NUEVA MAYORÍA: PEQUEÑOS BURGUESES.
La credibilidad de la clase política está por los suelos. Así lo demuestran las últimas encuestas ¿Es justa esta percepción de la ciudadanía? Nos parece que sí. Y si hubiese alguna duda, más de algún político se esfuerza lamentablemente por disiparla. ¿Cuál es la causa del descrédito? Son varias, pero entre las más mencionadas están la corrupción, la flojera y el defender solo intereses personales. Pero existe otra razón, poco perceptible a veces, y que afecta mayoritariamente al “mundo de izquierda” (si es que existe algo parecido). Me refiero a la falta de coherencia entre el discurso y la forma de vida, o sea, entre la teoría y la práctica.
El problema no es nuevo. Cuenta uno de los biógrafos de Stalin, que mientras el pueblo ruso literalmente sufría de hambre, el “padre” (como había que llamarle) veía en su sala de cine privada películas de John Wayne, comía bombones franceses y bebía whisky escoces. Avanzando en el tiempo, en 1970 Silvio Rodríguez escribió “Canción en Harapos”, cuando según él se debatía con mucha fuerza el papel del intelectual, del artista y del político de izquierda.
Dicha canción, nos cuenta el trovador cubano “quiso ser una mirada a ciertas formas de hipocresía que se dan en todas partes, no sólo en Cuba” (Entrevista Diario el Clarín, 2011). Chile no es la excepción. Algunas estrofas de la canción dicen: “Que fácil es agitar un pañuelo a la tropa solar/, del manifiesto marxista y la historia del hombre/ qué fácil es suspirar ante el gesto del hombre / que cumple un deber / y regalarle ropitas a la pobrecita hija del chofer / que fácil de enmascarar sale la oportunidad / qué fácil es engañar al que no sabe leer / cuantos colores, cuantas facetas / tiene el pequeño burgués”.
Lo que critica Rodriguez es la hipocresía de llamarse de izquierda pero gozar de todas las bondades del capitalismo: “desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir / la caravana en harapos de todos los pobres/ desde un mantel importado y un vino añejado/ se lucha muy bien desde una casa gigante /y un auto elegante se sufre también/ en un amable festín se suele ver combatir / “que fácil es escribir / algo que invita a la acción / contra tiranos, contra asesinos/ contra la luz o el poder divino / siempre al alcancede la vidriera y el comedor”.
Parafraseando la canción digamos que es fácil criticar al “dictador” y pedir dinero al yerno del “dictador”, es fácil hablar de igualdad desde la comodidad del “barrio alto”, es fácil abogar por la educación pública, pero tener a los hijos en los mejores colegios privados, es fácil criticar al mercado, y profitar al mismo tiempo de todos sus bienes. No dudamos de la calidad moral de los representantes de izquierda. Quizá la tremenda brecha entre lo declarado y lo hecho se debe a la gran dificultad de vivir conforme a “esquemas” ya superados por la propia realidad.
Y esto vale no solo para las personas. Por una parte el actual gobierno pretende fortalecer los sindicatos, pero cuando uno de ellos (Banco del Estado) logra una buena “negociación” despide al “negociador” y llama a la austeridad. Por otra parte se niega al reemplazo externo (e interno) en caso de huelga, pero ante el paro del Registro Civil pretendió reemplazar a los “huelguistas” con funcionarios del Serviu.
Aunque en nuestro país abunden los pequeños burgueses, probablemente ningún político de izquierda se sentirá identificado con esta columna. En fin, al que le quede el sayo que se lo ponga.
Eugenio Yáñez.
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