martes, julio 23, 2019

VERDAD HISTÓRICA VERSUS MEMORIA.



Es sabido que la izquierda chilena ha querido establecer censura con respecto a la historia reciente, ya sea con respecto a las personas que defienden el gobierno militar como fue la propuesta que tenía la diputada comunista Karol Cariola, ya sea una ley para aquellos que niegan los que ellos llaman ‘violaciones a los derechos humanos’ ocurridas en el gobierno cívico militar. Esta última la comparan a las leyes que hay en Europa sobre el negacionismo del Holocausto judío. Como se darán cuenta puse unas palabras entre comillas, porque en realidad no se violaron los derechos humanos. Para la gente de izquierda, el hecho de que los terroristas o guerrilleros hayan matado, secuestrado y puesto bombas, donde salieron muertos o heridos civiles o militares no constituye una violación a los derechos, pues los únicos que lo hacen son los agentes del Estado. Quienes sí lo hicieron, están en la izquierda. En esa misma línea de censura la cárcel a los historiadores. Habría que incluir como censura la ley de incitación al odio tal como hicieron los abogados de los derechos humanos de izquierda, cuando se presentó el documental Pinochet. Según ellos, el documental incitaba al odio, no así la ideología del Che Guevara.

Según su versión, en el gobierno militar se violaron sistemáticamente los derechos y que Salvador Allende era demócrata al estilo de los líderes de las democracias occidentales. Ambas afirmaciones son falsas. La izquierda marxista leninista quería reemplazar la democracia liberal que Chile tenía por la dictadura del proletariado o una dictadura comunista.

Cualquiera persona normal sabe que toda historia tiene dos caras de la moneda.

  Afortunadamente, el máximo tribunal del país rechazo la propuesta de la diputada comunista, quien como recordaran no tuvo problemas en viajar a Cuba y sacarse una foto con el dictador Fidel Castro junto Camila Vallejo.

  Ahora bien, sobre el caso judío. Las leyes que hay en Europa que castigan a las personas que dudan del holocausto judío son atentado a la libertad de pensamiento, y, por tanto, a la libertad de expresión. Me huele a gato encerrado. La verdad no necesita de la represión, ni de la coerción para manifestarse. La verdad no depende de los sujetos o de la subjetividad de cada uno.

  Hay que recordar que a la izquierda opositora del gobierno cívico militar era contraria al artículo 8 de la Constitución de 1980.  El ámbito de ese artículo era bastante restringido si lo comparamos con la censura que la misma izquierda quiere imponer en todos los ámbitos como lo ilustra el historiador Gonzalo Rojas en una columna.

 El mismo historiador ha denunciado desde que tengo el blog, que hasta los estudiantes de universidad ha vetado a profesores que incluyan en su bibliografía libros que hablen bien del gobierno militar.

 Lo que se les olvida a los académicos mencionados, es la letra de la canción “La alegría ya viene”, en la que se exaltaba la libertad de pensar. Si hasta los zurdos se olvidaron de ella.

  La izquierda es que la niega todo. Niegan la vía armada que ellos mismos eligieron sin miedo y sin temor escudándose hablando de la violencia política en general. Niegan que un sujeto comenzó la violencia. Así ponen en el mismo nivel aquel que usa la fuerza como legítima defensa contra la violencia.

  La izquierda es la niega que ellos quisieron instalar una dictadura comunista. De ahí el escándalo que armaron el año pasado por la muestra que hizo en el Museo de Historia, donde aparecía las palabras del general Augusto Pinochet, en que celebraba que nos hayamos liberado del comunismo.

  Para cualquiera persona normal no cuestiona el derecho defenderse. Es algo elemental de la raza humana. Pertenece a la Ley Natural. Cuando los norteamericanos realizaron la operación Bahía de los Cochinos para sacar a Fidel Castro, los cubanos comunistas tenían todo el derecho a defenderse. Del mismo modo, el gobierno militar chileno tenía todo el derecho del mundo a defenderse de los grupos terroristas que fueron entrenados en los países comunista. Puesto que son freaklas personas que están en la izquierda, no les gusta que las personas en cualquier ámbito no se defiendan.

 Según el historiador británico Antony Beevor: “Ningún gobierno debería imponer una verdad histórica”. Dicho sea de paso, él es contrario a ley europea que condena a la cárcel a quienes duden del Holocausto.  Si un gobierno impone un relato, es porqué algo desea ocultar.  El historiador es conocido por sus libros Ahrhem, la batalla de los puentes 1944, Berlín 1945. La Caída, Las Ardenas 1944. La última apuesta de Hitler. En 1989 publicó un libro sobre la guerra civil española, el cual recibió comentarios como el siguiente: “Se suele decir que la historia la escriben los vencedores, pero en el caso de la guerra civil española quienes más lo han hecho han sido simpatizantes de los perdedores”.

