REVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN A LA VENEZOLANA.
Lo único que puede explicar la devoción y subordinación del desaparecido líder golpista Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro al régimen cubano, es que ambos asumieron como principal objetivo aprender de la nomenclatura cubana el uso de los mecanismos del estado y del gobierno para conservar el poder, independiente a los fracasos cosechado durante el mandato.
Chávez fue el artífice de que dependencias del gobierno venezolano contaran con asesores cubanos con autoridad para tomar decisiones, al extremo que especialistas de la isla en inteligencia, represión policial y servicios armados, funcionan como interventores de instituciones a cargo de la defensa y seguridad del país.
La primera personalidad del totalitarismo insular excluyendo a Fidel y Raúl Castro a la que el gobierno de Chávez le otorgó un protagonismo relevante fue a Ramiro Valdés, un experto en represión, poseedor de un prontuario criminal que lo convierte en un digno competidor del esbirro mayor de la Unión Soviética, Laurentis Beria.
Valdés fue a Venezuela como asesor en Tecnología y con la encomienda de resolver el déficit de generación de energía, un problema todavía pendiente porque hace unas pocas semanas hubo una falla eléctrica que afectó nueve estados.
Pero aunque en cuestiones de energía el “magisterio” del experto cubano fue un fracaso, su asesoría resultó efectiva a las fuerzas represivas ya que fueron capaces de asesinar a decenas de personas, encarcelar a cientos y disminuir las protestas contra el régimen.
Quizas este éxito parcial motivó a Nicolás Maduro a buscar una vez más la colaboración del “sabio” Orlando Borrego, un individuo cuyo aporte más importante a una gestión de gobierno fue ser el siervo más fiel de Ernesto Guevara.
Borrego estuvo bajo el mando de Guevara en La Cabaña, una época en la que el “Che” cometió numerosos asesinatos que es de suponer el ilustre economista contabilizó, porque fue fiscal de los Tribunales que Guevara dirigía. Tampoco ignora que su comandante instrumentó una campaña que recluyó a la fuerza en campos de concentración a homosexuales y prostitutas.
Cuando Borrego estuvo junto a Guevara fue cuando este promovió a toda vela el trabajo voluntario y la confusa propuesta de los estímulos morales, una combinación que supuestamente repercutiría favorablemente en el desarrollo económico, a la vez que facilitaría la formación del hombre nuevo, otro fracaso del totalitarismo insular.
El hombre que instrumentará los cambios fue viceministro de Industria y posteriormente ministro de la Industria Azucarera, sectores de la economía cubana en absoluta bancarrota desde los primeros años del castrismo.
No obstante el próximo sátrapa cubano en Venezuela todavía defiende fracasadas hipótesis, cuando afirma que “la sustitución de la propiedad de los medios de producción como condición histórica indispensable para la superación del capitalismo”, lo que permite suponer que a Venezuela le esperan mayores controles en el sector económico.
Por otra parte Borregos afirma que “todo modelo económico que defienda el egoísmo personal y no preserve los intereses sociales sobre los particulares no lleva a buen destino, como también afirma que la expresión brutal del capitalismo moderno, bien explicada por un líder carismático y honesto, actúa con más efectividad sobre la conciencia popular que mil conferencias académicas impartidas por profesores”, en una palabra, el individuo sigue convencido en las virtudes del colectivismo, que el voluntarismo es más importante que los conocimientos y que los líderes carismáticos son insustituibles, particularmente si estos son honestos, personalidades imposible de encontrar en Cuba y Venezuela.
Este personaje que tiene como objetivo enrumbar la economía venezolana, solo tiene un libro publicado sobre ese tema y tres dedicados a Ernesto Guevara, así que lo más probable es que sus enseñanzas estén principalmente orientadas a instruir a la burocracia bolivariana en los métodos a aplicar para que los ciudadanos pierdan los pocos derechos que les restan y los bienes pasen a manos de la nomenclatura gobernante, porque aparte de matar, esa fue la mayor enseñanza del “Che” a sus colaboradores, entre los que se destacó Borregos.
A fin de cuentas esta selección demuestra que el régimen cubano continúa ejerciendo una gran influencia sobre el de Venezuela y los herederos del chavismo siguen convencidos como su desaparecido mentor, Hugo Chávez, que se deben copiar el modelo cubano en sus mayores fracasos, de ahí que la nueva consigna sea hacer una revolución en la revolución.
Por otra parte Maduro, consciente del fracaso económico del país, posiblemente contrató a Borregos para aparentar, ante los que calificó de “izquierdistas trasnochados”, que sigue en la ortodoxia económica castrista, mientras prepara condiciones para que la boliburguesía asuma el control de la economía, en la esperanza de que sean más eficientes que los burócratas que heredó de su predecesor, que han conducido al país a la ruina.
Pedro Corzo.
Periodista de Radio Martí.
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