domingo, abril 22, 2012

ESA LÌNEA DELGADA.... DEL ABORTO TERAPÈUTICO.



El hecho que llevamos 20 años de debate sobre aborto en las comisiones del parlamento es sin duda todo un orgullo para Chile: tanto para sus defensores, que merecen la medalla a la perseverancia, como para sus detractores, que han logrado impedir abrir la puerta a este horrible crimen.
Los proyectos de aborto parecen ser la perfecta traducción de la locución “Errare humanum est, perseverare diabolicum”…, y esta perseverancia tiene nombres y apellidos. Citamos a los más recurrentes: Adriana Muñoz, Isabel Allende, Maria Anonietta Saa, Juan Pablo Letelier, Carlos Ominami, Guido Girardi, y por supuesto, la sonrisa del parlamento, Fulvio Rossi. Este es más menos el “equipo ganador” (básicamente PS/PPD).
¿Cuál es el contexto? Penalmente, el aborto es delito desde 1874, y en 1989 se derogó la ley de 1934 del Código Sanitario, que autorizaba el mal llamado aborto terapéutico para ciertos casos. El artículo 119 del Código quedó así: “No podrá ejecutarse ninguna acción cuyo fin sea provocar el aborto” siguiendo la línea de la Constitución de 1980 que consagró el derecho a la vida, señalando en su art 19 que “la ley protege la vida del que está por nacer”. La legislación chilena es un ejemplo para el mundo, uno de los cinco países que no han legalizado el aborto, bajo ninguna circunstancia.
Los legisladores pro aborto senalan que Chile “retrocedió” en 1989, al derogar esta ley de 1934, pero para hacer tal juicio, es importante conocer el contexto político y social de la época y entender la legislación del momento. La historia tiene su natural dinámica, y reivindicar y justificar esta ley de 1934 para 2012 es, sencillamente, absurdo, por muchas razones, pero eso es tema de otro artículo más extenso. Ningún médico honesto hoy puede justificar el aborto “terapéutico” para la salud de la madre, y es por esta misma razón que llevamos 20 años de debates infructíferos en comisiones parlamentarias.
El político siempre tiene un as bajo la manga: algo que le asegura éxito con cierto electorado. Para el “equipo ganador”, el aborto es un as. Regularmente vuelven a sacar el mismo proyecto (si, el mismo desde 1991) y claman justicia al cielo por los derechos de la mujer víctima del embarazo esclavizante –una “tortura” dicen algunas–. Es también una táctica propia de la oposición, que consiste en tener el Ejecutivo siempre sobre el banquillo, con una polémica que lo obliga a exponerse, generando así conflictos sociales e inestabilidad política. Sin duda que el aborto es un tema muy perturbador de la paz social, porque lleva a cada uno a mirarse, cuestionarse y pronunciarse. No es lo mismo discutir sobre el aborto que del sueldo de los senadores.
Este año no fue un proyecto, sino tres los que se debatieron. Fueron concebidos pre y post elección 2010, y tuvieron una gestación tranquila hasta mediado de 2011, cuando falleció el hijo de Karen Espíndola, que había nacido con una malformación fetal.
Los tres proyectos responden a la misma estrategia aplicada en todos los países: entrar por la puerta chica de la casuística y casos particulares para generar una ley general. O sea, no nos equivoquemos: lo que se quiere es el aborto a petición (el aborto en general) pero es políticamente más inteligente partir con lo otro. Así se ha hecho en todas partes.
El primer proyecto, de Camilo Escalona, pedía la “interrupción del embarazo” sólo con fines terapéuticos, y fue rechazado por 15 votos a favor y 18 en contra. El segundo, de Evelyn Matthei con Fulvio Rossi, pedía el “aborto terapéutico” así como su despenalización (12 votos a favor, 19 en contra). Por último, el de Guido Girardi y Carlos Ominami, que era el más amplio, y pedía admitir el aborto por razones terapéuticas, eugenésicas y ético-sociales, dentro de las primeras 12 semanas de gestación: tuvo 9 votos a favor (PS, PPD, PRSD, MAS).
Los tres proyectos habían entrado a la Comisión de Salud del Senado, integrada por Girardi y presidida entonces por Fulvio Rossi, autores de dos de los tres proyectos… La parcialidad era evidente, y la labor de Francisco Chahuán y Gonzalo Uriarte fue difícil. La postura del quinto integrante de la Comisión, Mariano Ruíz Esquide, fue decisiva, pues su voto permitió que se aprobaran los tres proyectos para ir a discutirse a Sala, por primera vez en la historia de Chile.
Ruíz Esquide dejó constancia por escrito que: “su aprobación a la idea de legislar tiene como único fin permitir que estos proyectos sean discutidos en el Senado, sin que ello signifique su respaldo a alguno de ellos”. Por cierto, hizo todo lo contrario en Sala… no sabría afirmar si el cambio fue por sus faltas de convicciones y/o debido a las presiones de varios de los senadores: Rossi, Girardi, Rincón, Ignacio Walker.
