domingo, abril 06, 2014

AUTORIDADES DE CHILE: CONSIDERACIONES PARA TRATAR EL TEMA DE LOS DD.HH.


Actualmente las distintas autoridades o personalidades que están ayudando a superar la situación de los uniformados condenados por DD.HH., no tienen un idioma común para buscar una solución sobre esta penosa realidad. Muchas veces exponen temas sin una base contundente, o cometen equivocaciones que a la larga agravan más lo que ocurre.
         Por tal motivo y, acorde a los tiempos que se viven hoy, con un panorama adverso políticamente sobre esta materia en comento, le propongo a ustedes un posible relato como aporte a lo definitivo para aquellos que tengan injerencia en este delicado asunto.
         Ojalá lo que expongo a continuación se pueda proyectar en el tiempo, y se persevere hasta la consecución de sus fines.
Hace años que ha comenzado la cacería de brujas por parte de las distintas corrientes ideológicas en materia de violación a los DD.HH. al no existir una estrategia para accionar eficientemente sobre esta materia que comenzó tímidamente durante el gobierno militar, a la que no se le dio la debida importancia de su proyección en el futuro y, por otra parte, el abuso político que le dieron las distintas corrientes políticas, sociológicas y especialmente los sectores de la izquierda marxista.
         Claro está que la filosofía del uso de los DD.HH. como una herramienta para asentar principios y abusos ideológicos, creados y difundidos por Gramsci, ha sido de un éxito insospechado, llegando incluso a cambiar costumbres, hábitos, pensamientos del diario vivir, los cuales han repercutido negativamente en la base de la sociedad, que es la familia.
         Esta realidad generada por Gramsci en el mundo occidental, no ha tenido cabida en las esferas musulmanas como en la orientales, siendo sí, nefasto para el mundo de la globalización occidental, dado a que no cuentan con principios doctrinarios y religiosos sólidos, para evitar la instalación de esta perversa forma de vida, la que produce solamente la destrucción de sus valores y principios que la sustentan.
         Chile, no ha estado ajeno a esta situación, más aún, con el término del gobierno militar, se ha desarrollado intensamente la doctrina gramsciana, aprovechándose de la incultura en esta materia filosófica que a la vez es, atrayente para la juventud. Fue así como en las universidades se inició con la instalación de distintos organismos que difundieron su filosofía, la que después se traspasó a los gobiernos de la Concertación, quienes con mucha inteligencia expandieron la práctica gramsciana a los sectores emergentes que eran los estudiantes provenientes de clases sociales bajas y, por sus estudios comenzaron a escalar posiciones en la clase media, la que se empodera a diario y actualmente exige igualdad social, intelectual, laboral y de mejores condiciones de vida producto de la influencia de dicha doctrina, que se instaló en el diario vivir de ellos, con baja cultura y educación, exigiendo a la vez, sólo derechos y olvidándose de sus deberes ante la comunidad.
         De lo expuesto anteriormente, la política de los DD.HH., no estuvo ausente, en efecto, esta fue desarrollada con mucha astucia para engendrar un odio antimilitarista en la sociedad civil chilena, destacándose los horrores del gobierno militar acerca de las violaciones a las personas que combatían al gobierno de turno.
         Al respecto, los grupos de izquierda eran intensamente apoyados por ONG internacionales, organismos jurídicos de diversas partes del mundo, con intensa campaña comunicacional, -donde ellos son maestros-, apoyados con  grandes sumas financieras y económicas.
         No se debe olvidar que, Chile, fue el primer país en el mundo que asumió un gobierno marxista por la vía democrática y que a la vez, lo derrotó por la vía armada tres años después de su asunción, lo que conllevó un enfurecimiento marxista, hecho que no ha perdonado al país y a sus actores al demostrar al mundo entero, que la doctrina marxista era vulnerable y se podía derrotar. Las FF.AA. y de Orden se recibieron de un país en estado caótico, el que nunca había estado así desde la independencia. No obstante, el hecho de haber evitado dos conflictos armados vecinales; el haber superado la crisis económica mundial de 1982; el bajo precio del dólar que no superaba el dólar la libra; la intensa campaña internacional de las potencias mundiales contra el gobierno militar; los  cierres de los mercados internacionales, superando ello con mucho sacrificio, y tantos otros temas más de gran importancia, que nada se le reconoce, solamente los actos de violaciones a los DD.HH. los cuales se difunden con escándalo comunicacional y apoyado de documentales televisivos con historias distorsionadas de la verdad.
         A consecuencia de lo anterior, para la ciudadanía nacional e internacional, los uniformados de Chile de la época en referencia, son unos criminales y antisociales de la última especie y a los cuales, siendo o no culpables, deben recibir los castigos del infierno. No interesa si reciben juicios justos, sólo se debe condenarlos, en efecto, para ellos se buscan los resquicios jurídicos, no importando incluso violar la Constitución, leyes, decretos, sistemas procesales y Tratados Internacionales.
