martes, abril 07, 2015

VIOLENCIA EGOÍSTA.


En pocas horas, en menos de una semana, vimos a carabineros arriesgando su vida para salvar a otras en las inundaciones del norte, en crudo contraste con la muerte de un joven carabinero en una violenta conmemoración de otros jóvenes muertos. Vimos también a un joven diputado que no se puso de pie en el minuto de silencio que la Cámara ofreció por el asesinato de un senador asesinado por un grupo violentista.
¿Qué nos está pasando? ¿Vamos a darnos vueltas todos los años en las mismas escenas, con los mismos argumentos, condenados a repetirla historia una y otra vez?
Todavía hay personas que se reservan como última carta la posibilidad de recurrir a la violencia para obtener sus fines políticos; otros declaran su repudio, pero usan los micrófonos como pistolas y las palabras como si fueran balas.
Otros, mejor intencionados, buscan y escarban para conocer la raíz de esa violencia y no logran ponerse de acuerdo: ¿Resabios de violencia estructural instalada hace décadas; resultados inevitables de presiones que provoca un sistema económico-social competitivo; latencia de un virus revolucionario que no acaba de morir? ¿Norcotraficantes y delincuentes comunes parapetados en un calendario que no crearon, pero que les sirve? La precisión sólo sirve para desviar el foco de lo único común a todos estos asuntos: una mirada egocéntrica, individualista, donde lo único que importa es lo que quiere uno, aunque deba pasar por encima de otras personas o de las costumbres y normas que nos mantienen unidos.
El gobierno dijo que está dispuesto a declarar estado de excepción constitucional para evitar más hechos de violencia como los que vimos estos días. Hay algo de positivo en esta reacción: muestra que el gobierno reacciona a los estímulos externos… pero no deja de ser una respuesta reactiva, y algo violenta.
Las imágenes de nuestros compatriotas arriesgando su vida en los lodazales del norte de Chile nos muestran un mejor camino para avanzar. Centenares, miles de uniformados, voluntarios, bomberos, funcionarios públicos, camioneros, estudiantes donaron de lo suyo, su tiempo y sus vidas para salir al encuentro de otros chilenos afectados por las inundaciones. Salir al encuentro del otro, a solucionar los problemas de otro y no quedarse sentado en tu silla cuando se homenajea a un colega, esa es la única actitud que nos sacará de esta espiral de violencia que parte en las palabras y termina en las balas.
Thomas Leisewitz.

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