CARABINEROS O ENCAPUCHADOS.
Uno de los aspectos que más agradezco de la formación jurídica es la disposición para intentar distinguir, en cada problema o desafío, lo fundamental de lo secundario. Ello permite transitar por un camino lógico, sin perder de vista, ni saltarse, las opciones básicas sobre las cuales se van despejando las decisiones primarias, que conducen luego sucesivamente a cuestiones cada vez más sutiles, no por ello menos importantes. Invariablemente el que se pierde en lo grueso no llega bien a lo fino.
Digo esto a propósito del ambiente de opinión pública generado a raíz de las marchas recientes, los desmanes que las han caracterizado y los repudiables incidentes que costaron la vida a dos jóvenes en Valparaíso y dejaron gravemente herido a otro en Santiago.
El debate ha evolucionado hacia una condena más o menos generalizada, incluso de algunas autoridades, a la actuación de la policía. Se contrapone, en forma de grosera caricatura, una supuesta colisión entre el derecho ciudadano a manifestarse libremente y la acción represiva de Carabineros que lo impediría, haciendo un uso abusivo de la fuerza. Puestas así las cosas, la defensa de la libertad y el imperio de la ley queda del lado de los manifestantes, mientras que los funcionarios policiales encarnan el abuso irracional del poder, que debe reprimirse y sancionarse.
Es evidente que el debate está mal planteado, que se está confundiendo la norma con el hecho excepcional y se están haciendo juicios generales allí donde corresponde hacer la distinción particular. La turba de encapuchados que piedra en mano, asalta, destruye, quema, insulta y golpea, no está ejerciendo ningún derecho, los está violando a montones. Permitir su actuación impune es una grave forma de amenaza a la libertad y no el ejercicio de la misma, de manera que el juicio lógico para juzgar lo que ocurre es muy simple: los carabineros actúan en defensa de la ley, y por ende del estado de derecho, que es el único orden conocido en que los débiles tienen protección y existe la libertad; los manifestantes violentos y los encapuchados, en cambio, actúan quebrantando la ley, imponiendo la fuerza como criterio dirimente de los conflictos sociales.
En ese contexto, obviamente puede suceder que determinados policías en concreto cometan algún descriterio, hagan uso excesivo de la fuerza, incurran en un cuasidelito o incluso en un delito. Pero esa actuación particular no cambia la naturaleza delictual de la conducta de violentistas y encapuchados como grupo, ni el legítimo accionar de Carabineros como institución.
A diario vemos que en el caso de políticos de todos los sectores se alega la presunción de inocencia y conservan su cargo mientras no haya una condena judicial. Muy bien, apoyo ese criterio. Pero el carabinero que manejaba el pitón que lesionó al joven Avilés se le dio de baja de inmediato. ¿Justo y racional procedimiento? ¿Igualdad ante la ley?
“Vamos sin miedo tras el bandido”, dice el himno de Carabineros, pero a diario les hacemos sentir que si van tras el bandido, lo razonable es que lo hagan con miedo, no al delincuente, sino por la actitud frívola y timorata de la misma sociedad que ellos intentan proteger.
Gonzalo Cordero.
Abogado.
1 comentarios:
No puedo dejar de felicitar al autor de esta carta...que no refleja nada mas que el pensamiento de la gran mayoria silenciosa de este pais.... de la gente que trabaja dignamente y no lo desangra como esa minoria q esta de lado de la maldad ......esa maldad que solamente necesita que el hombre bueno no haga nada.....
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