lunes, enero 21, 2013

LA DESCONOCIDA VIDA DEL CABO WALTER RAMÍREZ.

Walter Ramírez, de chaleco azul apoyado en la pared, junto a su abuela en una de las escuelas rurales. / Foto: Archivo familiar
Walter Ramírez, de chaleco azul apoyado en la pared, junto a su abuela en una de las escuelas rurales. / Foto: Archivo familiar


"El no podría atacar a sus hermanos", dijo la abuela del ex cabo segundo de Carabineros Walter Ramírez Inostroza, cuando -el 3 de enero de 2008- supo que su nieto había sido detenido por la muerte de un estudiante mapuche. Ramírez había sido aprehendido en la Subcomisaría de Fuerzas Especiales de Temuco, imputado por el delito de violencia innecesaria con causa de muerte, en contra de Matías Catrileo, quien ese jueves de enero participaba de una toma en el fundo Santa Margarita, propiedad de Jorge Luchsinger.
Según cuentan sus cercanos, cuando le informaron de su detención, Ramírez se veía contrariado: no entendía de qué lo estaban acusando. En ese recinto estuvo un mes, hasta que el tribunal autorizó su libertad, tras pagar una fianza de $ 200 mil.
Luego comenzó un proceso penal, que se extendió por dos años. En agosto de 2010, la Corte Marcial resolvió que Ramírez había disparado por la espalda a Catrileo y que debía cumplir tres años y un día de libertad vigilada, por el delito de violencia innecesaria con resultado de muerte. En sus declaraciones, el carabinero aseguró que sólo había efectuado tiros al aire, para repeler el ataque de desconocidos que habían irrumpido en el fundo.
Tras el fallo penal, Ramírez no fue dado de baja, lo que sólo ocurrió el viernes pasado. Desde 2008, el policía (que hasta entonces cumplía funciones en Fuerzas Especiales) sólo ejercería labores administrativas: primero en Coyhaique (donde se organizaron manifestaciones contrarias a su presencia) y luego en el Departamento de Fomento Equino, en el Paseo Bulnes, de Santiago.
Sus cercanos afirman que la muerte de Catrileo lo volvió introvertido, en ocasiones menciona pesadillas con lo ocurrido y que, desde entonces, ha consultado a tres sicólogos, pero que ha abandonado todos los tratamientos. En estos cinco años ha insistido, pese al fallo que acredita que el estudiante murió por un tiro por la espalda, que él no mató a nadie de esta manera.
De ascendencia mapuche, la abuela materna del ex cabo Ramírez, conocida como la señora Yoya, crió a su nieto. Como profesora de escuelas rurales de la IX Región, inscribió a su nieto en todos los colegios a los cuales era destinada como directora.
Walter Ramírez estuvo en cuatro escuelas rurales, entre primero y quinto básico. La primera fue la Escuela El Boldo, de Nueva Imperial, en un primero básico compuesto mayoritariamente por niños mapuches. “Mi mamá le enseñó a hablar mapudungún desde temprana edad, como a los seis años. Le hablaba en la lengua y así Walter fue aprendiendo”, comenta Genoveva Inostroza, madre del ex cabo Ramírez.
Fue ahí donde Ramírez tuvo su primer acercamiento con Carabineros. “Cuando llegaban a las escuelas, los demás niños se asustaban y los miraban con distancia, pero Walter siempre se acercaba a ver a los caballos, a conversar con los funcionarios”, cuenta Inostroza.
Cuando pasó a séptimo básico, la familia decidió radicarse cerca de Temuco. Fue inscrito en el colegio Juan Bosco de Cunco y permaneció allí hasta tercero medio. Su adolescencia la pasó entre la iglesia del pueblo y el retén de Carabineros. “Cuando se me perdía lo podía encontrar en alguno de esos dos lugares. No era de jugar a la pelota ni de levantarse tarde”, agrega la madre.
Fue jefe de los acólitos y miembro de la acción católica local. En esas funciones, tenía atribuciones especiales en la única iglesia del pueblo: tocaba las campanas para anunciar la misa, preparaba el altar y asistía al cura franciscano.
“El padre Leonardo lo tuvo muy convencido de ingresar al seminario, cuando tenía como 15 años. Yo no lo dejé”, cuenta Genoveva, quien recuerda que dos años después, aproximadamente, ella se enteró de que su hijo Walter había hecho todos los trámites a escondidas de ella para ingresar a la Escuela de Carabineros: “Walter siempre se probaba la gorra de uno de nuestros vecinos, que era carabinero, y decía que eso quería ser cuando grande”.
