@jairbolsonaro VIENE Y TRAE TIEMPOS MEJORES.
El avance -a todo galope- de Jair Bolsonaro dejó perpleja a la izquierda … y también a la derecha.
A la izquierda la demolió. La desbancó en la propia casa del Socialismo del Siglo XXI fundado en 1990 en Sao Paulo; arrasó con la “novedad” que sería el motor del renacimiento de la izquierda revolucionaria después de la caída del Muro de Berlín; que pondría fin a la orfandad de la izquierda latinoamericana; que constituiría la base desde la cual Fidel Castro y sus seguidores retomarían la Revolución Marxista.
Bolsonaro arrolló todo a su paso y aplastó al Partido de los Trabajadores.
A la derecha la dejó en shock, la puso frente a la peor de las disyuntivas, mirar para el lado y desconocer el parentesco, o subirse a un carro que no termina de convencer a muchos de ellos.
La trayectoria del Socialismo del Siglo XXI fue estelar: Fidel Castro de Cuba fue opacado por la aparición de Hugo Chávez de Venezuela. Lleno de dólares y con una personalidad flamboyante, Hugo se compró todos los escenarios y pontificó sobre lo humano y lo divino, parecía imparable, pero el triunfo, en 2002, de alias Lula en Brasil al frente del Partido de los Trabajadores le arrebató el liderazgo a Chávez y a Castro y puso al movimiento a disposición del proyecto populista – imperialista de Brasil y de él mismo. Lo siguieron Tabaré Vásquez el 2004 en Uruguay; Bachelet en 2006, en Chile; Rafael Correa también en 2006 en Ecuador y el mismo año Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia; Fernando Lugo en 2008 en Paraguay, José Mujica en Uruguay en 2009, Dilma Rousseff en Brasil en 2010 y Bachelet de nuevo, en Chile en 2014.
Sus socios en Chile fueron el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Humanista, que hasta hoy siguen postrados a sus pies en revolucionaria adoración.
Parecía que el renacimiento socialista había clavado la rueda de la fortuna y sería el dueño de la región por siempre jamás.
Pero se acabó el dinero, el ciclo alto del precio de las materias primas concluyó, las exportaciones bajaron o se detuvieron, China no siguió comprado todo y de todo. La mala gestión económica de los gobiernos revolucionarios del siglo XXI quedó al descubierto, llegó la crisis económica, la corrupción siguió un tiempo mas hasta que la ciudadanía dijo basta.
Y bastó.
Sobrevive la dictadura militar de Maduro en Venezuela; la dictadura de Ortega tambaleando en Nicaragua y el impresentable gobierno de Morales en Bolivia, tratando de continuar en el poder. Alias Lula en la cárcel; Cristina Fernández en la sala de espera de algún juzgado en Argentina, y Correa huyendo de la policía. Sin duda que la derrota mas fea para el Socialismo del Siglo XXI es la de alias Lula en Brasil, transformado en delincuente común y Dilma Rousseff incapaz de hacerse elegir como senadora en una área poblada por pobres
A la izquierda la demolió. La desbancó en la propia casa del Socialismo del Siglo XXI fundado en 1990 en Sao Paulo; arrasó con la “novedad” que sería el motor del renacimiento de la izquierda revolucionaria después de la caída del Muro de Berlín; que pondría fin a la orfandad de la izquierda latinoamericana; que constituiría la base desde la cual Fidel Castro y sus seguidores retomarían la Revolución Marxista.
Bolsonaro arrolló todo a su paso y aplastó al Partido de los Trabajadores.
A la derecha la dejó en shock, la puso frente a la peor de las disyuntivas, mirar para el lado y desconocer el parentesco, o subirse a un carro que no termina de convencer a muchos de ellos.
La trayectoria del Socialismo del Siglo XXI fue estelar: Fidel Castro de Cuba fue opacado por la aparición de Hugo Chávez de Venezuela. Lleno de dólares y con una personalidad flamboyante, Hugo se compró todos los escenarios y pontificó sobre lo humano y lo divino, parecía imparable, pero el triunfo, en 2002, de alias Lula en Brasil al frente del Partido de los Trabajadores le arrebató el liderazgo a Chávez y a Castro y puso al movimiento a disposición del proyecto populista – imperialista de Brasil y de él mismo. Lo siguieron Tabaré Vásquez el 2004 en Uruguay; Bachelet en 2006, en Chile; Rafael Correa también en 2006 en Ecuador y el mismo año Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia; Fernando Lugo en 2008 en Paraguay, José Mujica en Uruguay en 2009, Dilma Rousseff en Brasil en 2010 y Bachelet de nuevo, en Chile en 2014.
Sus socios en Chile fueron el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Humanista, que hasta hoy siguen postrados a sus pies en revolucionaria adoración.
Parecía que el renacimiento socialista había clavado la rueda de la fortuna y sería el dueño de la región por siempre jamás.
Pero se acabó el dinero, el ciclo alto del precio de las materias primas concluyó, las exportaciones bajaron o se detuvieron, China no siguió comprado todo y de todo. La mala gestión económica de los gobiernos revolucionarios del siglo XXI quedó al descubierto, llegó la crisis económica, la corrupción siguió un tiempo mas hasta que la ciudadanía dijo basta.
Y bastó.
Sobrevive la dictadura militar de Maduro en Venezuela; la dictadura de Ortega tambaleando en Nicaragua y el impresentable gobierno de Morales en Bolivia, tratando de continuar en el poder. Alias Lula en la cárcel; Cristina Fernández en la sala de espera de algún juzgado en Argentina, y Correa huyendo de la policía. Sin duda que la derrota mas fea para el Socialismo del Siglo XXI es la de alias Lula en Brasil, transformado en delincuente común y Dilma Rousseff incapaz de hacerse elegir como senadora en una área poblada por pobres
¿Qué trae Bolsonaro?
