NO AL LIBERTINAJE MIGRATORIO.
Nido gigante de izquierdistas del mundo y nula en su misión de neutralizar e impedir los conflictos, la ONU perdió su capacidad de maniobra en las oleadas gigantescas de migrantes que, por mar y tierra, invadieron Europa. Fueron descontrolados desplazamientos humanos, sólo comparables con los vistos en las dos Grandes Guerras.
Ante la postura firme de los países 'invadidos' de fijar cuotas de recepción y dado el incierto destino de los millares que continúan llegando ilegalmente a sus costas y fronteras, la ONU creyó conveniente aminorar el problema, proponiendo un Pacto Mundial Migratorio.
Éste se votó el lunes 10 de diciembre en Marruecos y Chile se abstuvo de firmarlo, tal como -hace algunos meses- lo hizo con el Tratado Medioambiental de Escazú.
En la histórica creencia de que todos los pactos internacionales son inofensivos, los Gobiernos de Chile corrían a poner su firma. Al poco tiempo, la astucia de la izquierda dejó en evidencia que la adhesión a esos Acuerdos y Tratados, más políticos que técnicos, terminan subordinando a las normas legales del país.
Frente a los trastornos internos originados por el mercado negro del tráfico de personas de que fue víctima Chile el 2016 y el 2017, este Gobierno decidió no arriesgar la independencia y soberanía, absteniéndose de firmar dicho Pacto Mundial Migratorio. Tal determinación desató la histeria en la izquierda, la que, como siempre, sin solidez de argumentos, la censuró "por dejarnos en el barrio malo, junto a Trump y Bolsonaro"…
Según su propio enunciado, el texto del Pacto Mundial da motivo a una rica controversia: "la migración provee de inmensas oportunidades y beneficios para los migrantes, las comunidades de destino y las comunidades de origen". A partir de tan cuestionable definición, era lógico que los países miembros tuviesen, y tengan, aprensiones, temores y visiones contrapuestas, las que, al menos en Chile, se redujeron, para variar, a ataques ideológicos y arbitrarios de la izquierda. Guido Girardi (PPD) acusó al Gobierno de violar los derechos humanos…, el mismo Gobierno que de su bolsillo financia los vuelos de regreso a extranjeros ilegales que fueron traídos engañados y estafados al país.
Resultó tan traumático dicho tráfico de inmigrantes que el Gobierno optó por no 'matricularse' con un Pacto que oprime la libre determinación de cada país sobre la materia. El Presidente Piñera requirió de dos minutos para resumir la postura de Chile: "somos partidarios de la migración, pero organizada, regulada y desarrollada dentro del Estado de Derecho".
Además, ¿Cuál era la necesidad de sumarse a un Tratado no vinculante, esto es, que no obliga a los Estados a respetarlo?
No es precisamente ése el concepto que propuso la izquierdizada ONU para su Pacto Mundial. Ésta, así de simple, es partidaria de que los firmantes dejen sus soberanías en manos de la organización cuando se trata de desplazamientos humanos; les prohíbe "hacer valer" sus fronteras con la presencia e intervención de policías y militares; les impide establecer algún tipo de reglas especiales a los inmigrantes, como, por ejemplo, solicitarles pasaporte; y "obliga al Estado" a no distinguir entre inmigrantes legales e ilegales, a insertarlos automáticamente en los servicios de salud, educación, previsión y vivienda, y a trasladar gratuitamente a la ciudad que "ellos elijan como destino" a sus familiares que se quedaron.
Llega a ser tan aberrante el contenido de este Pacto Mundial que, incluso, viola la libertad de prensa, una de las joyas más preciadas del periodismo de izquierda. En uno de sus artículos "prohíbe" la difusión de imágenes en que se muestren "en situaciones conflictivas" a inmigrantes, como desgastantes travesías o arribo masivo en embarcaciones a litorales lejanos. Como era de suponer, la prensa comprometida nacional ni siquiera menciona este cercenamiento a la libre expresión, con tal de resaltar que "Piñera eligió quedar al lado de Trump y Bolsonaro".
Voxpress.cl
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