Con 17 años fue aceptado e ingresó a los 18, para terminar cuarto medio en la institución.
Su primera destinación fue Valdivia y luego Santiago. En ambas hizo trabajo de calle: rutinas marcadas por rondas y controles de seguridad. Sin embargo, las ganas de volver a Temuco para estar más cerca de su familia lo hicieron tomar una decisión. La condición para el traslado era sumarse al contingente de Fuerzas Especiales de La Araucanía.
Aceptó. Desde el 1 de enero de 2005, cambió la gorra por el casco, ya casado y con su primer hijo.
La noche del 2 de enero de 2008, el cabo Ramírez llegó a la Subcomisaría de Fuerzas Especiales para realizar el turno nocturno, desde las 20 horas hasta las 8 horas del día siguiente.
Por orden judicial, más de siete propiedades debían tener resguardo policial ante diversos ataques mapuches, por reivindicación de terrenos indígenas. Uno de estos fundos era el Santa Margarita, de Jorge Luchsinger.
SALIDA DE RAMÍREZ GENERA CRÍTICAS EN LA ARAUCANÍA :
Asociación de Víctimas de la Violencia dice que la baja es “una pésima señal”. Para vocero de Temucuicui es “un gesto superficial”.
Diversas reacciones ha causado el que Carabineros haya dado de baja el viernes al ex cabo 2° Walter Ramírez Inostroza, por “faltas a la ética profesional”. Ello, debido a que en 2010 fue condenado por la Corte Marcial a una pena de tres años y un día, bajo libertad vigilada, por violencia innecesaria con causa de muerte contra el estudiante mapuche Matías Catrileo, quien participaba en la toma del fundo Santa Margarita.
En entrevista con La Tercera, Ramírez se refirió a su salida de la institución, argumentando que “se debió únicamente por las presiones ejercidas desde el Ministerio del Interior y por la vocera de Gobierno”, señalando además, que “si esto sirve para dar una solución definitiva al conflicto, lo tomo con tranquilidad”.
Por primera vez en cinco años, Ramírez se refirió a la muerte de Catrileo. Según estableció la Justicia Militar, Catrileo murió luego de recibir un disparo por la espalda efectuado por Ramírez, ante lo cual dijo que “no disparé a traición a nadie”.
Alejo Apraiz, miembro de la Asociación de Víctimas de la Violencia (La Araucanía), sostuvo que “el alejamiento del cabo Ramírez es una señal absolutamente negativa y no va a cambiar la situación, ni siquiera va a permitir que disminuya la sensación de inseguridad que sentimos. Carabineros tiene la labor de proteger y no lo está haciendo, por temor de que de inmediato serán cuestionados si es que actúan de otra manera, tengan o no razón”.
“La ley les da facultad para el uso de sus armas en este tipo de situación. Nosotros no avalamos bajo ningún punto que haya muertes, pero ese carabinero estaba cumpliendo una función de defensa y esta gente fue la que vino a atacar. Él repelió el ataque y, lamentablemente, resultó muerto Matías Catrileo, pero no por eso lo hizo de forma predeterminada ni con intención”, manifestó Apraiz al respecto.
Sobre las declaraciones de Ramírez, Apraiz sostuvo que, “lamentablemente, creo que por pertenecer a una institución con verticalidad de mando, con principios de honestidad, él no pudo hablar antes debido a la obediencia a sus líderes, sin embargo, le quitaron el piso absolutamente”.
“Gesto pequeño”
“El, entre comillas, gesto de destitución no significa un gran paso en la negociación del conflicto. Es un gesto muy pequeño, superficial, que ha dado el Estado”, expresó al respecto Jorge Huenchullán, werkén de la comunidad Autónoma Temucuicui.
“El asesinó cuando estaba en servicio. No lo decimos los mapuches, la justicia determinó que él era culpable de un disparo por la espalda contra Matías”, recalcó Huenchullán.
Hasta el cierre de esta edición, este diario trató de contactar a la familia de Matías Catrileo, lo cual no fue posible.
LA TERCERA ON LINE.

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