UN ACUERDO POR LA ARAUCANÍA.
El reciente domingo 6 de diciembre ocurrió otro atentado terrorista en La Araucanía, en las afueras de Temuco. Esta vez, un grupo de encapuchados armados, y portando bombas molotov, quemó cuatro camiones de una empresa de transportes. Las pérdidas, como de costumbre, han sido cuantiosas: 500 millones de pesos. Antes de huir, los terroristas dejaron un lienzo con proclamas y alusiones, entre ellas al machi Celestino Córdoba, al que llaman “preso político”, cuando todos sabemos que este personaje es, lisa y llanamente, un asesino, condenado por la justicia a 18 años de cárcel por el macabro crimen de los Luchsinger-Mackay.
Si ya con la muerte del matrimonio de ancianos los grupos radicalizados nos demostraron toda su inclemencia e insensatez, y de paso que estaban dispuestos a todo, incluso matar, con cada nuevo atentado evidencian, con aún mayor claridad, que hace mucho que están absolutamente fuera de control. No sólo por la violencia con la que cometen sus ataques, sino además, ahora, porque ya no les basta perpetrarlos en zonas rurales: cada vez están operando más cerca de la ciudad, incluso ya dentro de esta misma.
Para peor, las policías parecen ya sobrepasadas, en las víctimas se propaga la inseguridad y la incertidumbre, mientras que la ciudadanía, que hasta hace un tiempo veía esto como algo lejano, muchos de ellos hoy asoman como posibles objetivos de los terroristas. Es decir, ya viven con el miedo de ser los próximos de la lista, una lista que es transversal, porque dentro de las víctimas encontramos, incluso, a quienes menos se menciona: a humildes parceleros dueños de unas pocas hectáreas y comunidades mapuche que se han negado a usar la violencia como opción. Pero la caricatura, bien montada por los grupos radicalizados, organizaciones indigenistas y de DDHH (y vociferado por otros tantos que se dejan influenciar por las consignas de moda), repite una y otra vez que la lucha es únicamente contra las grandes forestales y “la oligarquía terrateniente”… Falsedad absoluta, porque los terroristas, si tienen que pasar también por encima de un mapuche, no titubean en hacerlo. Es decir, su pueblo nunca les ha interesado.
El jueves 10 de diciembre, el ministro del Interior, Jorge Burgos, viajó por quinta vez a la región (la segunda visita en un mes) para presentar una querella contra los responsables de los cuatro camiones quemados. El ministro tiene relativamente claro el panorama, se ha informado objetivamente y no ha tomado decisiones ideológicas como su antecesor, Rodrigo Peñailillo. Sin embargo, lamentablemente, Jorge Burgos trabaja en un gobierno cuya máxima autoridad, Michelle Bachelet, más parece simpatizar con la causa en vez de rechazar la violencia. Ella misma ha dado ejemplos suficientes para creerlo así: no ha visitado de manera oficial La Araucanía ni una sola vez; no tiene un plan para la región; prefiere viajar a Francia para acompañar a las víctimas chilenas de los últimos ataques de ISIS en vez de estar con las víctimas del sur de su propio país, etc… En resumen, el ministro Interior, del que no dudamos sus buenas intenciones, está atado de manos. Y así, eventualmente, cualquier tentativa de aportar al fin del problema seguirá siendo infructuosa.
La inteligencia policial sabe y tiene el listado de los integrantes de los grupos armados, los cuales son una minoría dentro del pueblo mapuche y con nula representatividad, pero que se las han arreglado para causar estragos desde inicios de los noventa. Ya es hora, habiendo transcurrido tanto tiempo, de frenarlos definitivamente y así acabar con el problema. Quizá la solución sea un gran acuerdo político, en donde participen todos quienes desean la paz, una paz honesta y genuina. Tengo esperanza en que sí es posible lograrlo, ojalá muy pronto. Para eso hago un llamado, sobre todo a los parlamentarios de las regiones desde el Bio Bio hasta Los Lagos, para que dejen de lado los cálculos políticos y electorales y comencemos a construir diálogos y alcanzar consensos que nos permitan erradicar la violencia en el sur de Chile. No dejemos que unos pocos irracionales se impongan sobre el resto. Porque, al final del día, nadie que realmente quiere al país puede restarse de la búsqueda de ese gran acuerdo que hoy dejo planteado.
Alejandro Martini Iriarte, Movimiento Paz en La Araucanía.
ellibero.cl
1 comentarios:
"Si vis Pacem, Para Bellum"
"To secure peace is, to prepare for War"
"Para asegurar la paz, preparate para la guerra"
Nosotros lo entendimos, pero ellos no. ¿porqué el gobierno, especialmente la yeta no hace nada respecto a la araucania? la respuesta es mas que evidente: no puede ir en contra de quienes financia.
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