Aquí el partido que tiene la llave es sin duda la DC, ya que algunos de sus miembros votaron, según el proyecto, a favor (Frei) o en contra (Alvear, P.Walker, H.Sabag, L.Perez), y dependiendo del proyecto, a favor y en contra (Zaldivar, Rincón, Pizarro, I.Walker). Por lo tanto, para la próxima votación, la DC será de nuevo la protagonista estrella.
Ignacio Walker será la persona clave porque presentó un nuevo proyecto sobre lo mismo, con una redacción parecida, pero no igual, y ya se aseguró la firma de otros tres DC, Pizarro, Zaldivar y Ruíz Esquide. Tendrá el voto de Rincón y también –porque ya lo anunció– el de Lily Pérez.
Es destacable la actitud de Ruíz Esquide, ya que también firmó otro proyecto de ley que va por una línea totalmente distinta: el “acompañamiento de las familias en caso de anomalías fetales severas”, y que fue presentado por Patricio Walker, y que es el primer proyecto sobre la materia que realmente busca ayudar a la madre y la familia en estas situaciones dramáticas. Que quede claro: el senador Ruíz Esquide quiere quedar bien con Dios y el diablo.
La tramitación en la Comisión fue muy rápida, y la discusión en Sala puesta justo a la vuelta de vacaciones, con Girardi aun Presidente del Senado. Preocupado, el Ejecutivo dio a conocer su intención de usar su derecho a veto (que no es tan fácil usar) y empezó a emplear las herramientas que tiene para atrasar una votación. Poco duró, y los proyectos comenzaron a verse el 13 de marzo, terminándose la discusión, después de tres sesiones, en vísperas de Jueves Santo, el miércoles 4 de abril.
Las actuaciones de los grupos de presión provida se hicieron notar desde la primera sesión, lo que obligó a que se postergara la discusión una semana. En las sesiones siguientes, la presencia provida fue siempre excelente, llamando la atención la poca presencia de la contraparte que pedía abiertamente el derecho al aborto, legal, gratuito y a petición. Para esta gente, el “aborto terapéutico” no es el fin, sino solo el medio.
Curiosamente, el mismo día de la votación del aborto en el Senado, se votaba en la Cámara de Diputados la famosa ley de no discriminación, que está en su último trámite legislativo. El lector podrá sacar sus propias conclusiones sobre esta casualidad…
Hay que entender que si bien el aborto es prioritario en la lucha, con o sin ley de aborto, una ley de no discriminación pondrá eventualmente en jaque a los jueces de primera instancia, que tendrán que fallar casos de demandas de mujeres que se sentirán discriminadas porque no podrán abortar… En fin, esto es otro debate.
Durante una votación, la que más disfruta el show es la tribuna… porque entre los parlamentarios reina una serena (no siempre) indiferencia o total falta de respeto hacia el que habla; es un verdadero “dialogo” de sordos: estar allá es la clase perfecta de la no-educación cívica.
El día de la votación era claro que el equipo “ganador” (PS/PPD) había perdido la batalla por lo que se entretuvo escucharse hablar desde las 16 hasta las 21.30 hrs. Pareciera que hubo un intenso debate, pero en realidad no es así, porque cada uno se encierra en su monólogo y no contesta nunca al otro, salvo algunas excepciones.
Los que se alteran son siempre los mismos, como Fulvio Rossi y Guido Girardi, poniendo en tela de juicio a toda la sociedad y a los “retrógrados” que se oponen al aborto; levantan la voz y el dedo, apelando a una especie de justicia “divina” por un castigo inminente para los que impiden la vida sexual de gozo y libertad de opción (sic).
Cuando termina la jornada uno se queda con la amarga sensación de que un tema tan esencial como el aborto, tan trascendental para una sociedad, queda expuesto a los buenos o malos juicios, conocimientos y formación de 38 personas…
El tema del aborto está presente desde hace 20 años, y no terminó el miércoles 4 de abril. No es casualidad que por primera vez se discutiera en la Sala el aborto –la muerte del inocente– en vísperas del sacrificio de Jesucristo… No, no es casualidad: es la prueba de fe que el Señor nos mandó a todos, y ojalá que muchos hayamos pasado la prueba de lectura de nuestro corazón y nuestra conciencia.
Estos proyectos están en el límite de la ética: la línea delgada entre permitir o no el aborto terapéutico se transforma en una muro indestructible, cuando uno tiene al centro su vida al que nos muestra el Camino, la Verdad y la Vida. Ningún católico, ningún senador que se dice católico, puede aceptar el aborto, llámese terapéutico o no.
Pero no se preocupen los que fallaron, porque aun tienen una oportunidad: son cuatro los proyectos que están esperando nacer…
Yo propondría que fueran abortados, por la salud mental y síquica de todos nosotros… pero Nuestro Señor nos llama en cada instante, a cada uno de nosotros, para elegirlo a Él, y si el aborto es el medio para la conversión de un solo justo, entonces bienvenido sea el debate.
PATRICIA GONELLE.
VIVACHILE.ORG

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