martes, agosto 26, 2014

TERRORISTA HÉCTOR LLAITUL: "¡LA LUCHA SIGUE!".


¡Exclamó Héctor Llaitul! cabecilla de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) quien, junto a Ramón Llanquileo, salió el pasado fin de semana del penal El Manzano de Concepción, gracias a un "beneficio" concedido por el Gobierno.

Llaitul uno de los "líderes históricos" de la CAM cumple condena a 14 años de presidio por atacar con armas de fuego, la comitiva del fiscal Mario Elgueta en Cañete el 2008.  Llanquileo, el que también milita en ese grupo, purga ocho años de cárcel por participar en ese mismo delito.

Según fuentes de Gendarmería, Llanquileo, quien cumplió la mitad de su condena, recibe este beneficio excepcional, por la lejanía de su domicilio. Habitualmente, los reos gozan de salida dominical y deben regresar antes que caiga la noche. Los requisitos son conocidos pasada una parte considerable de la pena, buena conducta, trabajar en determinadas labores y arrepentimiento por los actos punibles.

Ordinariamente Gendarmería elabora un informe relativo a estas condiciones. Y, al menos Llaitul, no muestra signos de atrición. Es decir no lamenta las consecuencias de los delitos cometidos. Sino por el contrario siente orgullo y satisfacción por las acciones extremistas en las que participó. "Estamos felices. La lucha sigue" manifestó.

Desde luego, no este el único caso en el cual el Ministerio de Justicia, exhibe una conducta similar de condescendencia y comprensión, hacia los delitos perpetrados por los llamados "comuneros mapuches"  

Luis Marileo y Leonardo Quijón, junto a otros individuos, asaltaron el 1 de septiembre de 2012, el predio del parcelero Héctor Gallardo Aillapán, ex-concejal del PS, quien fue asesinado y sus pertenencias robadas. Marileo y Quijón pertenecen a la comunidad Wente Winkul Mapu y José Guiñón, respectivamente, en las cercanías de Chequenco, comuna de Ercilla.

Ambos fueron condenados a 14 años de presidio e iniciaron dos veces una huelga de hambre hasta lograr un acuerdo, para su traslado al Centro de Educación y Trabajo  como el que posee Gendarmería en Angol, lugar en el que podrían dedicar su tiempo al cultivo de frutillas, arándanos, manzanas y florecillas del campo.

Sin embargo la viuda de Gallardo Aillapán teme -con fundada razón-, que estos sujetos se fugarán y ella, junto a sus hijos se verán expuestos una vez más, a la venganza y las consiguientes represalias de los grupos extremistas. Carmen Roa, la viuda, señala que escribió al ministro Gómez y desde ese Ministerio se le respondió que "lo que se había dictado se iba a mantener, porque lo había confirmado la Corte Suprema" evadiendo el punto crucial. Ella aún cree que Marileo y Quijón seguirán encarcelados, pero éste es un asunto ya zanjado.

En consecuencia los dos asesinos, gozarán de las bondades del sur del país retozando en los prados húmedos de La Araucanía, para escarnio de las víctimas.

El punto, dice Alejo Apraíz de la Agrupación de Víctimas de la Violencia Rural, que "cualquier persona, de acuerdo al Reglamento de Gendarmería, tiene que cumplir al menos dos tercios de su pena para acceder a ciertos beneficios"

Aunque según José Antonio Gómez "las libertades a través del sistema penitenciario están entregadas a un tribunal de conducta, que es el que decide si se cumplen o no con las condiciones para optar a estas salidas"

Empero, se trata, tanto en el caso de Llaitul y Llanquileo, como en el de Marileo y Quijón, de elementos extremistas, con crímenes graves y no son reos comunes sino sujetos de alta peligrosidad que en caso alguno entregan muestras de contrición. Todo lo contrario, están felices y mantienen sus amenazas. De allí que la viuda Carmen Roa, demuestre temor. Un sentimiento que probablemente aflige a otros parceleros. Sin duda. Y lleva a la invariable interrogante ¿si existe un tribunal de conducta que concede estos beneficios desmesurados a individuos jóvenes que representan efectivamente un peligro para la sociedad, por qué rechaza los beneficios a los presos políticos militares de Punta Peuco, cuyo promedio de edad es de 70 a 80 años y ciertamente no son un peligro para sus semejantes? ¡La lucha sigue!

D.CH.

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