         El producto de lo generado por esta cacería de brujas, la cual se transformó en un excelente negocio para todos los sectores políticos, en vez de originar una paz social con perdón y olvido, ha concluido en una gran odiosidad visceral entre los chilenos, la cual en vez de disminuir, aumenta a diario, afectando incluso en las familias de ambos sectores, es decir, víctimas y victimarios.
         El escenario que vive actualmente el país, se ha tornado peligroso y con consecuencias impredecibles, ya que nadie quiere buscar una solución. Las entes políticas, lo eluden por afectar a sus intereses partidistas; las organizaciones sociales y religiosas, no son capaces de enfrentarlas por sus vulnerabilidades morales ante la sociedad; las instituciones de la Defensa Nacional y de Orden por afectarles su operacionalidad y temor a salir nuevamente a la contingencia política con sus respectivas repercusiones, ante las diferencias genéricas que existen entre el mundo civil y militar.
         Si analizamos la realidad hoy, acerca de los orígenes de lo vivido en los tiempos que ocurrieron los hechos en los últimos sesenta años, se puede establecer claramente que todo lo anteriormente expuesto sintetizadamente, es producto de las luchas por el poder político y económico de unos grupos de conciudadanos nacionales, sin importarles las consecuencias y los que siempre se han liberado del pago o costo que aquello significó para la sociedad y, los que tuvieron que asumir las responsabilidades penales o económicas, fueron los peones, es decir, los subalternos, el empleado que no tiene responsabilidad de lo sucedido. Como se dice en Chile, el hilo se cortó por lo más delgado.
         En esa época la relación entre el mundo civil y militar eran mínimas, y malas. El primero sólo se acordaba del segundo, cuando lo necesitaba. Después de su empleo, lo despreciaba nuevamente.
         Al término de la década de los sesenta, la división política, social y económica del país, era extrema por la situación que se vivía. Los políticos y grupos económicos aterrorizados por las consecuencias que les podría originar un gobierno con olor a una dictadura marxista con la pérdida evidente de sus libertades.
         Ellos, junto con la ciudadanía, pedían a gritos la intervención de las FF.AA. y de Orden para que dieran un golpe de Estado, de moda en esa época en Latinoamérica, proclamando antes de su ejecución la ilegalidad del gobierno marxista, con fundamentos jurídicos por parte del Poder Legislativo y Judicial respectivamente, más la Contraloría General de la República, la Iglesia a través de su Cardenal Raúl Silva Henríquez, el Colegio de Abogados y tantos más. Así los uniformados actuaron como si fuese un país en guerra y enfrentaron drásticamente a los opositores, quienes también se encontraban bien armados, generándose violentos enfrentamientos, con bajas y heridos por ambos bandos.
         Todos alababan a los actores militares, pero al darse cuenta los políticos que no había un retorno próximo al poder político, estos dieron la espalda a las autoridades gobernantes, generándose así un disputa por el mando del país, que no se tiene recuerdo en la historia nacional.
         A raíz de lo anteriormente expuesto, hubo acciones violentas incluso con abuso de poder puntuales en ciertos casos por parte de las tropas gobernantes, pero nadie hasta hoy en día, daba a conocer las consecuencias del accionar terrorista, que generalmente eran sanguinarias.  
         Finalmente el gobierno militar retornó el poder a los políticos y las consecuencias de lo vivido comenzaron a pagarla los vencidos políticamente y queramos o no aceptarlo, fueron las FF.AA. y de Orden.
         Así todo, cualquiera que haya sido el gobierno de turno, siempre los políticos dirigentes buscaban los resquicios legales, sociales y políticos para eludir las responsabilidades. En el gobierno militar también sucedió lo mismo, siendo en ambos casos los responsables de los hechos acaecidos,  los mandos medios y especialmente a los subalternos, en cambio las autoridades civiles y militares, se salvaron, salvo algunas excepciones, siendo lo más grave el delegar sus responsabilidades en sus subalternos.
         Hoy el país, por un lado tiene gente extrañada y que no pueden regresar a Chile, también en su mayoría de poco poder político. Lo mismo sucede con los integrantes de las FF.AA. y de Orden, condenados por violaciones a los DD.HH., pagando condenas inhumanas. Todos subalternos de aquella época.
         Los beneficiados son los políticos nuevamente. Los favorecidos con grandes indemnizaciones económicas son los políticos afectados pr DD.HH. y sus respectivos abogados, el resto o de menor importancia, sumas bastante menores y los subalternos que son en su mayoría solamente se beneficiaron con miseria y el desprecio hacia ellos, gastando actualmente el Estado sobre doscientos millones de dólares en beneficios. Sin embargo, los familiares de las víctimas de los uniformados, sólo reciben el olvido incluso de sus propias instituciones.
