miércoles, abril 16, 2014

RESUMEN DEL LIBRO DE PAULA AFANI: CARRIZAL BAJO.


PRÓLOGO

            El interés de realizar esta versión resumida de este interesante libro que relata un hecho histórico, que es actualmente olvidado o no dimensionado, por parte de las personas que vivieron la época en que sucedió esta operación de internación de armas por los enemigos del pueblo chileno y más aún, por aquellos que no quieren desarrollar una democracia abierta y para la actual juventud, que desconoce lo que fue el mayor desembarco clandestino de armas del país y en  Latinoamérica, como  sus consecuencias históricas para la nación, que perduran hasta hoy.
            Varios de los actores intelectuales y/o colaboradores, participaron activamente en el gobierno de la Concertación y otros, actualmente, son parlamentarios y además, presidentes e integrantes de diferentes comisiones del Congreso e incluso de la Comisión de Derechos Humanos.
            La autora consideró que por la envergadura y trascendencia de aquellos históricos sucesos y por sus experiencias periodísticas vividas años más tarde, es decir, veinte años después del descubrimiento del arsenales, bien valía la pena de reconstruir los hechos ocurridos, desde la perspectiva que dan los años más tarde por parte de los autores.
            La investigación desarrollada durante quince años, le permitió obtener interesantes antecedentes de los archivos comunicacionales y judiciales, a través de las  entrevistas a los autores, sus oponentes, investigaciones en expedientes judiciales y además, obtener  una conferencia de prensa clandestina con integrantes de Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), como también, de aquellos actores que se encontraban  cumpliendo condena en la cárcel y con aquellos que se hallaban procesados.




