lunes, enero 19, 2015

#YATEGATE.

Para una mejor vista pinche sobre la imagen.

No más doble estándar. Si los dineros se mandaron a Chile para un fin no aceptado por la ley, la UAF debe revisar la transparencia. Si las donaciones no se podían acoger a la ley elecroral, estaban afectas al menos al impuesto respectivo, lo que debe esclarecer el SII.

CON UN tour en yate se recaudaron fondos en Nueva York para la campaña presidencial de Michelle Bachelet. Para poder navegar había que entregar un cheque por US$ 1.000 a ciertas personas que precisaba la invitación -en inglés-, entre ellos al actual canciller Heraldo Muñoz. Habrían asistido unas cuarenta personas.

Sorprendente no sólo por lo sibarita del evento-al menos para nuestro medio-, sino porque las donaciones de extranjeros que no tienen derecho a voto están prohibidas por ley en las campañas chilenas. Pero, además, porque en su calidad de funcionario de la ONU en ese minuto, Muñoz no podía realizar actividades políticas incompatibles con su cargo. Curiosamente defendió su derecho a hacerlo precisamente basado en este último. Agregó que estaba complacido de haber contribuido tan modestamente (¿el yate?) a la campaña y que puso dinero, “al igual que otros diplomáticos latinoamericanos que veían con buenos ojos el retorno de la Presidenta Michelle Bachelet a La Moneda”.

¿Qué derecho tienen otros diplomáticos latinoamericanos a ver con estos o aquellos ojos -y a influir- los resultados de los comicios en nuestro país?

 La impostura de Muñoz en todo el asunto es insólita, porque como canciller tendría ahora que estar abocado a protestar ante los respectivos países por la indebida intervención de sus diplomáticos en nuestros asuntos internos. Como este suceso no tiene presentación, el canciller cambió su versión: sólo asistieron chilenos. ¿Para qué entonces la invitación en inglés?

Para leer mejor pinche sobre la imagen.

Mientras, otro de los organizadores reconoció llanamente que habían asistido varios extranjeros, detallando algunas nacionalidades. Pero después también varió su versión: sólo hubo chilenos y apenas unos quince. Justificó la voltereta señalando que “di una declaración por error, sin saberlo, porque yo no sabía cómo se trataba el tema”. O sea, que no sabía que no se podía decir la verdad. E intentando bajarle el perfil al asunto, agregó que no se trataba de un yate sino de “un pequeño barco, una lancha mejor dicho”. Claro que la invitación decía que la nave cuenta con un “gran salón con aire acondicionado de alta velocidad, sistema de sonido sofisticado alrededor del barco y LED 6 tricolor de luz bajo el agua”.

Entonces, hubo publicidad engañosa, era una lancha no más. El apego a la verdad de este caballero es notable y eso que se trata del mandamás emérito de la “Asociación Católica de Líderes Latinos”.

El gobierno descarta toda irregularidad y reclama que en la campaña hubo apego total a la ley, cuando el caso apunta precisamente en sentido contrario. Porque hay preguntas que responder: si se recaudaron unos US$ 40.000, ¿cómo llegó ese dinero a Chile? ¿Cómo se integró a la campaña presidencial?

No más doble estándar. Si los dineros se mandaron a Chile desde el extranjero para un fin no aceptado por la ley, la Unidad de Análisis Financiero debe revisar la transferencia. Si las donaciones no se podían acoger a la ley electoral, estaban afectas al menos al impuesto respectivo, lo que debe esclarecer Impuestos Internos. De la ONU, sí, no esperamos nada.


Axel Buchheister.

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