JORGE SHARP: JALISCO NUNCA PIERDE.
“Y CUANDO pierde, arrebata”. Eugenio Rivera, en esta misma página, días atrás, lo destacaba: no se reconoce el fracaso que está facturando la abstención. Desde el día siguiente a la elección todos sacan cuentas dulces.
En las filas del progresismo tajante están especialmente eufóricos con ocasión del triunfo de Jorge Sharp en Valparaíso. Figura que presentan como “cara nueva, joven” que viene a “limpiar la política” de “ineptos, indecentes, corruptos, políticos de siempre”, promovido por un movimiento ciudadano de base auténtica (dicen). Un éxito mediático del que se ha hecho parte y eco hasta The Guardian (el diario tiene a corresponsal proclive viviendo en Chile).
Pero, veamos. ¿Joven y cara nueva? Sharp lleva 17 años, más de la mitad de su vida, y desde antes del Pingüinazo, siendo dirigente estudiantil y político, a tiempo casi completo (logró sacar su grado universitario y título profesional, felizmente). Podrá no ser parte de máquinas comunales, pero a las universitarias se las conoce todas.
Su supuesto apoyo “ciudadano” se parece demasiado a ese tipo de tejido y trama con que, por años, movimientos zurdistas en las universidades se han impuesto a gremiales y partidos, mientras el grueso del estudiantado hace de espectador. Que adicionalmente a sus federaciones, peñas y escuelas, se sirvan ahora de juntas vecinales, clubes deportivos, causas solidarias con sueldo, cafés y librerías alternativas, es señal que han estado escalando en la vida, diversificado su consumo, envejeciendo, no que se hayan renovado.
Su repertorio de consignas lo conocemos de memoria. Sharp, podrá no ser disc jockey, pero como cantante popular sigue pegado a frecuencias “retro”, onda “la Unidad Popular/ es para todo el que quiera/ Echaremos fuera al yanqui/ y su lenguaje siniestro// Con la Unidad Popular/ ahora somos gobierno”. Ya el intendente de Valparaíso le hizo saber que en Chile rigen leyes y que los alcaldes no están por sobre otras instancias de gobierno regional y central.
Tener a su favor sólo el 16% de los porteños con derecho a voto tampoco es como para sentirse fuera de serie. A Revolución Democrática, fuertes en Providencia y el Mineduc, y a los G 90 en La Moneda, también se les vio animosos alguna vez.
Pasa lo mismo con Podemos en España. Fenómenos así son parte del estancamiento político. Despotrican contra el gatopardismo, pero con el correr del tiempo terminan remedando lo que deprecian… ¿sin darse cuenta? Discutible. Se les elige y, sin embargo, no hacen sino constituirse en una fuerza política más, con su cuota de caudillismo y clientelismo local, de ahí que atraigan y susciten expectación. Proveen jugosas noticias. Siendo de izquierdas no tardan en apuñalarse: pasa con Errejón e Iglesias, con autonomismos locales y con federaciones estudiantiles de cuya mentalidad no siempre se jubila.
Mutaciones metamórficas, a no dudar, son cambios, pero puramente morfológicos. Sucede con larvas u orugas, no todas llegando a crisálidas; las hay también polillas, pestíferas.
Alfredo Jocelyn-Holt
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