CAPÍTULO I
LOS PERSONAJES
            A veinte años  de los sucesos ocurridos en una zona de pequeños poblados de pescadores en la Tercera Región, no es fácil encontrar protagonistas de  la más audaz y trascendental operación realizada en la historia de Chile, por un grupo de revolucionarios, cuyo sueño en aquella época era desestabilizar al Gobierno Militar, presidido en ese entonces por el general Augusto Pinochet Ugarte y también Comandante en Jefe del Ejército.
            Han transcurrido dos décadas de la internación clandestina de 80 toneladas de armamento que estremeció al país cuando fueron descubiertos.
            Para materializar las entrevistas, muchas se realizaron en la clandestinidad, con claves, recados y encuentros secretos, para ubicar a los protagonistas.
            Fue así, que en una fría tarde de junio de 2006, luego de dejar mensajes suena el celular y era Alfredo Bruno Malbrich Baltra, alias “El Flaco o Albacorilla”. El punto de encuentro fue en la estación del metro de Tobalaba. Era el mismo que lo había entrevistado en la ex Cárcel Pública, poco antes de su fuga el año 1990. Era programador computacional y tenía en la época del desembarco 35 años y su misión era buscar el mejor lugar de desembarco de las armas y posteriormente la responsabilidad de organizar toda la operación de Carrizal. Era un privilegiado miembro del FPMR, escogido para llevar a cabo la más  audaz hazaña que sería trascendental para el “Día Decisivo”, bautizado así por los rodriguistas y por el Partido Comunista.
            Malbrich, fu detenido en agosto de 1986 y estuvo en prisión hasta enero 1990, fecha en que se fugó, junto a otros 42 reos subversivos del la ex Cárcel Pública. Permaneció dos años y medio en la clandestinidad en Chile, logró irse a Bélgica en calidad de refugiado político. Luego se fue a Francia para trabajar como programador en computación en una empresa en Paris, regresando a Chile en febrero de 2006.
            Manifiesta que se siente muy orgulloso de haber participado en la organización, selección del lugar, instalación de la gente, compra de barcos e ir a buscar las armas y desembarcarlas. Estuvo a cargo de la primera operación, la que no fue descubierta y denominada “Operación Arrastre”
            En Ancud, lugar de residencia de Sergio Buschmann Silva, alias “El Pelao”, quien recoge diariamente su diario en un local comercial, recibió el recado de contactarse con la autora del libro. Previa identificación de parte de Sergio, conforme a los protocolos de seguridad empleados para estos efectos, la investigadora le recordó los llamados telefónicos y una entrevista efectuada entre los años 92 y 93 para la televisión. Eso fue clave para concederla la entrevista para hablar sobre Carrizal Bajo. Asi fue que se reunieron a la semana siguiente en Providencia.
            Los años le habían pasado la cuenta, estaba más delgado y había envejecido, lo que dificultó su reconocimiento. Buschmann era actor de profesión y sigue actuando como tal  lo hacía cuando tenía 44 años al momento de desarrollarse la “Operación Leyenda” como se denominó. En su calidad de antiguo militante comunista, su misión consistía en administrar las empresas que darían la fachada legal para el desembarco de las armas, organizar su ocultamiento en los puntos escogidos, para luego ser distribuidos a diferentes partes del país. 
            Lo que más resalta él y con mucho orgullo es que “Carrizal, es sin la menor duda lo más importante que ha hecho en su vida y que la vida le haya entregado la posibilidad de incorporar, junto a las movilizaciones, la lucha armada, fue lo más grande que habría esperado yo de la vida” .
            Desde el lado contrario de los protagonistas se encuentra el entonces fiscal militar general Fernando Torres Silva, quien tuvo a cargo la investigación del hecho, como también, la investigación del atentado al Presidente de la República en ese entonces Capitán General Augusto Pinochet Ugarte. La entrevista se efectuó en su oficina en la comuna de Providencia.
            Reconoce que la operación fue brillante y expresa además, cree que políticamente fue un error, porque no lograron nada y se desacreditaron como tales y fue lo mejor que les pudo suceder, ya que así se evitó un derramamiento de sangre absolutamente inútil, sentenció.
            Como resultado de la investigación, se recuperó mucho armamento, la mayoría fue capturada y condenada, los menos se escaparon del procesamiento y posteriormente el año 1990 se fugaron de la cárcel y otros fueron indultados.
            Debido a la rigurosidad de sus investigaciones sobre estos casos, el fiscal Torres tuvo tres atentados perpetrados por los subversivos, pero la rueda de la fortuna, quiso que no resultaran, salvándose milagrosamente con vida.
            Otro de los protagonistas fue el subdirector de la Central Nacional de Informaciones, general Hugo Salas Wenzel, ya que su director había fallecido y era el general Humberto Gordon Rubio, que además fue integrante de la Junta de Gobierno.
            Actualmente se encuentra condenado a condena perpetua en Punta Peuco y es hoy el más complicado judicialmente, incluso muchísimo más que quienes internaron las armas, que están todos en libertad. Salas fue luego director de la CNI y posteriormente Jefe del Estado Mayor General el Ejército. Su entrevista fue en su domicilio en abril de 2006.
            Él manifiesta que los comunistas en el año 1985, comenzaron a sentirse marginados en sus tesis rupturistas ya que las operaciones estaban siendo manejadas por la oposición centro izquierdista y estimaban que su control se les estaba escapando, a pesar que ellos contaban con el aparato militar más poderoso de la historia de los partidos políticos chilenos. Desde el punto de vista político estratégico, la operación era parte de un plan general para la conquista del poder por la fuerza en 1986 y habían designado a ese año, como el “Año Decisivo” por el PC, Fidel Castro, con la cooperación de la Unión Soviética, otros países de Europa Oriental como Alemania y Checoslovaquia, para la conquista del poder nacional.
            Asimismo, manifiesta que el país debe estar agradecido con quienes evitaron que las 80 toneladas de armamento no llegaran a su destino, caso contrario, las consecuencias habrían sido catastróficas.
            Fuera de Malbrich, Buschmann, Torres y Salas, participaron muchos más, algunos fueron identificados, otros quedaron en el anonimato los que jamás fueron revelados y también algunos gestores de la operación, nunca fueron investigados y que hoy reconocen haber jugado un importante rol en esa operación secreta.
   
