SI HUBIERA DERECHA...
El jueves se vivió otro episodio del escándalo continuado más vergonzoso de la actualidad, que es el de la prevaricación vengativa e impune de los jueces de izquierda contra los militares que defendieron a Chile del terrorismo marxista. Mientras agentes de seguridad norteamericanos, israelíes, franceses y belgas eliminan a los terroristas y reciben las felicitaciones de sus gobiernos y el aplauso de sus pueblos, acá la izquierda marxista que controla, además de los otros dos poderes, el Judicial, apresa a ancianos uniformados en retiro y los persigue y condena, contraviniendo siempre las leyes y muchas veces la verdad de los hechos, por la eliminación de terroristas que acá habían tomado las armas en los años ’60 y ‘70 para hacerse del poder total.
El jueves iban a ser enviados al presidio político de Punta Peuco cuatro oficiales en retiro, entre ellos un coronel de ejército, Fernando Gómez Segovia, que había sido especialmente activo en su propia defensa, para demostrar no sólo la ilegalidad del proceso, sino su inocencia.
El medio digital más dinámico en la defensa de los perseguidos y presos políticos militares, el diario “Chile Informa”, había llamado a las personas de bien y de recta conciencia a prestar un respaldo a esas nuevas víctimas de la prevaricación marxista, el jueves pasado en los Tribunales, cuando los cuatro uniformados iban a ser notificados de los fallos y puestos entre rejas. Los agentes del odio, es decir, del Partido Comunista, habían convocado a una “funa” el mismo día en apoyo a la venganza que llaman “justicia”, perpetrada por sus ministros prevaricadores.
No fue necesario. El apoyo a los nuevos presos políticos simplemente no llegó. Unos dicen que acudieron quince personas, otros 25 y los más optimistas 40, pero no llegaron a reunirse. Media docena de valientes mujeres de pueblo dieron un ejemplo y se pasearon con petos alusivos a la persecución ilegal contra los militares, pero, visto su exiguo número, nadie se dio por aludido de su presencia. El coronel Gómez Segovia esperó tres horas y media al ministro Jorge Zepeda, que lo condenó, como a tantos otros, y otra vez no prestaba ninguna consideración a la avanzada edad del oficial en retiro ni a las graves enfermedades que ha sufrido. Éste esperó pacientemente, en compañía de su señora.
Cuando por fin Zepeda lo hizo pasar, para enviarlo a presidio por cinco años y un día, hizo ademán de darle la mano como saludo, pero el coronel Gómez le expresó: “No puedo darle la mano a quien me manda preso tras un juicio plagado de falsedades, donde usted no ha cumplido principios fundamentales del derecho”.
Sorprendentemente, Zepeda le expresó: “Le encuentro razón para que usted esté molesto conmigo”.
Fue una escena parecida a la que vivió el general Mena (Q.E.P.D.) cuando el ministro sumariante que lo condenó a largos años de presidió por un delito del cual era inocente le dijo, a modo de explicación: “Esta es la justicia de los hombres”. Porque sabía que su condenado era inocente, y aunque no lo hubiera sido, estaba legalmente exento de responsabilidad; y sabía que, políticamente, como juez de izquierda, no podía hacer otra cosa, si es que quería avanzar en su carrera. Así discurre hoy nuestra espuria vida judicial.
Si hubiera habido una derecha política en Chile éste, el mayor escándalo moral de nuestro tiempo, no podría haber pasado ni seguir pasando inadvertido. Un gigantesco “J’accusse” habría puesto fin al abuso. Pero acá se ha desvanecido la fibra moral que sustentaba la vida pública de Francia del siglo XIX. El penal de Punta Peuco, convertido ahora en un lazareto hacinado de ancianos y enfermos ilegalmente presos, no habría podido continuar púdicamente oculto a los ojos de la opinión pública. Porque los ahora 71 presos políticos que ahí tratan de sobreponerse a la injusticia y la desgracia no podrían ser “barridos debajo de la alfombra”, como lo son al carecer de todo apoyo y defensa de quienes tanto les deben, que no son ni más ni menos que todos los chilenos, a quienes les salvaron su libertad, pero muy en particular los que más tienen, que no sólo se libraron de perder ésta, sino también todos sus bienes.
Si hubiera derecha en Chile “la voz de los sin voz”, como son los presos políticos militares, se haría oír en los medios y no sólo en los “samiszdats” que los defienden, como “Chile Informa” y este blog.
Pero el caso es que no hay derecha. Las ideas están, pero los llamados a defenderlas e imponerlas no. Este blog anunció la muerte de aquélla hace tiempo, cuando renunció a sus principios y llevó al poder a Sebastián Piñera, que se encargó de desvirtuarlos, gobernando con las banderas de la centroizquierda y completando un V Gobierno de la Concertación; persiguiendo ilegalmente, como ningún gobernante lo había hecho antes, pues triplicó las querellas, a los militares que salvaron a Chile (con el agravante de que, para conseguir sus votos, les había prometido un debido proceso); y criminalizando a la propia civilidad de derecha, denostándola a los ojos del electorado y calificando a sus miembros de “cómplices pasivos” de delitos, lo que no podía sino conducir a su desastre electoral. Todo con tal de contar él con alguna simpatía marxista –que obtuvo— y remontar en las encuestas. (Pese a lo cual nunca superó el 34% de adhesión. Ver CEP).