Primero, hay que poner a la vista que la historia política de Brasil no es homologable a la de ningún otro país de la región. Fue un imperio que pasó a la república con suavidad. Que tuvo un número considerable de esclavos, que la esclavitud se abolió el 13 de mayo de 1888, el último país en hacerlo y que el voto universal se estableció recién en 1945. Brasil es una país fuertemente controlado por la aristocracia económica, los militares y la oligarquía política, el único afuerino fue alias Lula, que llegó al gobierno en 2003 y que no pudo terminar peor, cometiendo los mismos pecados que criticaba a sus enemigos de la derecha, agravada por el feroz crecimiento de la corrupción, la delincuencia criminal, el derroche y la mala gestión.
Primero, hay que poner a la vista que la historia política de Brasil no es homologable a la de ningún otro país de la región. Fue un imperio que pasó a la república con suavidad. Que tuvo un número considerable de esclavos, que la esclavitud se abolió el 13 de mayo de 1888, el último país en hacerlo y que el voto universal se estableció recién en 1945. Brasil es una país fuertemente controlado por la aristocracia económica, los militares y la oligarquía política, el único afuerino fue alias Lula, que llegó al gobierno en 2003 y que no pudo terminar peor, cometiendo los mismos pecados que criticaba a sus enemigos de la derecha, agravada por el feroz crecimiento de la corrupción, la delincuencia criminal, el derroche y la mala gestión.
¿Qué podemos esperar de Jair Bolsonaro?.
Debemos reconocer que la campaña en su contra que ha hecho la izquierda mundial ha sido feroz. Se ha escarbado su vida hasta los dos años de edad –cuando aprendió a hablar- y se han publicado sus dichos, descontextualizados y adobados con perfidia y mala fe. Los gurús de la izquierda chilena critican duramente al pueblo de Brasil por no saber votar, un comentarista ha llegado a decir que 50.000.000 de votantes si pueden equivocarse. Por ahora no han propuesto un sistema electoral (¿censitario?) que permita votar solo a las personas inteligentes, políticamente conscientes y evolucionados y con una base ideológica razonable, es decir que sean de izquierda, ex-cuasi-marxistas y “políticamente correctas”: el PT y sus compadres, pero lo propondrán uno de esto días.
Por su carácter e historia podemos esperar también la iniciación de un exceso de acción política, que llevará a una aguda efervescencia interna en Brasil, e internacional, principalmente en el vecindario.
La efervescencia interna es posible que esté relacionada con el combate (la guerra) a la delincuencia y al tráfico de drogas.
En este aspecto es posible que choque con Morales de Bolivia, que tiene la nariz manchada con polvos blancos.
Debemos reconocer que la campaña en su contra que ha hecho la izquierda mundial ha sido feroz. Se ha escarbado su vida hasta los dos años de edad –cuando aprendió a hablar- y se han publicado sus dichos, descontextualizados y adobados con perfidia y mala fe. Los gurús de la izquierda chilena critican duramente al pueblo de Brasil por no saber votar, un comentarista ha llegado a decir que 50.000.000 de votantes si pueden equivocarse. Por ahora no han propuesto un sistema electoral (¿censitario?) que permita votar solo a las personas inteligentes, políticamente conscientes y evolucionados y con una base ideológica razonable, es decir que sean de izquierda, ex-cuasi-marxistas y “políticamente correctas”: el PT y sus compadres, pero lo propondrán uno de esto días.
Por su carácter e historia podemos esperar también la iniciación de un exceso de acción política, que llevará a una aguda efervescencia interna en Brasil, e internacional, principalmente en el vecindario.
La efervescencia interna es posible que esté relacionada con el combate (la guerra) a la delincuencia y al tráfico de drogas.
En este aspecto es posible que choque con Morales de Bolivia, que tiene la nariz manchada con polvos blancos.
En el ámbito exterior, Brasil nunca se sentaría en ninguna mesa sino es en la cabecera. Debemos recordar la ridícula campaña del “Profesor” Aurelio García -del lote de alias Lula- que concurrió a Chile reiteradamente a explicarnos como llevar nuestros asuntos con Bolivia y con la Alianza del Pacífico, que, incidentalmente, ninguneó hasta aburrirse, dio por muerta … y se equivocó, ya que el se murió primero y la alianza sigue con buena salud.
La receptividad de Macri será inversamente proporcional al éxito que logre en su gestión económica. Evo se hará pedazos para asociarse con Jair en la construcción de un ferrocarril entre Santos e Ilo.
En Chile la izquierda se debatirá entre su odio a Bolsonaro y su adoración a Brasil.
Chile volverá a su acción política internacional de bajo perfil y se equilibrará en lo ideológico en el filo de la navaja que existe entre un Demócrata Cristiano sesentero y un Militar Brasileño y en lo estratégico, en contener la atropellada de Jair hacia el Pacífico, incluyendo la Alianza del Pacífico.
En Chile la izquierda se debatirá entre su odio a Bolsonaro y su adoración a Brasil.
Chile volverá a su acción política internacional de bajo perfil y se equilibrará en lo ideológico en el filo de la navaja que existe entre un Demócrata Cristiano sesentero y un Militar Brasileño y en lo estratégico, en contener la atropellada de Jair hacia el Pacífico, incluyendo la Alianza del Pacífico.
Vienen tiempos interesantes.
DespiertaChile.cl
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