miércoles, junio 04, 2014

LOS "AMIGOS" DE LA AMIGA.


En su obsesivo interés de juntar en el mismo redil a los vecinos socialistas ignorados por su antecesor, Michelle Bachelet se preocupó personalmente de que concurriese a su asunción del mando el mayor número de la chusma de la región  –sólo le falló Maduro por una cuestión de seguridad— y, con ese objetivo,  envió a emisarios a capitales de países de su misma sensibilidad.
Bachelet y la Nueva Mayoría se propusieron dar un vuelco radical a la política exterior con Sudamérica, por considerar que su antecesor la abandonó para  privilegiar los lazos con naciones económicamente sólidas. Buen ojo del anterior Presidente al apostar por países emergentes, con orden institucional y crecimiento sostenido –Colombia y Perú, por ejemplo—, desechando los que van en franco descenso o se encuentran en plenas y casi terminales crisis financieras.
Bachelet y los “progre” que la apoyan –entre quienes no está Ricardo Lagos Escobar— privilegian la solidaridad internacional de la izquierda por sobre los intereses particulares del propio país. Sin existir agendas potentes ni alguna urgencia, Bachelet viajó hasta Buenos Aires para reunirse con Cristina Fernández, lejos la política más desprestigiada del mundo, y luego recibió la visita de Rafael Correa, Presidente de Ecuador…para hablar de nada.
Los amigos esperan gestos de los amigos, pero en estos casos a Bachelet le salió el tiro por la culata.
El tema prioritario entre Michelle y Cristina fue el de la conectividad territorial, en un intento de nuestra Presidenta de reactivar el viejo proyecto concertacionista de construir el túnel internacional por el paso Los Libertadores, dado el incremento del flujo vehicular de carga, pasajeros y turístico. La respuesta de la señora “K” fue casi una broma: le ofreció mejorar la conexión por la IV Región…
Ni siquiera se tocó el punto del gas natural, eje del plan energético del ministro Pacheco, y que en tiempos de Frei Ruiz-Tagle, Chile le compró a Argentina y ésta luego se lo cortó. En el invierno de 2013, Fernández culpó a la transferencia de dicho combustible a Chile la carencia del combustible para calentar los hogares bonaerenses.
El gas ahora se le comprará a…Estados Unidos.
A las pocas horas de abandonar Buenos Aires, el gobierno argentino trató de “niño” a su par chileno y le recomendó públicamente que en el caso del proyecto Pascua Lama (Tercera Región) “se ponga pantalones largos”…, una insolencia que quedó sin respuesta.
Horas después,  recibió –para hablar de nada– a Rafael Correa, un izquierdista duro  partidario de censurar la prensa, admirador del chavismo y protector de Evo Morales.
Rafael Correa, amigo de la amiga, no vino, precisamente, a ofrecer a Chile ese combustible que le abunda y le sobra a Ecuador: viajó  para recibir el título de Doctor Honoris Causa en la extremista USACh y para hacer la más agraviante de las declaraciones, tratándose de un Jefe de Estado en visita oficial:  “apoyo a Bolivia en su demanda de mar porque hay que tener solidaridad continental y terminar, así, con una mediterraneidad que implica costos”.
En una grosera muestra de cinismo agregó que “en el diferendo entre Perú y Chile, Ecuador estuvo siempre por la tesis de los límites sustentada por Chile”, conducta que rehusó mantener como país garante del Tratado de 1929, cuando La Moneda le solicitó reafirmar la postura histórica de Ecuador. Peor aún, se adelantó a firmar con Perú un convenio bilateral de conveniencia mutua.
Un país digno, con una Mandataria digna, habría reaccionado de inmediato ante tamaña ofensa. Nada de eso ocurrió, excepto una “invitación” del canciller Muñoz al embajador ecuatoriano, quien, como atenuante al insulto de su Presidente, dijo que “el ministro me aclaró que Bolivia sí tiene acceso al Océano Pacífico”…
Bachelet y la Nueva Mayoría mantuvieron un cómplice silencio ante este agravio diplomático de Rafael Correa y lo hicieron expresamente por motivos políticos. La declaración del Presidente ecuatoriano hecha con motivo de una visita oficial fue más que una  imprudencia, fue  un descaro que debió ser respondida de inmediato y con la mayor energía.
Pero eso es imposible entre socialistas. VP.
Enrique Rivera V.

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