentalización y que opere una real subsidiariedad. Que los intelectuales vuelvan a los partidos políticos y que ellos sean relevantes en el actuar de los políticos-gestores. Que se genere una sana convivencia entre los intelectuales y los gestores. En este sentido, hay que  mover a los intelectuales y académicos desde los “think tanks” a los partidos. Hay que desparlamentarizar a los partidos y así darles sentido de largo plazo. Pero lo más importante, que surjan nuevos liderazgos. En eso tenía razón Huidobro … ¡Crisis de hombres!
Ricardo Irarrázabal.
Abogado y Académico UC

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