         Así está la situación en Chile, a los que les conviene el negocio socio-político de los DD.HH., siempre dirán “ni perdón ni olvido”. Para los que deseamos la paz y la reconciliación clamamos “por el perdón con olvido”.
         Concluyo que la situación de los DD.HH., es de origen del poder político y para terminar con esta lamentable situación en forma elegante y diplomática de esta venganza política, se debe buscar o construir una solución política. Está claro que aparecerán muchos detractores, pero estoy seguro que serán muchos más los que desean la reconciliación y la paz para la Patria.
         Las causas de la situación que hoy se vive, nacieron al menos hace 50 años atrás y pocos la conocen. Somos una sociedad ignorante de su propia historia y particularmente la contemporánea la que vive hoy su existencia con una total indiferencia hacia la nación, interesándoles sólo el individualismo materialista, desinteresándose totalmente del desarrollo futurista de su país.
         Lo insólito es que, a la mayor parte de la población no le interesa mayormente la situación de los DD.HH. (lo demuestran las encuestas a la opinión pública) pero si, a ciertas pequeñas organizaciones políticas de izquierda, con mínima representación nacional, con gran capacidad comunicacional en todos los medios de prensa que mantienen en vigencia la situación de los DD.HH. de la época del gobierno militar,  tanto por razones políticas, pero especialmente económicas, ya que esto último se ha tornado en un medio de sustento de vida de los que la integran, los que las defienden y a tantos más, constituyéndose en un gran negocio e incluso la ejercitación de su profesión, especializándose en esta materia.
         Los últimos años han sido penosos, producto de lo expuesto precedentemente y más aún, estos últimos 24 años de gobiernos políticos, en los cuales se han instaurado todo tipo de fórmulas jurídicas para castigar a los uniformados, por el sólo hecho de haber participado en el gobierno militar y especialmente en los organismos de inteligencia o seguridad, a los cuales fueron destinados por sus superiores, como una destinación institucional más.
         Chile ha vivido cruentas crisis sociales e incluso una sangrienta guerra civil. Todas esas realidades nacionales han sido superadas con humildad y clemencia, en el bien de reestablecer la paz social. Aquello se materializó con leyes de amnistía generales, lográndose en breve período superar las diferencias. La más complicada fue la correspondiente a la Revolución de 1891, superándose las diferencias que generaron el conflicto dentro de un período de 10 años.
         Por qué hoy, las FF.AA. y Carabineros que entregaron el mando del gobierno militar, de manera voluntaria, agendada en la Constitución de 1980 y en forma democrática, por la vía electoral hace 25 años, tienen que continuar viviendo odiosidades y lo que es peor, alimentándolas con farándula asquerosa, con hechos distorsionados de la realidad histórica con el único fin para que la ciudadanía se segmente más aún de lo que está y a sus nuevas generaciones, se les continúe engañando, desinformando de lo que verdaderamente sucedió.
         Esto es propio de países y mentes subdesarrolladas que no son capaces de ver el futuro con proyección y prosperidad. Qué ejemplo nos dan los países europeos, especialmente Alemania, Francia, Polonia, Inglaterra, etc.
         Digamos ¡Basta! Queremos una nueva vida con reconciliación y paz.
         Para superar esta triste realidad, sólo existe una alternativa y ella es: la Amnistía general, es decir, un perdón general que otorga la ciudadanía para todos los que se encuentran afectados en el período político comprendido entre los años 1970-1990, la que se debe redactar, aprobar y poner en vigencia a la brevedad con mucha generosidad, humildad y misericordia divina.
         Esta Amnistía General considera a todos los afectados, cualquiera sea el bando en que hayan participado o donde se encuentren. (Militares y terroristas).
         La proposición es extremadamente difícil, pero no imposible. Convivimos con pensamientos tan disímiles entre las autoridades nacionales y políticas de todas las vertientes ideológicas que integran los 3 Poderes del Estado, para se hace necesario cerrar de una vez por todas, las heridas del pasado y proceder a una reconciliación con perdón y olvido que haga posible disfrutar la paz social que Chile se merece.
         Nuestros hijos y nietos, quienes no vivieron esa época nefasta del país, previa al 11 de Septiembre de 1973, en la cual todos los habitantes de aquella historia fuimos responsables de lo acontecido por no haber tenido la fuerza de voluntad para superar la crisis existente, agradecerán y destacarán la visión que tuvieron hoy sus padres y abuelos para superar el pasado y enfrentar el presente con proyección futurista.
         De nosotros depende guiar a Chile hacia la unidad y prosperidad nacional, para satisfacer el  bien común de todos los chilenos que habitamos esta hermosa Patria.     

Charles Williamson F.

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