jueves, octubre 18, 2012

JAIME GUZMÁN, LOS POLÍTICOS Y LA IMPOPULARIDAD.




Jaime Guzmán, persona modelo tanto para el cristiano como para el político, tenía una característica virtuosa (dentro de tantas) que hoy se ha ido perdiendo en nuestro país. Esta es sufrir el riesgo a la impopularidad cuando se defienden los valores y principios.
Es comprensible, hasta cierto punto, que el candidato trate de conquistar a los votantes a través de ciertas maquinaciones lícitas que podrían tomar el nombre de “seducciones”. No sería capaz de negar esa herramienta que se ha ocupado desde que existe una democracia moderna. El punto complejo se da en aquellos casos en que el candidato, teniendo ciertas convicciones profundas y válidas, las esconde ya sea por ser impopulares, poco “modernas” o difíciles de realizar en la práctica, pensando quizás que son una mochila muy pesada que el ciudadano no estará dispuesto a llevar.
¿Qué se esconde, en el fondo, detrás de este escenario? Pienso que el afán ambicioso de poder. El candidato que está dispuesto a esconder o eludir convicciones como la protección de la vida del naciturus, el rechazo la teoría de género o los contraceptivos, no tan sólo es un cobarde, sino que es un personaje que tiene precio, que es posible de corromper. La ambición lo corroe.
Dejar de lado la reflexión profunda de la convicción y su aplicabilidad práctica, por el miedo a perder la posibilidad de salir electo, es buscar el poder por el poder, de forma que lo que define propiamente tal un cargo como alcalde o concejal, el de servicio público, se transforma en un “aprovechamiento público”.
Jaime Guzmán luchó con toda su inteligencia contra el marxismo materialista y ateo, y lo hizo arriesgando en conciencia su vida, teniendo como consecuencia el final que todos conocemos. ¿Existe hoy algún político capaz de arriesgar su vida por defender la verdad y los valores tradicionales de Chile?…
Las discusiones de hoy son muy similares a las del tiempo de vida terrena de Guzmán. Muchas veces superfluas o con falta de jerarquización en cuanto a su importancia, sin defender aquellos principios que sustentan una sociedad verdaderamente sana, es decir, los que realmente importan. Por eso le impresionó mucho un comentario en canal 13 del padre Raúl Hasbún a raíz de la lucha que tenían los jóvenes polacos para impedir que el gobierno comunista eliminara el símbolo de la cruz de sus salas de clases. En aquella ocasión el padre Hasbún decía:
Aquí (en Chile) seguimos destrozándonos en peleas subalternas de segunda o tercera categoría y no nos damos cuenta de que está pasando en el mundo lo más importante, el fenómeno más grave de la cultura contemporánea.
Es el avance arrollador y agresivo del ateísmo militante, que no se contentará hasta no ver erradicado de todas las manifestaciones de la cultura, de la civilización y de la convivencia humana, hasta el último signo de la fe, comenzando por el signo de la cruz.
Tal vez nosotros no nos hemos dado cuenta de dónde está el verdadero enemigo, el verdadero desafío, el verdadero embate que afrontan nuestra civilización y nuestro planeta. Muy pronto la lucha llegará hasta nosotros y a fin de que estemos preparados para afrontar esa lucha, es menester que, viendo el ejemplo de jóvenes polacos, volvamos a reverenciar, volvamos a adorar el signo de la cruz”.
El peligro del ateísmo militante ya no es tan influenciable en Chile como entre 1970 y 1991, pero sigue siendo un peligro latente o en potencia. Sin embargo, continuamos con el problema anterior, vale decir la falta de concentración en el problema más grave y de mayor peso. Seguimos ciegos ante los verdaderos enemigos, que rondan el mundo y que en Chile se empiezan a acercar cada vez más fuerte.
¿Qué enemigos son los poderosos que hoy amenazan más gravemente a Chile? Pienso que se reducen a la Cultura de la Muerte y al lobby gay, fuertemente financiados y legitimados por instituciones internacionales tan influyentes como la ONU, la OMS o la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Estos enemigos se han ido haciendo eco en la legislación de los países afectados, aquejando primero a Europa (basta ver la crisis en la que se hallan inmersos) y luego a algunos países de América Latina.
Los intelectuales más influyentes, que han sido capaces de darse cuenta de esto, tienen una grave responsabilidad y obligación sobre este tema, pero también una carga inmensa de trabajo a la cual en ocasiones no dan abasto.
Por esta razón, son los políticos, los candidatos, los que deben abrir los ojos frente a estos enemigos, disfrazados de legitimidad internacional, que cuando se transforman en ley (falsa ley) son simplemente violencia institucional, tan totalitaria como la militancia comunista atea.
Jaime Guzmán probablemente haya identificado a estos enemigos, que ya existían en su tiempo, pero no con la misma fuerza y financiamiento de hoy. Estoy seguro que nuevamente habría dado su vida por salvar a Chile de estas influencias, porque amó a Dios y a su Patria.
Ojalá el candidato a alcalde o a concejal, ya que estamos en tiempo de elecciones municipales, sepa identificar al verdadero enemigo y luchar contra éste, probablemente no al punto de dar su vida, pero al menos pasando por el riesgo de la impopularidad. De lo contrario, será la búsqueda del poder por el poder, y no estaré dispuesto a dar mi voto a un “servidor público” de este tipo.
GONZALO CARRASCO.
VIVACHILE.ORG.

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