CAPÍTULO II
LOS PRIMEROS PASOS
            En 1980, el Estado de Chile aprueba la nueva Constitución Política, la cual incorpora en su artículo 8° como ilegal atentar contra la familia, propugnen doctrinas que atenten contra la sociedad, orden público y jurídico del estado, de carácter totalitario o fundado en las luchas de clases. Con esto el Partido Comunista (P.C.), quedaba excluido de la vida política del país.
            Por tal motivo, comenzaron a crear un clima de insurrección por la vía de las protestas y que con el tiempo aumentaban su violencia, ganado adeptos para el control de sus movilizaciones que las denominaron acciones audaces.
            El PC, comenzó aplicar las técnicas del compartimentaje y del manto, este último consistía de crear una fachada legal a lo ilegal. Otra medida de seguridad fundamental para la seguridad fue la implantación de una chapa, mantener oculta la documentación partidaria, no dar a conocer jamás su militancia, llevar una vida normal con su vecindario y lo más riguroso era la puntualidad en los contactos.  También las técnicas aprendidas en el extranjero como el chequeo y contra chequeo eran fundamentales. Las técnicas de las comunicaciones se materializaban por vía de los buzones o enlaces.
            En octubre de 1983, el PC, ya había decidido realizar acciones de mayor trascendencias y por tanto el Comité Central de PC, con la anuencia cubana, la creación de un grupo que dependiera del Frente Militar del partido, ya que las opciones pacíficas para la derrota de la dictadura, no daban resultado y así surgió el nuevo proyecto político: “la rebelión popular que entró a cambiar la confrontación política, asumiendo con ello la violencia, para que por la vía armada, se buscara derrocar al poder y al gobierno militar.” Dicho grupo se denominó Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR).
            Fue el 14 de diciembre de 1983, el gran apagón nacional, tras la colocación de una serie de artefactos explosivos a las torres de alta tensión, proclamándose dicho objetivo el FPMR, respondiendo a los requerimientos de un cuadro general de crisis y enfrentamientos.
            Si bien es cierto, que la vinculación directa entre el Frente y el PC, pero si, dependía directamente de la estructura militar comunista. El Frente consideraba que el trabajo militar de masas y hacia las FF.AA. dependían de él y por tanto la ayuda internacional, y en particular  la cubana, tenían un rol de primera importancia, recibiendo el apoyo irrestricto y permanente a la lucha hacia el pueblo, siendo además el aval para el establecimiento de las relaciones políticas con el movimiento revolucionario. Seguidamente el PC, le estableció un centro de operaciones en Argentina, manteniendo directamente contacto con Cuba y Nicaragua, desde donde se enviaban las instrucciones operativas y financieras. Así declaró Genaro Arriagada, que los integrantes del Frente, era una organización compuesta por militantes comunistas, cuadros políticamente bien entrenados y que actuaban al servicio de una estrategia del partido.
Las acciones violentas del Frente se hicieron sentir rápidamente, desplazando en su accionar al Movimiento de Izquierda Revolucionaria,(MIR).
            La Central nacional de Informaciones (CNI), tuvo que desplegar sus mayores esfuerzos para contrarrestar el accionar del Frente, costándole a la Central varías víctimas al desactivar las bombas. Los cuarteles policiales constituyeron ser los blancos predilectos de los rodriguistas.
            Con los éxitos obtenidos por el FPMR, lanzó un comunicado cuyo manifiesto decía:”el derrocamiento de la dictadura no es posible sólo a través de los métodos tradicionales de lucha; se hace necesario incorporar métodos armados de combate con el objetivo de poner fin al régimen, terminando con Pinochet y su Junta, la derogación inmediata de la Constitución y la creación de un gobierno patriótico de unidad nacional con carácter provisional”.
            En abril de 1984, debutan en Chile con el secuestro, siendo la primera víctima Gonzalo Cruzat Valdés, quien fue librado después de 48 horas previa cancelación de medio millón de dólares. Los autores fueron Claudio Molina Donoso y Fernando Larenas Seguel. Seguidamente se hizo otro, al subdirector del diario La Nación, Sebastiano Bertololone Galleti, quien fue liberado días después frente a la residencia del Cardenal Fresno. Estos métodos le trajeron dividendos comunicacionales y financieros para el movimiento revolucionario. Con los asaltos a las armerías, lograban el abastecimiento de armas y municiones.
            La dirección del Frente se organizó bajo un mando unipersonal, con una jefatura y grupos de apoyo. La jefatura, asumió directamente las tareas de desarrollar los aseguramientos logísticos, médicos, la preparación y operaciones. Los equipos de apoyo, fueron para actividades de propaganda, trabajo político – ideológico e infraestructura de funcionamiento. Toda decisión era tomada por la dirección del PC a partir de las proposiciones del Frente, que las planificaba y ejecutaba. Las actividades estaban dirigidas a la consolidación del “Ejército Popular”, cuando se produjera el derrocamiento de las FF.AA., el que, de acuerdo a lo previsto por el FPMR, se produciría en 1986, para “el Año Decisivo”.
