CHILEXIT.
EL REINO Unido votó por retirarse de la Unión Europea. Aunque haya sido por un margen estrecho, nos sorprende que un país, desarrollado y poseedor de una gran cultura, haya logrado juntar una mayoría para salirse nada menos que de un pacto internacional.
¿Será el “Brexit” una especie de involución política, un retroceso en la modernidad? Para los partidarios de la salida, lejos de representar eso, el jueves pasado fue el equivalente al “día de la independencia”. Porque si bien el voto en contra de la Unión fue sin duda catalizado por el problema específico de los inmigrantes, que por oleadas incontrolables han asolado a Europa en los últimos años, los votantes en el fondo han expresado el deseo de controlar su propio destino. No están dispuestos a delegar la capacidad de decidir en un supra gobierno, compuesto por burócratas internacionales y que no está claro quién lo elige, como el que reside en Bruselas, que no les deja tomar sus propias decisiones y les impone reglas -buenas o malas- sin su consentimiento.
Ahí está el punto. Con apariencia de modernidad, la Unión Europea tiene un tinte antidemocrático. Porque la democracia es el gobierno del pueblo y cuando éste no puede decidir, sino que lo hacen otros, no está claro que haya democracia. No basta que exista un parlamento europeo electo, porque la voluntad de cada nación se diluye en la voluntad de muchas otras. Y como no todos los países hacen las cosas igual ni son tan exitosos, aquellos que se esfuerzan y lo hacen mejor, terminan pagando los costos.
El Reino Unido recupera su soberanía, y sin duda tiene los medios y capacidades para hacerlo mejor. Y los supuestos costos no son tan ciertos.Pasado el impacto inicial, la realidad es que el intercambio comercial, económico y financiero continuará, porque el resto de Europa no podrá negarse a ello, sobre todo cuando la isla británica compra más de lo que vende al resto.
Nuestro país se ha comprado durante muchos años que hay que pertenecer a organismos internacionales, seguidores como somos de la moda. Una cosa es adoptar acuerdos comerciales o de integración voluntarios con otras naciones, y otra distinta delegar nuestra soberanía en organismos internacionales. Así ha estado sucediendo, y la derecha política ha sido incapaz de verlo o hacer algo al respecto. Porque la realidad es que esos organismos son controlados por burócratas de izquierda, especialistas en imponer agendas bajo el pretexto de los derechos humanos. Por ejemplo, el Congreso aprueba un “Acuerdo de Unión Civil” y reserva la institución del matrimonio para la unión de un hombre y una mujer. Así lo decidió nuestra democracia, que no requiere de ninguna tutela.
Entonces, los disconformes se van a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que nos exige extender el matrimonio a parejas del mismo sexo. Nuestro gobierno de izquierda, lejos de defender nuestra decisión soberana, acepta establecerlo y ello nos obligaría a adoptarlo.
¿Quiénes son esos burócratas para imponernos tal cosa?; ¿cuándo los elegimos? El Reino Unido nos demostró cómo se defiende la democracia: es hora de aprender y promover un “Chilexit”.
Axel Buchheister.
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