BURGOS Y EL PAÍS DESCARRILADO.
A dos meses de haber dejado su cargo, el ex ministro del Interior Jorge Burgos ha dado a conocer su diagnóstico sobre la naturaleza y significado de los problemas políticos que aquejan al país. Sus ideas acerca de la gravedad de la situación quedan reflejadas en el empleo de una metáfora ferroviaria. En sus propias palabras: “El país se ha descarrilado y hay que ponerlo otra vez en la vía”. Una crisis de confianza, poco énfasis en el crecimiento económico, dispersión de ideas dentro de la Nueva Mayoría, un fenómeno similar dentro de la Democracia Cristiana, influencia desmedida del Partido Comunista en el Gobierno, son todos factores que a juicio del dirigente han contribuido a crear las condiciones políticas actuales, las que equivalen a tener al país fuera de sus rieles.
El quiebre de las confianzas va más allá del ámbito político, puesto que también abarcaría a los empresarios y a la jerarquía eclesiástica, todos los cuales habrían caído, como los políticos, en actuaciones contradictorias con lo que declaran. Solucionar este aspecto, para ir recuperando la confianza, le parece un paso esencial que debe anteceder a cualquier otro cambio. Sin hacer particular énfasis en ello, en su reflexión se distinguen algunas ideas que guardan diferencias con las que había presentado el ex Presidente Ricardo Lagos, pues afirma que las instituciones están más fortalecidas que antes y se respetan y funcionan. La corrupción en Chile no se ha ocultado, sino que gracias al Gobierno y a la oposición, se ha atacado con fuerza, afirma Burgos. No obstante, pese a las discrepancias en las interpretaciones de los hechos recientes, el ex ministro se pronuncia claramente a favor de Ricardo Lagos como la persona que pudiera aglutinar a los partidos políticos en una visión de país que mire algo más lejos de la contingencia. A su juicio, reunir a las corrientes socialdemócrata y socialcristiana en la creación de un gran acuerdo que aprecie la prudencia y la gradualidad y que cuide el crecimiento económico como el instrumento con el cual se podría combatir la desigualdad sería el mecanismo para impulsar el país.
Desde su privilegiada posición, tanto de protagonista como de testigo directo del funcionamiento del Gobierno, Jorge Burgos pudo observar el desarrollo de la actividad gubernamental, y sus percepciones tienen indudable valor. Concluye él en forma nítida que el nivel de influencia programática que ha tenido el Partido Comunista en este gobierno ha sido exagerado y negativo. Puede ser un actor válido en la política chilena, afirma, pero es más bien una complicación tenerlo dentro del Gobierno buscando fórmulas para lograr cierto predominio interno. Desde las ideas extemporáneas, como la expropiación de empresas, hasta las diferencias valóricas se revela un abismo entre ambas colectividades.
Todo indica que la convivencia entre la DC y los comunistas ha llegado a un límite en el que resulta casi imposible sostener una acción política común. Las reacciones a sus palabras de los propios comunistas parecen ratificarlo.
Las opiniones del ex ministro despiertan gran respaldo dentro de un significativo sector de los dirigentes de su partido. En tales circunstancias, el pronóstico de Burgos de que la Nueva Mayoría dejará de existir en las elecciones generales del próximo año es atendible. Si bien él reconoce que en la DC hay dos corrientes, los que creen que debe haber una Nueva Mayoría II y los que piensan que esta tiene un plazo próximo a expirar -y la directiva más bien se inclina por la primera-, él impulsa esta última visión y cuenta con amplios apoyos.
La Democracia Cristiana ha sido en Chile un partido de centro, poco proclive a adoptar posiciones extremas. En las circunstancias actuales, atendida la baja popularidad del Gobierno y de sus reformas, parece inevitable que la salida a la crisis pase por grandes acuerdos moderados que logren reencauzar la actividad política. La propuesta de Burgos de iniciar ese acercamiento entre dos de las corrientes que representan el centro y la izquierda debiera interesar a muchos. Si se logra, otras corrientes, como el Partido Comunista, podrían adherir a él o mantenerse al margen.
Editorial El Mercurio.
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