lunes, agosto 15, 2016

BACHELET SE RINDE.


La presión pudo más y tocó fondo. Agobiada por las encuestas, las críticas, el fuego amigo y los problemas, esta semana la Presidenta tiró la toalla de la ideología, de la retroexcavadora, de la idea de partir de cero, que han marcado su administración. Es de alguna forma el término de su gobierno, al menos como lo habíamos conocido hasta ahora.
El punto de quiebre es la propuesta que anunció esta semana para el sistema de pensiones. Siguiendo el camino inverso de todas sus reformas anteriores, ahora plantea cambios, pero que aseguran la continuidad del sistema, incluyendo las AFP. Y, lo que es más significativo, habla de provocar un “pacto nacional” para concordar la nueva política. Es decir, reditúa la idea de los grandes acuerdos, que fueron el sello de la Concertación, tan denostada por ella misma.
Se trata de un cambio obligado, y probablemente está traicionando sus convicciones más íntimas. Pero sabe que la cosa no da para más. Que le quedan muchos meses en el poder con un país que hace agua por todas partes y un gobierno que se ahoga en el rechazo ciudadano. No podía seguir así. Por eso, de alguna manera, toma las palabras de Ricardo Lagos, en el sentido de que la grave crisis política obliga a llamar a un gran encuentro nacional. Y toma también las críticas de Burgos, quien dijo que la Nueva Mayoría termina con este gobierno, culpando de aquello a la excesiva influencia de los comunistas.
Bachelet nunca reconocerá esto. A Lagos y Burgos los tiene en la lista negra, qué duda cabe. Pero la política es así y su propuesta sobre el sistema de pensiones tiene todos los elementos que pidieron sus “enemigos”. Toma la idea de Lagos en el sentido de buscar un acuerdo sobre el tema. Acepta la crítica de Burgos y se aleja del PC y otros sectores radicales que piden a gritos el fin de las AFP. En suma, es un quiebre radical a su forma tradicional de actuar.
Esta nueva forma de actuar de la Presidenta la obliga a reconfigurar sus alianzas. El primero en apoyarla es el mismo Lagos, quien dice que se trata de una propuesta positiva y sustancial. El primero en bajarse es el diputado Boric, el que plantea tener una diferencia de fondo con la Presidenta, que no hay cambios estructurales y que el sistema de pensiones no da para más.
Bachelet sabe cuál es el costo. Sabe que el acuerdo que propone no contará con el apoyo de los grupos más radicales, sus regalones hasta ahora. Y les da la espalda por una razón simple. Quiere salvar lo que queda de su gobierno. Probar que no es irresponsable ni populista como dijo también esta semana. Y sabe que si no cambia eso es lo que quedará. En suma, se rinde a la evidencia de que la retroexcavadora fue siempre una mala idea.
Ahora, si quiere dar vuelta las cosas, tendrá que ser firme. Sus amigos la acusarán de traición, de abandonar los ideales, de venderse al sistema.En ese camino, deberá recordar que la verdadera traición fue de esos “amigos” que la empujaron por un camino imposible con tal de imponer sus ideas y que les importa poco o nada que ella pase a la historia como el peor gobierno desde que volvió la democracia.
Andrés Benítez.
Rector Universidad Adolfo Ibañez.

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