sábado, marzo 16, 2013

VIAJE INNECESARIO.




El gobierno decretó tres días de duelo nacional por la muerte de Hugo Chávez. Además, el Presidente Piñera asistió a su funeral con una comitiva que incluía al ministro del Interior y al presidente de la Cámara de Diputados. Difícil entender este nivel de expresión de condolencias, cuando no se trató de ningún gobernante democrático que haya sido particularmente amigo o respetuoso de nuestro país.
La explicación es que era el gobernante de una nación latinoamericana y, por ende, lo que correspondía. Atendidas las circunstancias, no parece justificación suficiente y tampoco es cierta. Hugo Chávez no era el presidente en ejercicio de Venezuela. Si bien ganó la reciente elección, cuyos pergaminos democráticos son más que dudosos, pues el resultado se consiguió abusando indiscriminadamente de los recursos públicos, restringiendo la libertad de prensa, amedrentando y acorralando a la oposición, y un largo etcétera, lo concreto es que no pudo asumir el cargo por estar incapacitado por la enfermedad terminal que lo aquejaba.
Nunca cumplió el trámite de prestar juramento, que es un rito esencial en todo país que tiene una institucionalidad que se respeta. En esas circunstancias, la Constitución venezolana manda que asuma el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Pero como Chávez había designado sucesor mediante un “dedazo” a Nicolás Maduro, lo dieron por asumido a fin que éste pudiera cumplir el rol que corresponde al vicepresidente (que no lo era, porque eso supondría que Chávez asumió y lo nombró) cuando el presidente se incapacita en el cargo. Un golpe blando, reinterpretando la Constitución. La democracia no sólo es una votación, sino que también acatamiento al estado de derecho.
El duelo nacional y la concurrencia de nuestro Presidente y su comitiva al funeral no hicieron más que contribuir a validar todo eso, dificultando adicionalmente a la oposición tener alguna oportunidad en las elecciones que vienen, que forman parte del diseño chavista para perpetuarse en el poder: en 30 días hay poco que hacer para cambiar el destino de unos comicios pre orientados.
Peor, se validó un ambiente de falsedades. En ninguna democracia seria se podría presentar un candidato que sufre una enfermedad terminal, porque es un absurdo. La verdadera condición de Chávez fue ocultada siempre y hasta se dijo que estaba curado. La impostura se mantuvo hasta el final; ahí está la patética declaración de Maduro en cuanto a que el gobernante sostenía reuniones diarias o los supuestos “tuits” que emitía hace poco, cuando su condición en realidad lo hacía imposible. O que no se le mostró al llegar (una testigo relató que entró caminando al hospital) por la amenaza que representaban los grupos de choque de la derecha, que sólo existen en la imaginación (inventiva) del chavismo.
El mensaje es que a Chile y a su Presidente le importan más estar presente donde está la atención de todos, que apoyar la democracia. ¿Y de qué sirve estar? De nada, salvo para compartir –y validar– con una pléyade de gobernantes dictatoriales del mundo. Porque pretender que la presencia es un aporte que favorecerá una evolución política positiva en Venezuela, es desconocer la realidad. Está bien el protocolo, pero pudimos ser más parcos.
AXEL BUCHHEISTER
VIVACHILE.ORG.

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