EL DESCONTROL DE ESTE GOBIERNO.
EL DESPELOTE político que estamos viviendo en estos días significó, entre otras cosas, que La Moneda perdiera por 97-0 en la Cámara de Diputados en la votación del proyecto del reajuste del sector público. Bueno, es una derrota de antología. Que nadie apoye lo que uno quiere es un golpe duro. Pero no inesperado. Parece ser más la consecuencia lógica de un mal gobierno.
Es indudable que en esto hay una pasada de cuenta grande a Bachelet. Ya no le perdonan sus errores, su incapacidad de escuchar y enmendar el rumbo. El problema es que el que pagó la cuenta esta vez, es el ministro de Hacienda, el único que está tratando de hacer bien la pega. Claro, ahora son muchos los que lo quieren colgar en la plaza pública. Por su inflexibilidad, por su poca capacidad de negociación. Bueno, yo no soy el admirador principal de la gestión de Valdés. A veces, me gustaría verlo más duro frente a los proyectos de este gobierno, pero no me cabe duda que es un tipo serio. Y que su trabajo es tratar de enmendar el rumbo suicida que llevaba su antecesor, Alberto Arenas.
Valdés no tiene nada que negociar, por la sencilla razón que este país no tiene un puto peso, como lo dijo hace unos meses el presidente de Codelco. Esa es la única verdad. ¿Por qué? Porque antes de su llegada, se gastaron la plata sin control y porque descarrilaron la economía con reformas mal pensadas y mal hechas. En este escenario, lo de Valdés es sólo hacer control de daños. Algo que, en el mejor de los casos, logrará en forma parcial, porque este país ya quedó encalillado por muchos años, sin holgura fiscal alguna.
Pero eso es historia. Lo sucedido esta semana, el 97-0, tiene a mi entender un claro culpable: el ministro Eyzaguirre, cuyo único trabajo es alinear la Nueva Mayoría. No necesita un voto más que los propios. Y no obtuvo ninguno. Insólito. Lo mismo le sucedió hace poco con el proyecto que buscaba solucionar el problema del cambio de domicilio electoral. O sea, no tiene por dónde. Todo esto mientras el ministro del Interior lo defiende. Dice que su pega es difícil, porque la carga de trabajo es muy alta y hay mucho que negociar. Pero, por favor, estamos entre gente grande. Esto no es juego. Pero claro, aquí importa poco lo que diga Fernández; la gran escudera de Eyzaguirre es la propia Presidenta, quien es, al final, la gran responsable de todo lo que pasa.
Mención aparte merece la derecha en este entuerto. Al sumarse al rechazo del proyecto, están haciendo un cálculo político muy pequeño y de paso entregando uno de los pilares que defiende: la responsabilidad económica. Esa es la peor manera de aprovechar el capital político que ganaron en las elecciones pasadas. Claro, uno puede sumarse al despelote y dañar aún más al gobierno. Pero andar en esta montonera, es un mal negocio.
Salir de este entuerto no será fácil. Queda claro que la cosa está fuera de control. Y no será fácil recuperarlo sin timonel. A la Presidenta le queda sólo una carta: el cambio de gabinete de la próxima semana. Si ahí no hay una señal clara, la cosa sólo empeorará. Sí, aunque cueste creerlo, todo puede ser peor.
Andrés Benítez.
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