La derecha pagó caro lo anterior, y los hechos posteriores han conducido a que ya sea unánime el juicio de que se encuentra políticamente muerta, confirmando lo que le pronostiqué cuando llevó como candidato a Piñera. Tanto lo está, que en reciente encuesta se revela que el personaje político más sobreexpuesto por medios de derecha, siendo un izquierdista extremo, como Marco Enríquez-Ominami, aparece por lejos como la primera opción para una próxima Presidencia de la República; y, peor todavía, en un lejano segundo lugar, con menos de la mitad de las preferencias del anterior, Sebastián Piñera. Y lo sorprendente es que el apoyo a éste en las encuestas ¡proviene de los propios restos náufragos de la misma derecha que él destruyó! ¿Sadomasoquismo político? Pues la encuesta CEP reveló que el 69% de quienes se declaran de derecha apoya a Piñera. A uno le dicen, con expresión compungida, “es el único que hay”.
Y Piñera, en realidad, se encarga de posicionarse. Ya debe estar haciendo los cálculos para hacerse a bajo precio de los despojos de la UDI. Se menciona a Andrés Chadwick, que dirige su Fundación “Avanza Chile”, cuyo nombre más adecuado debería ser “Avanza Piñera”, para encabezar también la UDI. Una “toma de control hostil”. Como ya no está la plata de Penta para financiar candidaturas, seguramente algunos piensan que financieramente nunca tendrá problemas un partido que apoye a Piñera. Tiene la fortuna suficiente… pero sólo para ser destinada a que triunfe él. Pues no lo afectan los escándalos que defenestran a otros. Los recientemente acusados de hacer una lucrativa pasada en la compra y venta de acciones con información privilegiada rápidamente se “autoproscribieron” económica y socialmente. Renunciaron a todo. Pero cuando Piñera fue sorprendido en lo mismo, no se “autoproscribió” de nada sino, al contrario, consiguió apoyos adicionales en la derecha, para llegar poco después, a la Presidencia de la República. Simplemente pagó la multa, negó los hechos (aunque eran evidentes), trató de “mentirosos” a sus acusadores y, con un amplio apoyo del “establishment” de derecha, fue elevado por ésta a la máxima dignidad.
Y ahora, en medio de la debacle que sufre el sector, él emerge como ¡un líder moral! La figura impoluta que más apoyo tiene para conducir los destinos nacionales. Y todo indica que ampliará su actual y ya amplia esfera de influencias. Uno de sus mejores amigos, Andrés Navarro, manifiesta interés en encabezar la Sociedad de Fomento Fabril, impulsado por otro empresario de centroizquierda.
Navarro es un fiel amigo de Sebastián Piñera. También es democratacristiano. Tan amigo que hace cuatro años, cuando el helicóptero de que ambos son codueños tuvo un aterrizaje forzoso antirreglamentario, la Dirección de Aeronáutica Civil sometió a proceso y sancionó a Navarro, pese a que Piñera públicamente había declarado que él venía piloteando la aeronave. Es lo que se llama “un buen amigo”.
Pero si hubiera una derecha en Chile habría una alternativa o, a lo menos, una esperanza de que ella pudiera surgir. Pero la gente que se dice de derecha está entregada, renuncia a eso y a todos sus principios y resignadamente dice que su única posibilidad es Piñera. Añaden que “hizo un buen gobierno y creó un millón de empleos”.
Para comenzar, casi la mitad de ese “millón de empleos” se creó en 2010, cuando todavía Piñera no había hecho otra cosa que proponer un aumento de impuestos, a raíz de lo cual se crearon después cada vez menos empleos. Ese casi medio millón de 2010 se debió a la política expansiva de Velasco, que aumentó el gasto público sin subir tributos y empleando las reservas que tenía el país. La mitad del millón se la debió, pues, Piñera a Velasco. Como también el fuerte crecimiento de 2010 y 2011, que empezó a decaer después, hasta entrar en franca declinación en 2013, debido a los errores de Piñera, como sus sucesivas alzas de impuestos, su “ineptitud política” denunciada por el Financial Times, el clima interno de desorden general debido a la falta de autoridad del gobierno, que debilitó la Ley Antiterrorista y, en lo que quedaba de ella, no la aplicó; y debido al clima de anarquía creado por la extrema izquierda con la revolución en la Araucanía y su asonada estudiantil, que Piñera describió, en otro arranque de ineptitud política, como un movimiento “noble, grande, hermoso”, cuando era una revuelta para hacerle imposible gobernar. Para no hablar de su persecución contra los militares, a quienes había prometido debido proceso y aplicación de la prescripción, la cual reiteradamente transgredió a través de su “Departamento de Derecho Humanos” del Ministerio del Interior, un engendro marxista que él mantuvo incólume, tanto como mantuvo al mirista Director del Instituto Médico Legal, Patricio Bustos, “funcionario de su exclusiva confianza”. ¿En qué podía terminar todo eso? En un gobierno de extrema izquierda real, por supuesto, porque quedaba claro ante la ciudadanía que el régimen mal llamado “de centroderecha” carecía de autoridad y no era capaz de gobernar.
Y como demostradamente tampoco es capaz de hacer oposición, lo que queda de la derecha manifiesta su preferencia por desaparecer. Y para ese “suicidio asistido”, nada mejor que la persona que ya una vez la dejó desahuciada.
Hermógenes Pérez de Arce.
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