viernes, marzo 27, 2015

LA ENFERMEDAD GRAVE DE LA POLÍTICA.


El diagnóstico es claro: Penta, Caval, Soquimich, Dávalos, la UDI, Alsacia, Silva, Fulvio Rossi y tantos otros, son nombres que se tomaron la opinión pública y acaparan portadas y titulares no por sus buenas actuaciones sino por lo contrario. Nuestra política pasa por una enfermedad grave, como no habíamos visto desde la vuelta a la democracia.
Sorprende, por un lado, la transversalidad de estas malas prácticas. La frase más recurrente en estos días es “que todos lo hacían igual”, vieja cantilena que pareciera justificar los excesos de quienes están llamados a liberar al país y predicar con el ejemplo.
Sorprende, por otro, la lentitud con que han actuado los partidos políticos y sus dirigentes. Ernesto Silva renunció varios meses después de que estallara el caso Penta, y no fue capaz de manejar la crisis política en su partido. Sebastián Dávalos sólo lo hizo luego de que la situación no aguantaba más, e incluso en el momento de hacerlo, lo hizo sin responder preguntas, en una declaración escueta y mezquina. Fulvio Rossi y Hugo Gutiérrez, ambos miembros del Congreso, se trenzaron en una lucha tuitera digna de jóvenes escolares, en un caso que todavía no llega en plenitud a la justicia y que debería preocupar a varios que hoy están cómodamente sentados en Valparaíso.
El resto de las colectividades se debate entre golpear al rival, esconder la mano y evitar que se investigue. Pareciera que le tienen miedo a la transparencia por años y años de malas prácticas. Que es más fácil echarle la culpa a la formación ética que se imparte en la Universidad Católica. Que es mejor hacer oídos sordos y no mirar la basura que han acumulado bajo sus alfombras por tantos años.
Y la solución debe partir por ahí. Que se investigue, que se investigue a todos. Que el Ministerio Público solicite los antecedentes, formalice, levante cargos contra quienes sean responsables. Contra todos, independiente de la tienda política a la que representen, de sus influencias, de sus padrinos empresariales. Que se castigue a quienes sean responsables con toda la fuerza que sea necesaria. Ser claros, no tener miedo: no estamos ni por izquierdas ni por derechas, sino por una política decente, en la cual se pueda confiar, y donde de verdad quienes guían a la sociedad, se pongan al servicio de ésta y no al revés.
Pero no es suficiente con eso. Hay algunos que pretenden entregar más poder al Estado, desentenderse, no hacerse cargo, para que cree nuevas agencias fiscalizadoras, comisiones de amigos, investigaciones, que probablemente no conduzcan a una buena solución, que se haga cargo de un diagnóstico ciudadano preocupante: la política, y sobre todo, los políticos, no están dando el ancho.
Nuestro camino es diferente. Parte por volver a depositar la confianza en las personas, en su potencial creativo, en darle espacios para que se desarrollen en plenitud. Parte por empoderarnos, no sólo siendo un grupo de presión, sino organizados para proponer las soluciones que Chile requiere. Ampliar los límites de lo público, entendiendo que no es patrimonio exclusivo del Estado, sino de todos quienes nos hacemos cargo de problemáticas que afectan a todos.
Poner la sociedad, a las personas, en movimiento, y promover más libertades para que el poder estatal y las concentraciones de éste disminuyan. Abrir las oportunidades, mejorar la educación, no sólo en cómo ni quién la paga, sino que exista diversidad, formando ciudadanos con valores, que conozcan que su misión con Chile es indelegable. Que florezcan más instituciones y personas empoderadas que fiscalicen a sus representantes y al Estado.
El desafío es grande y no tiene atajos. Nos exige compromiso diario y ser ejemplo de rectitud. Hacer política limpia no es un mero eslogan frente a la contingencia, sino un ideal que debe guiar a todos quienes de alguna u otra forma nos involucramos con tal actividad. Dejar la comodidad y combatir las injusticias que vemos día a día, crear más y mejores oportunidades, un país donde la libertad y la justicia sean las banderas que nos guíen. Poner la sociedad en movimiento, para que nunca más se repitan escándalos como este. Chile está haciendo preguntas, y tenemos que saber responderlas.

Rodrigo Pérez de Arce.
Vicepresidente Movimiento Gremial UC.

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