ALEJANDRO GUILLIER, PURA IMAGEN.
El cambio en la proyección del senador Alejandro Guillier ha sido sorprendente. Si bien en la encuesta CEP era el político mejor evaluado, muy pocos contestaban que lo querían como el próximo presidente. Y buena evaluación, no es sinónimo de disposición a votar. Pero desde ese momento, en los sondeos alcanzó a Ricardo Lagos en las preferencias y tengo la impresión que ya lo puede haber superado, lo que se verá en los que siguen.
¿Qué justifica este súbito cambio? En realidad nada, porque nada conocemos de lo que haría como eventual presidente, ni para dónde van sus planteamientos. Son esas cosas que se justifican ante sí mismas: una encuesta muestra una posición prometedora, que se agita con la conveniente repercusión mediática y la candidatura aparece como servida.
Para algunos, como Camilo Escalona, el senador por Antofagasta es el nuevo ME-O, pero no parece ser así. Es más comparable al fenómeno que encumbró a la Presidenta Bachelet. Porque apareció súbitamente y por un golpe mediático. Y esto es importante recordarlo y aprender de la experiencia. En su momento llamó la atención que ella fuera nombrada ministra de Salud, porque no era muy conocida, lo que se debió más que nada a la necesidad de avanzar en “paridad de género” en el gobierno de Lagos. Su gestión no fue exitosa y pronto dejó ese cargo para asumir la cartera de Defensa. Fue aquí, en una inundación, que se subió a un blindado, con lo que parecía comandar las tropas de rescate, y la imagen la hizo imparable: la tuvimos electa de Presidenta por primera vez.
Esa primera administración no fue particularmente buena, pero la gente sintió que los había protegido de la crisis económica que se desató en el mundo en 2008, porque por consejo de su ministro de Hacienda había cuidado los recursos que había generado el súper ciclo de precios del cobre y hubo con qué resistir (todo esto se suele olvidar). Una paradoja: su verdadero éxito fue haber sido rigurosa en la gestión, y la gente la reeligió para algo que prometía y ha sido lo contrario. Una prueba que los chilenos no siempre votan con lógica. Pero ahora el resultado está a la vista y a los chilenos no les gusta (como si ellos no tuvieran nada que ver con haberla elegido) y los asesores de Palacio temen que el apoyo –que va en 15%– caiga a un dígito en cualquier momento.
El símil con Alejandro Guillier es evidente. ¿Cómo llegó a ser senador de un día para otro, si jamás había actuado en política? Por la imagen que confiere ser una figura de la TV. De ahí, otra imagen bien construida: la de un legislador ponderado y dispuesto a escuchar, como también a enmendar. Sólo una imagen, porque siempre ha votado a favor de las desastrosas reformas del gobierno y no ha sido un factor para limitarlas.
¿Tiene derecho a la duda –por así decirlo– que lo hará bien? Por cierto, la historia está plagada de desconocidos que lo hicieron bien. Pero los chilenos debemos aprender e ir más allá de la imagen. Exigir propuestas y explicaciones con cierto detalle. O sea, entrar a la sustancia, porque de lo contrario nuestro salto al desarrollo será otro mito nacional más.
Axel Buchheister.
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