LA ILUSIÓN DEL CAMBIO.
En un país sociológicamente de izquierda - como sostiene un analista de la plaza -, Bachelet ganó. Ahora deberá encarar las enormes expectativas sociales que ella misma desencadenó.
El dato duro fue la enorme abstención registrada en estas elecciones, similar al de los comicios municipales de 2012, aquella primera experiencia con inscripción obligatoria y voto voluntario. Y esto fracasó. Ya que la ciudadanía mostró su distancia e indiferencia con la actividad política. Al menos con "esta" actividad política.
Porque el porcentaje que logró Evelyn Matthei fue a pesar de su sector. Evelyn Matthei en la adversidad que presidió toda su campaña, mostró temple y coraje. Batalló prácticamente sola y contra el tiempo. No le alcanzó.
La denominada centroderecha mostró el peor rostro del personalismo. Y si es necesario endosar a alguien la responsabilidad de esta derrota, ése alguien, tiene nombre, apellido y domicilio conocido: encabezó el quinto y último gobierno de la Concertación.
Sebastián Piñera, el del septiembre negro - o rojo, según se quiera ver -, con una agenda propia, hizo sucumbir la candidatura de continuidad, sacrificada en el altar de su ambición personal, construido para favorecer su opción al 2017.
Resta un trimestre de su mandato. Aún es prematuro hacer el balance aunque, claramente, un presidente que traspasa el mando al adversario, políticamente debiera responder. Sin duda evita hacerlo y lejos de profundizar en aquel espinoso tema, prefirió el discurso de rigor, el consabido lugar común y una espantosa superficialidad. Esto fue un fracaso mayúsculo y, posar de estadista, no contribuye y nada explica. Su discurso fue todo, menos sobrio y decoroso.
Allá quienes eligieron el modelo socialista como solución a sus presuntos agravios, carencias y miserias. Lo dijo una de las partidarias de Bachelet en la celebración: "ahora vienen todos los cambios"
Obviamente la presencia del Estado se acrecentará. Habrá bonos, regalos y más burocracia, para extender la base político - electoral: pero las transformaciones que la masa ingenua aguarda, serán de índole absolutamente distinta. La presencia del Partido Comunista así lo garantiza.
El PC y Teillier lo dicen y no hay lugar a dudas. Karol Cariola misma lo declaró: el gobierno de Michelle Bachelet es el primer escalón del socialismo. El PC siempre dijo que ellos apoyaban "programas" y que si la mandataria lo incumple "habrá que levantarse de nuevo" Y para ello, estarán con un pie en Palacio y otro en la calle. Está todo claro.
El cuatrienio que iniciamos el 11 de marzo de 2014 nos conducirá hacia la alternativa ya conocida: Estado o Nación.
Por una parte, aquellos que no renuncian a los "cambios revolucionarios" como el Partido Comunista. Y por otra, una extensa clase media, una sociedad que conoce la libertad, el pleno empleo, los beneficios del desarrollo y de progreso personal, en base al esfuerzo y trabajo individual. No como una "graciosa" concesión del Estado benefactor.
Tendremos más impuestos pero menos calidad en la educación; el sistema previsional, la educación privada y la salud serán sometidos ... a revisión. Las bases de la institucionalidad pueden modificarse en profundidad, bajo el modelo socialista. Todo puede pasar.
Pero, el hecho de que sólo 5.690.000 ciudadanos sufragaran, hace que el 62% que optó por Bachelet, con dificultad podrá presentarse como una base amplia de apoyo funcional a las transformaciones revolucionarias. En la práctica se trata solamente del 25,55% del universo electoral.
Sin embargo, tal cual operó la estrategia de campaña de la Nueva Mayoría, que puso exitosamente en debate, los 40 años del 11 de septiembre, ahora tendremos una fase de ablandamiento. Los primeros cien días con medidas populistas. Ya veremos mayo, cuando la ilusión dé paso a la cruda realidad.
DespiertaChile.cl
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