viernes, septiembre 19, 2014

GUANTÁNAMO: "IMPORTACIÓN" INNECESARIA Y PELIGROSA.


El viejo y tan utilizado refrán de “sacar las castañas con las manos del gato” es perfectamente endosable a la solicitud hecha por el Presidente norteamericano, Barack Obama, a países occidentales para que reciban presos islámicos que se encuentran en la cárcel de Guantánamo.
El de Chile, concretamente, fue uno de los gobiernos que recibió la petición, la cual se encuentra “en estudio”. El izquierdista uruguayo José Mujica, que abandonará la Presidencia dentro de poco, accedió a recibir a cinco de ellos.
Hasta el momento, el gobierno chileno no ha asumido una postura, pero está “tomando la temperatura” del ambiente político antes de hacerlo. Las opiniones se encuentran divididas y hay partidarios y enemigos de esta “importación no tradicional”. Entre los que están a favor se hallan el UDI Hernán Larraín (“por razones humanitarias”), en tanto el presidente del PC, Guillermo Teillier, justificó que “sólo si lo piden los familiares de los presos”.
La cárcel de Guantánamo –ubicada en Cuba— fue reabierta por George Bush tras los atentados que derribaron las torres del Trade Center en Manhattan. Al declarar su guerra contra el terrorismo islámico, no sólo logró liquidar al caudillo de Al Qaeda, Osama bin Laden, sino su redada incluyó a supuestos cómplices y simpatizantes, la mayoría de los cuales se hallan en dicha prisión caribeña.
En su campaña para ser reelecto Presidente, y en función de su humanismo liberal, Obama prometió que la cerraría, pero no explicó qué haría con los musulmanes acusados por su país de terrorismo y recluidos allí. Hace poco descubrió cómo “sacar las castañas con las manos del gato”: endilgar a esos presos a otros países de buena voluntad que quisiesen recibirlos.
En su disyuntiva de acoger o no la solicitud de Obama no hay variables políticas que aconsejen la recepción de esos encarcelados, de tal modo que la decisión pasa por evaluaciones estratégicas que tienen mucho que ver con la reciente y definitiva instalación en Chile del concepto de terrorismo.
Siempre distante y ajeno a las tragedias originadas por fanatismos políticos y religiosos en lugares lejanos, el chileno no se había percatado de lo que es convivir con el terrorismo hasta que ocurrió el atentado del 8 de septiembre en el Metro Escuela Militar. Fue tan fuerte el impacto en la sensibilidad de la población que en los días siguientes, el ferrocarril metropolitano disminuyó su volumen de pasajeros casi en un 20%.
No es éste el momento para acoger por razones humanitarias a supuestos o reales terroristas, y menos en el marco de un escenario mundial que tiene al islamismo extremo en la mira del propio EE.UU. y de países de Europa para ser extinguido mediante una estrategia bélica aérea. Así como ayer Bush prometió la guerra contra los fundamentalistas del Islam, ahora Obama promete aniquilar, “esté donde esté”, al Estados Islámico (EI).
Hasta la fecha, gracias a su ubicación geográfica, Chile está muy lejos de los frentes de combate protagonizados por organizaciones políticas y religiosas del Islam, de tal modo que constituiría un grueso error traer al territorio, aunque pequeña, alguna fracción de quienes estuvieron involucrados en una acción como la de las Torres Gemelas.
Además, el hacinamiento carcelario en Chile hace inviable instalar en algún penal a –digámoslo— presos de selección que requieren espacios para sus oraciones diarias mirando hacia La Meca y que tienen una alta capacidad intelectual para transmitir su fanatismo a los demás y, en este caso, a quienes compartirán con ellos las 24 horas del día.
No parece inteligente “importar” problemas ajenos, como el de Obama con su promesa de cerrar Guantánamo, ni tampoco es criterioso traer más terroristas al territorio, hayan o no tenido un debido proceso de parte de la justicia norteamericana. Hoy, más que nunca, “el horno no está para bollos…”.

Voxpress.

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