Ese comentario lo podemos aplicar también a América Latina, luego que los militares se tomaran el poder a raíz de la guerrilla o terroristas comunistas. Basta ver que de vez en cuando los medios hablan de la Operación Cóndor ocultando la agresión de la izquierda castrista que quiso imponer gobiernos comunistas, previo un río de sangre. Están las palabras del argentino guerrillero Jorge Masetti, quien al final de su libro El Furor y el delirio escribe: “Hoy puedo afirmar que por suerte no tuvimos victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación y el grado de dependencia de Cuba, hubiéramos ahogado el continente en una barbarie generalizada. Una de nuestras consignas era hacer de la Cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde, primero hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores, y luego a los compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo”.

   La izquierda no tiene argumentos para defender sus posiciones. De ahí la censura y la violencia. De ahí su afán de imponer su visión a los demás. Si, en realidad hubiese intelectuales en ese sector, tendrían que rechazar la absurda comparación del gobierno militar con la Alemania nazi, en primer lugar. En segundo lugar, rechazar la comparación de la izquierda marxista leninista de la Unidad Popular con los judíos perseguidos por los nazis. Y, en tercer lugar, rechazar la propaganda de los grupos terroristas chilenos que dicen que los perseguían por pensar distinto. Eso último es más falso que el diploma de Bachelet de médico.

  Ahora la izquierda es que la desea perseguir a quienes piensen distinta de ella.

  Puesto que perdió al hacer su revolución comunista, tanto en España como Chile han intentado reescribir la historia.

En la izquierda no hay historiadores, pues lo mínimo o máximo es que una persona con credenciales académicas es que sea fiel a la verdad. Hacen propaganda.

 La memoria es sesgada. Además, ¿por qué se ha privilegiar la memoria de las personas de izquierda por sobre la derecha o de los militares? La izquierda que saco esa ley tonta sobre la discriminación, discrimina. El criterio es lo más arbitrario.

  Cuando Ricardo Lagos gobernó y saco el inconstitucional Informe Valech, mucha gente que vivió la Unidad Popular se quejaba a través de las cartas al director, que ellos tenían otros recuerdos sobre ese período. Por cierto, que no eran buenos. Muchas personas se habrán sentido como los personajes de la novela 1984, en que le dicen más o menos: “Tú no tienes ese recuerdo”. Me pasaba lo mismo, cuando conversaba con personas de izquierda en la universidad. En fin, pura manipulación psicológica.

   De la Guerra Civil española lo único que ha quedado grabado es el asesinato del poeta Federico García Lorca, porque es de izquierda y el bombardero a Guernica por Franco. Sin embargo, la izquierda española omite que ellos también asesinaron a escritores y académicos. Recientemente, nos enteramos por un medio español que los republicanos españoles también bombardearon a civiles. Se trata de la localidad de Cabra. Después los lugareños crearon una canción: “El día 7 de noviembre/Cabra se bombardeó/por tres aparatos rojos/que Azaña mandó./Murieron pobres y ricos/viejos y de los demás/muchos estaban en la plaza/buscando ganarse el jornal.”

   Lo peor del cuento de la memoria, es que la izquierda impone su punto de vista. Si alguien altera su guión, por así decirlo, se enfurecen. Eso lo hemos visto cuando se presentó dos veces el libro sobre el Brigadier Miguel Krassnoff, donde la izquierda que dicen tolerantes y partidarios de la diversidad, fueron a molestar en un acto privado. Lo mismo, cuando se presentó el documental Pinochet. Sin embargo, no ocurrió nada parecido, cuando en la Universidad de Chile presentaron una biografía del terrorista, delincuente y fundador del Mir, Miguel Enríquez. Las principales autoridades de la universidad se sintieron honradas. En cambio, para la presentación del libro del preso político Krassnoff, incluso el ex alcalde Labbé se incomodó porque se incluyó la palabra ‘homenaje’.

  Luis Valentín Ferrada, uno de los abogados del mencionado militar dijo que “se ha mantenida secuestrada la memoria de los chilenos, hasta el punto de creérsela ya muerta”. Para  fortuna de los chilenos, la Venezuela de Chávez y Nicolás Maduro ha reproducido la fracasada Unidad Popular, con lo cual muchos que ni habían nacido se dan cuenta que la memoria tal como plantea la izquierda es un chiste y que la verdad histórica aparece.

Javier Bazán Aguirre.

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