viernes, diciembre 27, 2013

LA DERECHA FILISTEA.



Varias de las aprensiones que el historiador Mario Góngora manifestó, hace más de treinta años —en sus libros “Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile” y “Civilización de masas y esperanza”—, sobre el futuro de nuestro país se han hecho realidad.
Así, por ejemplo, el filiteísmo cultural, el materialismo ramplón que campea por doquier y el resquebrajamiento de la idea de nación. Esta última, tal como lo intuyó Góngora, ha sido minada por la derecha mercantil.
Tal tipo de derecha, hoy predominante, era sólo un sector de la derecha a mediados de la década de 1970, pero después fue progresivamente fagocitando a los otros sectores. La derecha mercantil se caracteriza por tener un enfoque puramente economicista, en última instancia materialista, del quehacer humano. Ella concibe a los ciudadanos como maximizadores de utilidades.
El enfoque materialista es característico no sólo de algunos sectores de la izquierda que todavía simpatizan con el marxismo, sino que también de muchos apasionados antimarxista. Concretamente, en Chile, existe un materialismo histórico de derecha, cuyo lema se puede resumir así: Si la economía va bien, todo va bien, porque la estructura determina a la superestructura. Es la tesis del chorreo reformulada y radicalizada.
En efecto, en un sector importante de la derecha chilena existe aquello que Francis Fukuyama denominó “la escuela de Wall Street Journal de materialismo determinista, que descarta la importancia de la ideología y de la cultura y ve al hombre como un individuo racional maximizador de lucro”. Se trata de una derecha ramplona que desprecia el valor del arte y la cultura y también, por consiguiente, de los intelectuales a quienes considera —como decía Joaquín Edwards Bello— unos inútiles.
Por eso, no tiene nada de extraño que la orfandad intelectual de la derecha sea espeluznante. Su carencia de ideas para armar un discurso intelectual medianamente seductor es una consecuencia de su tendencia anti-intelectual. La única ciencia social que para ella tiene valía es la economía. Las demás están bajo sospecha, al igual que las humanidades, exceptuando al derecho.
Ello explica, en parte, por qué el gobierno del presidente Piñera —incluso el mismo presidente— exuda una abismal torpeza en el manejo del lenguaje. Tanto es así que se puede afirmar que, en Chile, la toma del poder político y económico por los semicultos ha traído consigo una depreciación de la riqueza y la dignidad del idioma. Dicho en una sola palabra: la derecha chilena es filistea.
Para colmo la derecha chilena excluye a su propia gente, pues cuando en su seno surgen personas que tienen afición al arte o la literatura las deshereda y, además, las zahiere recurriendo a su palabra predilecta para descalificar a los intelectuales, a saber: “¡inútiles!” Ese es su anatema favorito. Usa ese adjetivo como un látigo. Su torpeza radica en que no se da cuenta de que los “inútiles” producen discursos que contribuyen a legitimar o deslegitimar cierto orden de cosas. Su problema ahora radica en que los “inútiles” ya no están dispuestos a producir ideas para legitimar las conductas de quien más los fustiga y descalifica.
Luis R. Oro Tapia.
VivaChile.org

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