CONFLICTO MAPUCHE: NEGOCIO SOTERRADO.
Todos queremos que la paz llegue a la Araucanía. Lo quieren los agricultores pequeños, medianos y grandes; los comerciantes y las autoridades. En medio de invasiones a predios, destrucción de templos y maquinaria forestal, hay mafiosos clandestinos que viven del conflicto. Existen numerosas pruebas de que hay muchos inescrupulosos que viajan a Europa y EEUU a “vender” la supuesta “usurpación” de tierras ancestrales, con el objeto de obtener aportes y financiamiento para ellos mismos.
Los mercenarios han logrado hacer creer a la opinión pública internacional que los “chilenos” les han quitado sus tierras. Hoy en la zona algunos han empezado a hablar con un acento especial, para hacerse pasar por mapuches. Otros se visten como mapuches, para aparentar lo que no son. Han desarrollado canales de comunicación, algunos viven en Ginebra, otros en Berlín, en Londres y en Nueva York. A la mayoría de ellos, la causa mapuche les da un comino. Más bien han encontrado una veta para hacerse ricos. Organizan las usurpaciones de predios y después piden que se les entregue la tierra con ayuda de Conadi. No luchan realmente por obtener del Estado más educación, más caminos o mejor infraestructura de salud. Lo suyo es el conflicto, no les conviene que el problema se resuelva, pues se les acaba la “fiesta”. Es como el caso de los exonerados falsos, que siguen recibiendo recursos mes a mes y la autoridad política no hace nada concreto para que esto termine.
Los “Aucan” de la Araucanía no trabajan, mas viajan por el mundo, alojan en buenos hoteles y en el fondo se ríen de su propio pueblo. Los “Aucan” son parásitos, agresivos y nunca entenderán que la Araucanía es parte de Chile, que los mapuches y los mestizos son parte de un mismo pueblo ya transformado hace mucho rato en la “raza chilena”.
Toda la acción terrorista que se ejecuta no solo en la Araucanía, sino también en Los Ríos y Los Lagos, es parte de un meditado plan organizado por bandoleros. No es bueno que nos dejemos engañar o engatusar. La Araucanía y el pueblo mapuche requieren de más escuelas primarias, más caminos, más hospitales, más escuelas de formación técnica, más fábricas, mejor agricultura y más visitas de la “Presidenta”. Lo demás es pirotecnia mediática. Por supuesto que hay que cuidar el mapudungun, como también entregarles mejores herramientas a los mapuches para que puedan viajar, estudiar en buenas universidades e integrarse al mundo global al cual pertenecen, como todo chileno. La idea loca de retrotraer el tiempo 150 años y redibujar la propiedad de las tierras “ancestrales” es un sinsentido mayúsculo de imposible ejecución.
Es vital que se perfeccione el accionar de una unidad de inteligencia de alto nivel, que desenmascare y publique quiénes son los que están detrás de esta estrategia violenta que genera caos y temor en la Araucanía. Este ciudadano hace un llamado a los parlamentarios de todos los partidos a ponerse serios, a propiciar soluciones reales y no continuar con esta “farándula”. El pueblo chileno es el resultado de un crisol de etnias originarias mezcladas con españoles, alemanes, italianos, croatas, judíos, árabes, franceses y ahora último con peruanos, argentinos, colombianos, dominicanos y haitianos.
La Araucanía no resiste más violencia. A la cárcel los violentistas y los demás a trabajar por un Chile mejor. El turismo, por ejemplo, es una industria no desarrollada en esa región, como también la agricultura más productiva que genera empleo. Las autoridades políticas tienen la responsabilidad de encauzar esto hacia un destino sensato. No más misericordia con unos pocos violentistas mercenarios.
Andrés Montero J.
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