            El esquema del Ejército Popular, era similar al de las Fuerzas Sandinistas de Liberación Nacional de Nicaragua. A los pocos meses, el Frente había realizado más de 100 acciones y tenía formado alrededor de 40 grupos integrados por jóvenes, pero le escaseaba el armamento.
            El FPMR integraba la “Coordinadora Guerrillera Internacional” formada por los grupos subversivos de Argentina, Perú, Uruguay, Brasil, Colombia y Chile. En 1985 se realizaron varias reuniones y se creó el Batallón América, que funcionaría en Bolivia y se constituiría en un centro de instrucción y para cumplir operaciones especiales en cualquier de los países integrantes de la Coordinadora.
            “Los jóvenes comunistas chilenos fueron los primeros extranjeros a los cuales Fidel Castro le abrió las puertas de sus escuelas militares en Cuba, para formar oficiales y no mero guerrilleros, para luego recibir la prueba de fuego en Nicaragua, porque el FPMR, en sus manifiestos expresaba que la única alternativa de derrotar al régimen militar era haciendo uso de las armas y así lograr la victoria final.”
            La misión del FPMR con el Batallón América, era la internación de material bélico, para llevar a cabo la ofensiva popular contra el Gobierno Militar. Para este efecto, Cuba había aprobado un presupuesto de 25 millones de dólares para la internación de las armas a Chile, el cual sería internado vía marítima, por ser la menos riesgosa y el trayecto tampoco sería directo desde Cuba. En consecuencia, se tomaron contacto con diversos partidos comunistas de todo el mundo para coordinar la internación de 80 toneladas de arsenal de guerra, responsabilidad que tuvo Gladys Marín, siendo el régimen de Castro el más involucrado en la operación.
            Los progresos del FPMR durante los años 1984 y 85 eran vertiginosos y por tanto,el PC, emana un objetivo estratégico para la consecución de su objetivo el cual es el siguiente: “Levantamiento o sublevación  de masas que involucre a toda la población, a la mayor parte de las fuerzas políticas y sociales y ojalá también a parte de las FF.AA. que están en contra de la dictadura. Se trata llegar a una rebelión generalizada que logre la paralización del país, con alzamientos populares en los principales centros urbanos, con participación decidida del proletariado industrial, de los estudiantes, de las capas medias y del campesinado. Tales acciones se verán fortalecidas por golpes efectivos en apoyo a la paralización, que ayuden a acelerar el desmoronamiento político – moral de las fuerzas represivas. La culminación de este proceso debiera ser el copamiento por las masas de los principales centros políticos del país”.
            Con esta orientación se comenzaron a desarrollar diversas actividades todas orientadas a la toma del poder dirigido por el partido comunista y el apoyo irrestricto de Cuba. Hubo un primer desembarco de armas al sur de Perú en el año 1985, en la caleta LLostay,  en embarcaciones inflables desde naves rusas y cubanas. El armamento desembarcado no era para Sendero Luminoso sino que, para el FPMR, pero fueron descubiertos y alertados los servicios de inteligencia peruanos y chilenos.
            Los servicios de inteligencia chilenos no llegaron manejar información concreta de la operación, pero por declaraciones de un dirigente que mantuvo su identidad en reserva, expresó que todo fue planificado por el PC. El Frente se estaba formando y todos eran partidarios del partido.
            Las fuerzas guerrilleras entrenadas en Cuba, Bulgaria y Nicaragua comenzaron a presionar a través del “Comandante Salvador” (Galvarino Apablaza), para apurar el proceso y venir a combatir a Chile.
            Después de acordar la operación para llevar a cabo el Año Decisivo, los que decidieron esas acciones fueron Luis Corvalán, Gladys Marín y Sebastián Larraín, - de este último, nombre político de Guillermo Teillier,-  jefe de la comisión militar del partido de absoluta confianza de Marín y nexo con el gobierno de La Habana, quienes también ejercían un control efectivo sobre las acciones que realizaba el FPMR.
            Fue Teillier, quien en sus constantes viajes a Cuba consiguió la venia del General cubano Alejandro Ronda para internar 80 toneladas de armas a Chile, convirtiéndose este general en el mejor nexo con el FPMR, logrando con ello el Frente obtener una autonomía sobre el control del PC, mayor entrenamiento y financiamiento extra. Una vez comprometido el general  Ronda, con la internación de armas, por Carrizal Bajo a inicios de 1985, se cerró dicho trato con un delegado del PC, siendo este representante, Guillermo Teillier.
            Veinte años después, Teillier, se reúne con el Comandante en Jefe del Ejército, General de Ejército Juan Emilio Cheyre Espinosa, en la que fue la ex oficina del General Pinochet en el Edificio de las FF.AA. Se hace presente que  el general Pinochet sufrió un atentado por el FPMR  contra su vida el 07 de septiembre de 1986 en el Cajón del Maipo, salvándose providencialmente y además cayeron en combate 7 uniformados quienes defendieron heroicamente al Comandante en Jefe del Ejército de ese entonces, atentado que fue organizado por el Frente y el PC.
            Actualmente, Guillermo Teillier es el Secretario General del Partido Comunista, Diputado e integrante de la Comisión de los DD.HH en la Cámara de Diputados, junto al otro comunista que es su presidente, Hugo Gutiérrez.

DespiertaChile.

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